Ana Moreno Soriano para TF
Este libro recoge las columnas de opinión publicadas en Diario IDEAL de Jaén desde octubre de 2007 hasta octubre de 2016. Cuenta con un prólogo de David Becerra Mayor en el que explica, entre otras cosas, que en un momento de la Historia se impuso un discurso no-ideológico, porque habíamos llegado al ocaso de las ideologías, que la crisis del sistema capitalista parecía tener una respuesta científica y técnica pero que no es así, porque de la crisis se sale combatiendo la ideología dominante.
Para ello resulta imprescindible reivindicar la memoria y la cultura. Poner la memoria y la cultura en el centro de nuestro discurso. Mirar atrás para construir futuro. Homenajear a quienes nos precedieron, sabiendo que el mejor homenaje que podemos hacerles es leer sus obras.
La introducción de la autora caracteriza el momento histórico en el que se han escrito estas páginas, explica el título del libro y avanza su contenido. La tesis de El hilo de Ariadna es que existe un laberinto y que hay que buscar una salida. Porque el mundo es un laberinto, nada inocente desde luego, un entramado de intereses que, sólo con una gran lucidez y sin atender a los cantos de sirena, podemos tratar de desentrañar y para eso hace falta la conciencia -la conciencia de clase, política, de la trascendencia, de género…- esa forma de ser y de entendernos como seres humanos, que está determinada por el ser social y se pierde en la alienación. La conciencia es, efectivamente, ese hilo de Ariadna sin el cual no es posible salir del laberinto.
Esa conciencia se rebela contra una concepción absurda del tiempo o denuncia la manipulación que el poder hace del lenguaje; pone nombres a la memoria histórica, reivindica los Derechos Humanos y la historia del Movimiento Obrero y expresa la lucha de las mujeres por conquistar su espacio, usurpado desde siglos por el patriarcado y, en los últimos tiempos, en alianza perfecta con el capitalismo.
Desde Hypatia de Alejandría a las mujeres del siglo XXI cuya conquista es tenerse a sí mismas, pasando por las brujas y las revolucionarias francesas que reivindicaban los derechos de ciudadanía, la historia de las mujeres es una historia de injusticia y de violencia para que estemos apartadas y calladas.
Pero el feminismo como conciencia de las mujeres existe desde que alguna, en algún momento, se dio cuenta de que estaba discriminada y obró en consecuencia: decidió rebelarse y empezó a tomar la palabra, a exigir la igualdad, a luchar por la libertad.
Muchas aparecen en estas páginas, alumbrando el camino por el que seguimos transitando muchos años después: la misma Hypatia, Teresa de Jesús, Virginia Wolf, Rosa Luxembyrgo, Clara Zetkin, Tillie Olsen, Dolores Ibárruri, María Teresa León, Doris Lessing, Simone de Beauvoir, Pilar Paz Pasamar, Frida Kahlo…; otras, como Celia Amorós, Gioconda Belli o Fanny Rubio, siguen aportando el magnífico testimonio de sus textos y su voz y otras –las republicanas que mantuvieron la esperanza en silencio, las que resistieron y lucharon en la clandestinidad durante el franquismo, las aceituneras de Jaén, las madres del 8 de marzo, las jóvenes obligadas a elegir entre la maternidad y un trabajo precario, las chicas embaucadas por el amor líquido, las profesionales infravaloradas y explotadas, las mujeres maltratadas y asesinadas que ya solo serán un número en trágicas estadísticas…- que no aparecen con nombre propio, pero son nuestra memoria y nuestro presente.
Estas páginas se nutren también de Literatura, de autores cuya lectura es obligada: Miguel de Cervantes, Antonio Machado, Bertolt Brecht, Pablo Neruda, Benedetti, Albert Camus, Arthur Rimbaud, César Vallejo, Juan Ramón Jiménez, Luis Martín Santos, Julio Cortázar, Ernesto Cardenal, Caballero Bonald, Buero Vallejo, Javier Egea, Felipe Alcaraz, Manuel Ruiz Amezcua, Armando López Salinas, Carlos Álvarez y muchos otros.
En definitiva, lo que aportan estas Reflexiones para un tiempo de crisis es un hilo de Ariadna tejido con palabras y con lecturas, con luchas y con derrotas, con búsquedas y con hallazgos. Pero cada persona debe tejer el suyo y juntarlo con muchos otros para, entre todos, salir del laberinto y plantar cara al poder. Porque como dice Antonio Machado, el mañana no está escrito y tenemos el derecho –y el deber- de soñar con las espléndidas ciudades y las amplias alamedas de la libertad.