Feminismos y maternidad. Dialoguemos

Patricia Merino
Patricia Merino
Autora de Maternidad, Igualdad y Fraternidad
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Recientemente ha publicado Pilar Aguilar dos artículos en Tribuna Feminista –“La lactancia es la leche (a veces mala)” y “Maternidad: delirios y feminismo”– en torno a un ácido debate sobre maternidad que se produjo en las redes. La falta de respeto, de conocimiento, y la agresividad por ambos lados en la citada polémica ha sido muy lamentable. Sin sororidad el feminismo no puede avanzar.
Una vez dejado claro esto creo que es necesario dar derecho de réplica a quienes contemplamos la maternidad, la lactancia y una crianza entrañada como experiencias importantes para las mujeres y que desde su base biosocial deberían ser positivas.
No hay aquí espacio para analizar a fondo la posición del feminismo hegemónico en lo relativo a la maternidad, algo que sí hago en mi libro, pero creo que es preciso al menos aclarar algunas cosas y cuestionar varias de las  afirmaciones del artículo “Maternidad: delirios y feminismo”.
Dice Pilar Aguilar en su artículo:
¿Puedes aportar un documento avalado por algún “sector” del feminismo donde se sostenga que maternidad y lactancia se oponen a la lucha contra el patriarcado?
Para contestar a esta pregunta sugiero unas citas de Beauvoir en las que queda claro cómo para ella la autonomía y la emancipación no eran compatibles con la maternidad, algo que ha permeado en el feminismo hasta hoy:
Se dice caprichosamente que las mujeres “tienen enfermedades en el vientre” y es verdad que encierran dentro de sí un elemento hostil: la especie, que las roe. (….) De todas las hembras mamíferas, la mujer es la que está más profundamente enajenada, y la que rechaza con más violencia esa enajenación; en ninguna hembra la esclavización del organismo a la función reproductora es tan imperiosa ni tan difícilmente aceptada….Si se la compara con el macho, este se presenta como infinitamente privilegiado: su vida genital no contraría su existencia personal, pues se desarrolla de manera continua, sin crisis, y generalmente sin accidentes.
Para Beauvoir, solo emulando el ciclo vital del varón se podía alcanzar la “libertad”.
En el artículo también se dice: es totalmente absurdo e infundado (y de vergüenza ajena) asegurar que el feminismo “se opone” -o, por el contrario “fomenta”- la lactancia. Quisiera recordar a Pilar que Beatriz Gimeno, a quien precisamente ella menciona como la especialista de referencia en temas de maternidad tiene un artículo titulado “Estoy en contra de la lactancia materna”. Y otro que dice “Construyendo un discurso antimaternal”.
En cuanto a la afirmación de que El feminismo tampoco ha hecho nunca un catálogo de “sentimientos maternales” ni, menos aún, ha decretado cuáles son “guays” y cuáles no  Quisiera señalar que los términos “maternidad esencialista”, “maternidad intensiva” y otros han sido de uso habitual en el feminismo de las últimas décadas para describir modalidades maternas indeseables.
Hay algo en lo que sí estoy de acuerdo con la autora, y es que la maternidad debe ser siempre de libre elección, y en que la normalización de la contracepción es una conquista fundamental del feminismo.
Afortunadamente la mayoría de las europeas que hemos sido madres en el siglo XXI hemos elegido nuestra maternidad. Sin embargo, la hermenéutica de la sospecha, sabiamente recomendada por Celia Amorós, ha sido usada de manera extensiva e intensiva con las madres hasta el punto de que aquellas que defienden la lactancia y una crianza entrañada son siempre, siempre, siempre sospechosas de alienación patriarcal, por más que demuestren inteligencia, autonomía, compromiso, conocimiento, etc., de manera que a veces no es posible saber dónde acaba una sana hermenéutica de la sospecha y donde empieza una vieja misoginia entre mujeres.
