La fundación Mapfre de Barcelona nos ofrece del 17 de septiembre de 2016 al 8 de enero de 2017 una exposición donde explora la admiración de Renoir por el “universo femenino” y la mujer como fuente de inspiración que guió su producción artística.
Poco a poco va calando el mensaje de la necesidad de incorporar la perspectiva de género en todos los ámbitos de la vida (es lo que se conoce como gender mainstreaming) y, por ejemplo, en el ámbito artístico existe cada vez mayor conciencia de los sesgos de género que operan en el sistema actual.
Es por ello que distintos museos organizan exposiciones donde el tema es la mujer, pero es importante entender que la perspectiva de género va más allá de montar una exposición de mujeres.
Para empezar, la propia Fundación Mapfre reproduce en sí misma dinámicas patriarcales. Los presidentes de honor y patronos de honor son los tres varones. El patronato lo configuran quince hombres y dos mujeres, sobra decir que los cargos de mayor responsabilidad recaen en estos últimos. Lo mismo sucede en el Comité de Dirección, de doce integrantes sólo dos son mujeres. En cuanto a los responsables de las cinco áreas, sólo una mujer.
En cuanto a la organización de la exposición los dos comisarios generales así como el comisario científico son por supuesto… hombres.
Se nos presenta a Renoir como uno de los máximos exponentes del impresionismo y se contextualizan sus cuadros junto a otros representantes del movimiento… varones. Todo ello acompañado de citas acerca de su obra, todas ellas de boca de… ¿lo habéis adivinado? Más varones.
Se nos presenta a Renoir como uno de los máximos exponentes del impresionismo y se contextualizan sus cuadros junto a otros representantes del movimiento… varones. Todo ello acompañado de citas acerca de su obra, todas ellas de boca de… ¿lo habéis adivinado? Más varones.
Como siempre, los exponentes y referentes de cualquier movimiento artístico, en este caso el impresionismo, siguen siendo siempre hombres. Y para aquellas personas que duden, sí, había mujeres: Cassat, Morisot, Gonzales o Marie Brackquemond por nombrar algunas. ¿Cuándo se atreverán con ellas los museos? Y no hablo de exposiciones temporales… (Si estáis interesadas en historia del arte desde una perspectiva feminista os recomiendo encarecidamente el libro Women, Art, and Society de Whitney Chadwick.)
A lo largo de la exposición se nos deleita con afirmaciones del tipo “El tema artístico de la mujer-flor estuvo presente en la inspiración de muchos pintores […] Los críticos y los escritores se dieron cuenta rápidamente de la relación entre lo femenino y la naturaleza muerta. El color nacarado y la textura aterciopelada de la piel de las modelos se correspondían con la superficie de los pétalos y el frescor de los ramilletes”.
Es una exposición en la que las mujeres somos claramente objetos representando ideales femeninos (no propios, sino impuestos) y siempre «en relación a». Siguiendo al folleto de la propia exposición: “[…]En la obra de Renoir están presentes distintas interpretaciones de su ideal femenino: la ninfa sensual, la joven risueña, la madre cálida, la parisina sofisticada, la mujer culta, la modelo fascinante, la muchacha reflexiva pero también el desnudo impecable y el retrato elegante.”
Es una exposición en la que las mujeres somos claramente objetos representando ideales femeninos (no propios, sino impuestos) y siempre «en relación a».
Todas estas mujeres siempre se correspondían a unos ideales de belleza y sensualidad determinados y además es recurrente la ya explorada por el feminismo asociación entre mujeres y naturaleza, con base en la cual se nos ha negado el acceso a los espacios públicos y nuestra (tan sobrevalorada) capacidad de raciocinio.
Durante todo el recorrido de la exposición, así como en las noticias y artículos que han proliferado en los medios acerca de la misma, las mujeres somos constantemente descritas en cuanto a lo estético y muy en concreto de acuerdo a cánones “femeninos” estrictos.
Por todo lo anterior concluyo que poco tiene de transgresor, a mi parecer, una exposición por muchas mujeres que aparezcan, cuando ésta obedece a dinámicas androcéntricas y es pensada desde la mirada masculina, donde aparecemos mujeres pero sólo como objeto, en tanto nos correspondemos con los ideales de lo femenino, lo bello, lo natural, de un período concreto determinado a los ojos de los hombres, que son los únicos con voz, los únicos que exponen, que hablan, que opinan… los únicos que miran.
Poco tiene de transgresor, a mi parecer, una exposición por muchas mujeres que aparezcan, cuando ésta obedece a dinámicas androcéntricas y es pensada desde la mirada masculina…
Esta exposición comparte fechas y contrasta con la dedicada actualmente Lluïsa Vidal por el Museo Nacional de Arte de Cataluña, que rinde tributo a una pintora modernista que, como tantas otras, a pesar de haber gozado de reconocimiento en su época, misteriosamente no ha sido recogida en los anuarios de historia.
Esta exposición comparte fechas y contrasta con la dedicada actualmente Lluïsa Vidal por el Museo Nacional de Arte de Cataluña, que rinde tributo a una pintora modernista…
Debo adelantaros que esta servidora hace un año interpuso una queja al MNAC después de visitarlo por la falta de perspectiva de género en su colección, y no sé si será casualidad o consecuencia, pero lo cierto es que me contestaron diciendo que lo tendrían en cuenta y un año después una comisaria (que no comisario) está al frente de una exposición donde las mujeres somos sujetos de arte y no objetos.
En primer lugar porque se le devuelve la voz a una pintora renombrada en su época y en segundo lugar porque la selección de mujeres representadas desprenden fuerza, miran desafiantes, se las representa en una cotidianidad cargada de dignidad, así como de aficiones. Es decir, la exposición gira en torno a mujeres sujeto, dotadas de agencia.
Como aficionada al arte espero que en la introducción de la perspectiva de género no nos quedemos en la superficie y logremos llegar a una comprensión profunda de lo que supone (re)presentarnos a las mujeres, así como que cada vez más a menudo podamos disfrutar de otras miradas en el arte que no sea la masculina, blanca, eurocéntrica.