ACTO II. “¡Sí se puede!… Pero no nos da la gana”. Política e igualdad en la Francia de Macron

Stéphany Onfray
Stéphany Onfray
Feminista francesa afincada en Madrid. Historiadora del Arte. Investiga la construcción de los roles de género mediante el retrato fotográfico en el siglo XIX.
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Redacto este artículo con el riesgo que me tomen por esquizofrénica, pero prometo que ya me iréis entendiendo.

Hace unos días, escribía para Tribuna Feminista la opinión: “¡Sí se puede! Política e igualdad en la Francia de Emmanuel Macron” sobre la evolución de la paridad en la vida política francesa. Un escrito lleno de positive attitude, de esperanzas y de unicornios rosas. Aún así, con el poco sentido común que me quedaba -después de haber pasado por el lobotomizador de la campaña de “feminismo como argumento de marketing” del equipo de Emmanuel Macron-, acababa mi artículo de esta forma:

“Sin embargo, también conviene matizar la cuestión y no solamente ver la parte emergente del iceberg. Emmanuel Macron está rodeado de un increíble equipo de comunicación, y controla su imagen y cada una de sus acciones políticas de forma obsesiva. Cada palabra, cada gesto y sobre todo cada decisión suya está puntillosamente pensada. En algunas ocasiones, dicha igualdad parece formar parte de una gran campaña de marketing que favorece la imagen progresista del nuevo presidente francés. Esperaremos por lo tanto antes de lanzar un entusiasta ¡HURRA! Todavía tiene que demostrar su capacidad de apoyo al combate cotidiano de nuestras -o más bien vuestras- homólogas feministas francesas. Continuará…”

El martes 27 de junio de 2017 tuvo lugar, en la Asamblea Nacional francesa, la elección del presidente o presidenta de la misma. Grandes eran las esperanzas de que, por primera vez, fuese elegida una mujer para uno de los puestos más emblemáticos de la política francesa. Sin embargo, no pasó: ganó un hombre. Ganó un hombre con 353 votos sobre 577, frente a otro hombre (94 votos) y la única mujer que consiguió llegar “al pódium”, lo hizo con la ridícula cifra de 34 votos.

Grandes eran las esperanzas de que, por primera vez, fuese elegida una mujer para uno de los puestos más emblemáticos de la política francesa.

Decepción general, o no tanto… El propio portavoz del Gobierno, Christophe Castaner, lamentaba la noticia “con filosofía”, concediendo que (traduzco aunque no sé si debería dar difusión a semejantes estupideces): “También en mi vida privada suelo estar decepcionado frente a las mujeres” (y os ahorro las palabras de otro diputado que declaró que le gustaría estar sentado al lado de alguna chica guapa). ¡NIVELAZO!

Estoy orgullosa de poder haceros eco de las diversas decepciones y quejas de algunos grupos feministas franceses, como podrían ser el “Colectivo Nacional por el Derecho de las Mujeres” o bien “Atreverse al Feminismo”, que denuncian evidentemente todas las promesas no cumplidas del candidato Macron. Es más: afirman que las únicas que sí han sido ejecutadas solamente lo han sido de forma parcial.

Estos colectivos protestan en parte porque, durante estos primeros días de reuniones en la Asamblea Nacional, se han realizado unas cuantas elecciones. Hablábamos de la elección del presidente de la misma, pero también se realizaron las de todas las presidencias de los grupos políticos representados. Y sorpresa: todas han sido atribuidas a hombres. En algunos grupos ni se presentaron candidatas (en el partido de derecha por ejemplo).

También se realizaron las de todas las presidencias de los grupos políticos representados. Y sorpresa: todas han sido atribuidas a hombres.

Seguimos agradeciendo la paridad en la composición del Gobierno (evocada en el artículo mencionado) pero la asociamos más y más a un argumento de comunicación dirigido a la población. Volvemos a comprobar que si nos adentramos en el meollo político, la paridad sigue siendo muy bonita pero: “por favor, que se quede en casita”. También constatamos, con tristeza, que los puestos más altos de la clase dirigente francesa, escogidos por elección política y no desde la ciudadanía (Primer ministro, Presidente del Senado, y ahora el Presidente de la Asamblea Nacional o las Presidencias de grupos políticos) están y seguirán estando ocupados por hombres. Pero lo que más rabia nos da, es que las propias mujeres miembros de esta Asamblea no parecen tener ningún problema con ello, bien sea por presiones diversas, bien sea por convicciones personales.

Estos últimos eventos dicen mucho de la falta de voluntad para organizar una verdadera paridad desde el propio espacio político francés.

Todavía quedan por ser elegidos el o la vice-presidente, así como los cuestores y secretarios. Pero no creemos que influya mucho en la ola masculina que arrasa actualmente en las altas esferas de la Asamblea Nacional francesa.

Como bien entenderán, era necesario matizar mi precedente escrito puesto que estos últimos eventos dicen mucho de la falta de voluntad para organizar una verdadera paridad desde el propio espacio político francés. Hemos constatado con entusiasmo durante las elecciones legislativas que sí, la ciudadanía está ya sensibilizada a votar por una mujer. Pero ahora deploramos que los políticos todavía no estén preparados para ceder sus privilegios y, sobre todo, que las políticas no parezcan estar listas para ocupar el espacio que por derecho les corresponde.

 

 

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