Como es habitual en los textos del feminismo hegemónico, en el artículo muy pronto se deja de hablar de maternidad y se empieza a hablar de “los cuidados” –incluso siendo éste un artículo que lleva en su título la palabra “maternidad”–, y se cita de nuevo a Amorós: no hay que elegir sin más entre cuidado y autonomía; las mujeres debemos cuidar, ante todo, nuestra autonomía. Como condición sine qua non para cuidar las de los otros y poder pedirles, en el diálogo, que cuiden las nuestras a su vez.
La frase de Amorós es perfecta para una mujer que cuida de su padre enfermo de Alzheimer mientras que su hermano no lo hace; pero aplicado a la maternidad, y en concreto a la relación madre-criatura, plantear el cuidado como una relación libre entre iguales o hablar de “dialogo” es absurdo.
Hacer afirmaciones sobre “los cuidados” –ese cajón de sastre-  y creer que se ha hablado de maternidad es una de las grandes confusiones que nos han traído hasta aquí. Y hay que reconocer que en las filas del antimaternalismo, a base de eludir la cuestión durante décadas hay un grave desconocimiento de la maternidad incluso en sus aspectos más “científicos”. El problema del feminismo hegemónico en lo tocante a la maternidad se da más por omisión, ninguneamiento y silenciamiento que por grandes declaraciones. En general, el feminismo es un pensamiento de gran altura intelectual y no suele caer en simplezas. Por eso, cuando la maternidad se trae a colación es invariablemente para analizar maternidades tradicionales alienadas o bien para presentarla como dura carga que impide la plena inserción laboral de las mujeres, y por lo tanto, su emancipación.
He aquí un texto feminista más actual que el de Beauvoir en el que la maternidad sí se presenta como un impedimento en la lucha contra el patriarcado:
Sabemos que el rol de esposa y madre aún están confinados a un desprendimiento de una misma para atender las necesidades ajenas….La figura de la “madre” no sólo alude a quienes efectivamente lo son, sino que se reclama como un atributo definitorio, una cualidad sustancialmente femenina. La maternidad siempre remite a un rol femenino; un hombre se feminiza al adoptarlo y pasa a ser una excepción con una gran valoración positiva…… En cambio, la maternidad es una aptitud de cuidado, de hecho las chicas jóvenes “cuidan” a sus compañeros sentimentales, se ajustan a sus tiempos, a su peculiar forma de ser, o bien se adaptan a sus gustos, o a sus amigos.
Lo cierto es que con este texto de Soledad Murillo* puedo estar de acuerdo prácticamente al 100%, porque de hecho, sí que es cierto que determinadas maneras de entender la maternidad se oponen a la lucha contra el patriarcado: son esas maternidades que Victoria Sau llamaba “madres función del Padre”, y en la experiencia se manifiestan tanto en las maternidades tradicionales impuestas, no deseadas, y basadas en el sacrificio y la entrega; como en las nuevas maternidades utilitarias y desapegadas, también sometidas al patriarcado y al capitalismo (que son hoy indisociables).
Se dice en el artículo: El feminismo nunca ha elaborado ninguna “normativa” sobre cómo, cuándo, dónde (y demás adverbios e incluso preposiciones) parir, amamantar, criar, etc. Bien. Entonces, debemos entender que el feminismo no está en contra de la maternidad y la lactancia, y que son las mujeres desde su libre albedrio y su autonomía las que deben decidir cuánto, cuando, y como maternar y lactar. Totalmente de acuerdo. Sin embargo, el problema es que si esta aseveración se hace ignorando, y por lo tanto validando, las actuales estructuras socioeconómicas y las condiciones que imponen a la maternidad y la crianza, la declaración tiene la misma validez que cuando se sostiene que las mujeres son libres para prostituirse si quieren, o para alquilar sus úteros.
El feminismo hegemónico sí ha elaborado y defendido una “normativa” sobre cómo, cuándo y dónde amamantar y criar, puesto que apoya los permisos iguales e intransferibles de 16 semanas que son de hecho una normativa que impone a las madres trabajadoras un modo muy determinado y limitado de amamantar y criar. Aprobar y respaldar licencias maternas remuneradas de solo 16 semanas para las madres significa apoyar un modelo muy particular de crianza, que encaja en lo que hemos llamado crianza utilitaria y desapegada. Aquí, como no, el feminismo argumenta que es el padre –el gran protagonista de la maternidad igualitarista– y su maravilloso potencial cuidador el que resolverá todos los problemas, una idea que es omnipresente en el proyecto igualitarista, y que asume que la maternidad no existe fuera del modelo biparental normativo.
Ese supuesto está reflejado en la siguiente afirmación, que podría ser la de cualquiera que beba de la ortodoxia del feminismo hegemónico: Aún existe una concepción generalizada en la sociedad y entre algunas parejas e incluso mujeres por la cual la maternidad es un fenómeno que las atañe sobre todo a ellas…** Quienes reivindicamos la maternidad como algo propio de las mujeres creemos que sí, que la maternidad atañe sobre todo a las mujeres; es más, yo diría que la maternidad nos atañe de manera exclusiva, mientras que la paternidad –algo diferente– les atañe a los hombres. Recordemos que la expropiación de la maternidad por parte de los Padres ha sido siempre una operación básica del patriarcado, y que hoy, triunfalmente, esta operación se actualiza en los vientres de alquiler.
En el artículo también se nos explica que el patriarcado, “mediante el engaño y la presión emocional…..nos predica el amor sin límites (romántico, materno o familiar) e intenta convencernos de que, a cambio del amor, debemos aceptar sumisiones, renuncias, dolores y esclavitudes que de otra manera no aceptaríamos. Aquí la autora amalgama el amor romántico, que efectivamente es un constructo puramente patriarcal, con el amor materno, que es un rasgo biosocial de nuestra especie, si bien, como todo lo humano moldeado y manipulado por la cultura. Pero además parece olvidar que el modo más efectivo y contundente por el que el patriarcado ha manipulado el amor materno a lo largo de los siglos no ha sido mediante la presión para que las madres a procuren a su bebé “un amor sin límites” en contra de su voluntad; muy al contrario, lo que históricamente ha usado el patriarcado de manera sistemática para lograr la sumisión de las mujeres ha sido la amenaza de arrebatar a las madres sus criaturas o dañarlas. Por lo tanto, el amor materno no es el constructo patriarcal a deconstruir, sino el factor humano genuino sobre el que el patriarcado construye su opresión. Comencemos por no mezclar las cosas.
El artículo de Pilar Aguilar niega que el feminismo diga que maternidad y lactancia se oponen a la lucha contra el patriarcado. Pero implícitamente descarta la posibilidad de que sean precisamente la maternidad y la lactancia las que se oponen al patriarcado. Y sin embargo, es muy posible que así sea.
Decir que el feminismo hegemónico tiene una visión negativa y errónea de la maternidad no es producto de una “escasa comprensión lectora” de madres alienadas e intelectualmente ineptas por su exceso emotivo –una idea netamente patriarcal y misógina–, ni equivale a “acusar a judíos de comer niños cristianos”…. Sobre todo porque las defensoras de la maternidad, que también hemos sido llamadas “illuminati de la ultracrianza”, no somos hoy un grupo hegemónico – aunque sí numeroso–, más bien somos nosotras las “judías”: tenemos escaso acceso a los medios del poder, y somos habitualmente ridiculizadas y el blanco de frustraciones ajenas.
Como dice Foucault, “el poder es la capacidad de un determinado grupo para imponer su verdad”, –y ahora mismo la verdad oficial es que madres y padres son exactamente lo mismo, que las necesidades de las criaturas son completamente irrelevantes, y que la única vía posible hacia la emancipación es el empleo– pero como dice Nietzche “no hay hechos, hay interpretaciones”, y esas interpretaciones pueden cambiar en cualquier momento histórico.


*“¿Ha llegado la democracia a la vida privada?”, Soledad Murillo de la Vega, Espacio PUBLICO- Ágora política – http://www.espacio-publico.com/ha-llegado-la-democracia-a-la-vida-privada#ponenciainicial
**El espejismo de la igualdad: hombres que creen que comparten las tareas de la casa” en eldiario.es, 20/11/2016.  http://www.eldiario.es/economia/Paternidades_0_576392696.html
 

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Comentarios

  1. Excelente artículo, Pilar. No obstante, echo de menos la referencia a la parte más controvertida del post de Pilar Aguilar: a asociación del placer que produce amamantar con la pedofilia. El amamantamiento es una actividad que, aunque en nuestra cultura actual está rodeada de un halo de sacrificio y dolor, cuando se realiza en libertad y sin condicionantes, es placentera. Y es placentera fisiológicamente hablando, ya que produce la liberación de oxitocina. De esto ya informaron Master y Johnson en el 66, incluso antes N. Newton en los 50 señalaba que el amamantamiento, como acto reproductivo voluntario, debe ir vinculado a alguna forma de placer para su supervivencia. Por tanto, vincular el placer de amamantar con la pedofilia es retrógrado y nos pone en un lugar muy difícil a las mujeres que optamos por la LM. De nuevo, hemos de negar nuestro placer, y esta vez porque las propias mujeres nos acusan de abusar de nuestros bebés.
    En fin, que cada cual es libre de alimentar a sus criaturas como quiera (y qué bien que vivamos en un país en el que podemos permitirnos ese lujo, con agua potable a nuestro alcance para preparar los biberones). Pero demonizar la LM no va a hacernos ni más libres ni más feministas, sino todo lo contrario.

    • ¿Por que será que los pezones son zonas erógenas? Desde luego no para complacer al macho ni para una misma. Lo más lógico es pensar que sea un triunfo de la evolución para que la alimentación de las criaturas sea placentera para las madres. No hay que confundirlo con pedofilia ni con placer coital… es otro tipo de placer.

    • Si la sensación de amamantar fuera desagradable nos habríamos extinto mucho antes de que se inventan las fórmulas , y bueno, decir que es pedofilia amamantar… Mujeres insultando a mujeres que hacen elecciones diferentes a las suyas , ahí está su pinche sororidad
      Qué bueno que nos liberan del patriarcado eh! 🙄

  2. Está muy bien todo lo que dices, añadiría que acusar de abusadores y pedófilos a las madres lactantes es un acto irresponsable y que destila puro rencor. Entiendo que no hayas querido entrar a valorarlo para no «ensuciar» tu artículo pero muchas madres nos hemos sentido atacadas especialmente por este párrafo, y la bajeza de las intervenciones en el muro de Facebook se debieron a este tipo de ataques personales. Creo firmemente que la maternidad es un punto importante a revisar por el feminismo. Y creo también que es sano el debate. Lo que me violenta enormemente es que se lleve al terreno personal bajo el insulto y el sarcasmo. Yo también pasé mi fase feminista en la igualdad y sin embargo ahora veo muy claro que debemos reivindicar la diferencia, valorarla y protegerla.

  3. «El amor materno no es el constructo patriarcal a deconstruir, sino el factor humano genuino sobre el que el patriarcado construye su opresión». Esta es la gran verdad de la que una buena parte del feminismo no se acaba de dar cuenta.
    Confunden, como muy bien explicas, el resto de los cuidados y servicios, a los maridos, los padres u otras personas, con la función maternal, que es única de su tipo, imprescindible para la supervivencia y la salud de la especie, y que es un privilegio y no un sometimiento. Precisamente es el patriarcado quien la convierte en esclavitud, privándonos de los mecanismos biosociales que la prevén como algo satisfactorio y poderoso.
    Muy buen nivel de análisis, Patricia, igual que tu libro. Con este nivel es que debería abordarse el tema en los centros de pensamiento feminista. Gracias.

  4. El amor materno es un constructo social de la hostia, y una opresion para las mujeres, sobre todo si no se la elegido, cosa que sigue ocurriendo. Entre otras razones, ningun anticonceptivo es fiable 100%. Repito, te vas a cualquier parque y ves a niñas con carritos de bebés-muñecas, o por no mencionar a las revistas de «corazón» y como las famosas hablan de como la maternidad es lo mejor de lo mejor. O sea, que el constructo patriarcal está ahi.
    El patriarcado no ha impuesto la sumision de las mujeres al quitarle los hijxs (excepto en casos individuales), sino al imponerle la maternidad. La poca accesibilidad de muchas mujeres a los anticonceptivos (hasta hace poco se les castigaba por ello en España), las leyes en cuanto al aborto… La escritora de este articulo debe vivir en un mundo perfecto donde solo las mujeres que quieren ser madres paren y todo es perfecto. Y donde las mujeres que no quieren quedarse embarazadas no se quedan nunca. Pero eso no es la realidad ni en España ni en muchos otros lugares. La maternidad sigue siendo una imposición.
    Este articulo sigue apestando a que biologia de las mujeres= destino de ser madres (y muchas mujeres es obvio que no estan de acuerdo, el ministerio de sanidad dice que casi 100,000 abortos fueron completados en España en 2015). https://www.msssi.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/embarazo/tablas_figuras.htm
    Ya que la autora menciona el capitalismo, me pregunto como puede ser una madre el ejercer a tiempo completo sin una fortuna propia o alguien que la mantenga.
    El feminismo hegemonico está ahi, pero los gobiernos bien poco que hacen caso a las feministas.
    Resumido, en mi opinión la autora de este articulo vive en un mundo bastante ajeno a la realidad.

    • Claro, claro… Por eso Fujimori esterilizó de manera obligada a 300000 indígenas… Lo dicho, el patriarcado nos ha usurpado muchos saber es a las mujeres y el último bastión es la maternidad. Estoy de acuerdo en que el acceso a los métodos anticonceptivos debería ser gratuito o como mínimo universal. Y que el aborto es una garantía de que una mujer que no se siente preparada para ser madre, no lo sea.
      Ahora bien, en mi realidad la mayoría de las madres han querido ser madres y no tenían una idea idealizada de la misma precisamente.

    • «ya que la autora menciona el capitalismo, me pregunto como puede ser una madre el ejercer a tiempo completo sin una fortuna propia o alguien que la mantenga.»
      Se es madre de tiempo completo siempre , hay mujeres que tienen que salir a trabajar fuera y que necesitan el apoyo para poder hacerlo , y hay mujeres que eligen quedarse en casa, emprender online o trabajar a distancia, y tengo muchos ejemplos cercanos de éxito.
      Me encanta como otras personas se ponen a decirnos a las mamás que salimos adelante como vivir, que no se supone que el feminismo es hacer con tu vida lo que te salga de los ovarios??
      Ya tienen el carnet de «la buena feminista»
      No me jodan, yo seguiré viviendo como
      me de la gana, ganando pasta y gastando la
      en lo que me dé la gana,, y educando a mis hijas para que ningún alma reseca mande sobre su vida o las haga sentir mal por lo que eligieron en la vida.

  5. Pues siguen las insinuaciones de pedofilia y que «se busquen un adulto que les chupe los pechos» o algo así.
    Su artículo no es malo, lastima que la enviaron al frente a reparar las barbaridades de esa señora.
    Y no se ve ningún ánimo de rectificar, solo a ver cómo acallarnos yéndose por la tangente.
    Y esto NO se va a olvidar .

  6. No es cierto que Simone de Beauvoir consideraba maternidad y liberación femenina incompatibles. En «El segundo sexo» también afirma que si la sociedad estuviera organizada de manera justa, la maternidad podría no afectar la autonomia de las madres, con ventaja para ellas y los hijos. «Es la mujer que trabaja…la que tiene el embarazo mas fácil porque no se fija demasiado en si misma; la mujer con la vida personal mas rica sera la que mas le dará y menos le pedirá al niño; la que adquiere en el esfuerzo y en la lucha la conciencia de los verdaderos valores humanos sera la mejor educadora». Que la maternidad no estuviera en el centro de sus preocupaciones, también es cierto, pero es otra cosa.

  7. “ . . . .tener la mujer escaso acceso a los medios del poder, y ser habitualmente ridiculizadas y el blanco de frustraciones ajenas”, evidencia que el feminismo, a pesar de su incompletud actual y de las dificultades a ella inherentes nos es indispensable, y nada puede sustituirlo. Es susceptible de insospechados perfeccionamientos, lo que no sucede con la concepción de la perversa civilización patriarcal. Esta última está ya acabada en todas sus partes en su irreversible perversión no sublimada y ambigüedad sexual y seguirá siéndolo siempre. Ningún empequeñecimiento del feminismo puede modificar en nada el hecho de que intenta adaptarse a nuestra dependencia del mundo real, mientras que el perverso patriarcado en su ambigüedad sexual, extrae su fuerza de su adaptación a sus perversos impulsos instintivos.
    Que “la relación madre e hijo influye en el cerebro de un niño”, reafirma que lo femenino, es la única alternativa en la educación infantil, especialmente sobre el varón, para poder llegar, desde la línea anormal (perversa), al proceso de la sublimación, en el cual es proporcionada una derivación y una utilización, en campos distintos, a las excitaciones de energía excesiva, procedentes de las diversas fuentes de la sexualidad; de manera que de la peligrosa disposición surja una elevación de rendimiento psíquico. Habrá de romperse la resistencia de toda una metodología del perverso patriarcado, que no quiere recordar ni admitir su milenaria perversión, vencer su orgullo que no quiere descender al nivel de la humanidad, y habrá de “combatirse” el incomprensivo sometimiento de las mujeres, que consideran hoy como una fatalidad inescrutable su condición, pero inmerecida; el que precisamente sus hijas e hijos prosigan sometidas y sometidos a la imposición perversa del varón. El cambio está en la educación.
    “No es sorprendente, pues, que el sistema patriarcal tenga que emplear todo tipo de artilugios para convencer a las mujeres de dar a luz a la generación siguiente”. Ahora bien, la debilidad mental de individuos habituados a aceptar sin crítica los absurdos y las contradicciones de la normativa del perverso patriarcado, no debe extrañarnos. Pero la inteligencia del feminismo es el único medio que, poseemos para dominar el poder del perverso patriarcado ¿Cómo, pues, esperar que estos individuos sometidos a un régimen de restricción intelectual alcancen alguna vez el ideal psicológico, la primacía del intelecto?
    “Esta es la realidad en la que las mujeres viven, al margen de las elecciones individuales que cada una hace”, como que tampoco ignoramos que a la mujer en general, se le atribuye la llamada “debilidad mental fisiológica”, esto es, una inteligencia inferior a la del varón. El feminismo abre una puerta a la esperanza —un oculto secreto que, desea mantener el perverso patriarcado— que enriquecerá a la civilización y que, por tanto, vale la pena de intentar una educación apartada de las fuertes resistencias contra lo femenino que, no serían de índole intelectual, sino que proceden de fuentes afectivas; la irresoluble perversión no sublimada y ambigüedad sexual del varón que posee la decisión final en este esquema, donde lo masculino sigue siendo la ley.
    Por Osvaldo Buscaya (Bya)
    (Psicoanalítico)
    Femeninologia (Ciencia de lo femenino)
    Lo femenino es el camino
    Buenos Aires
    Argentina

      • Hola Leticia
        Mi participación en esta verdadera y lógica lucha ante la discriminación y sometimiento de la mujer, entendería lo que estoy haciendo y por qué. En mi niñez identificaba “lo femenino” con lo “hogareño”, el pelo blanco, prematura vejez, el batón y el olor a fritura de mis abuelas, que me hacia el pensar porque soportan vivir así al lado de un varón, y cuando lo expresaba recibía una réplica (mocoso maleducado. Hoy veladamente piensan que soy un viejo maleducado)
        Lo femenino es el camino

  8. Excelente artículo! Bien fundamentado, cargadito de análisis. Muchas gracias Patricia por escribirlo justo en este preciso momento, lleno de tanta contradicción, ignorancia y sin sentido.
    Falta mucho por debatir sobre maternidad, conciliación laboral y requerimientos de las crías durante su infancia (requerimientos que son diferentes a lo largo de sus ciclo, además).
    Pero creo yo que para que esto continúe sin que se originen batallas campales, es necesario primero un trabajo individual, reconociendo nuestras carencias en nuestras propias infancias (no para juzgar, si no para hacernos cargo) para luego poder dejar de ver a los niños, como vemos a los puteros o a los que alquilan vientres.

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