
Adjuntamos nota de FRIA Argentina
Desde FRIA Argentina manifestamos el repudio a la persecución y la censura que han sufrido nuestras compañeras españolas, Anna Prats, Amelia Valcárcel y Alicia Miyares, a raíz de su participación en las jornadas de la Escuela Feminista Gijon 2019 realizadas el 3, 4 y 5 de Julio de este año.
A partir de allí han sufrido tergiversaciones y difamaciones propias del intento patriarcal de silenciar a las mujeres, pero esta vez bajo el nombre del feminismo y los derechos humanos. Incluso desde la Fundación Internacional de Derechos Humanos han llegado a amenazar con denunciarlas por delito de odio. Detrás de esto se encuentra la organización de Mariano Beltrán, defensor de la legalización de los vientres de alquiler. Cada vez se hace más evidente que estas movidas responden a enormes intereses económicos de explotar sexual y reproductivamente a las mujeres, que ha logrado infiltrarse dentro del propio movimiento de mujeres y colonizarlo ideológicamente. El objetivo de fondo es avanzar en la explotación de las mujeres y, por ello, romper con las únicas voces críticas: las del movimiento abolicionista.
Toda crítica ha de ser silenciada, nunca debatida, lo cual demuestra la falta de argumentos del “feminismo” mainstream. Nos acusan de silenciar a las personas trans, mientras que es desde el feminismo liberal que se está persiguiendo ferozmente a las feministas radicales en varios países, incluso con argumentos tan débiles y patriarcales como el control de tono.
No existe, sin embargo, ningún ejemplo de la situación contraria: las feministas radicales nunca hemos intentado dejar sin trabajo o quitar plataforma a representantes de los movimientos transactivistas y queer. Ninguna de nosotras siquiera ha denunciado persecución política, aunque evidentemente tendríamos que empezar a denunciarlo para resguardarnos física y laboralmente ante una actitud que se presenta en formas cada vez más virulentas y violentas. Curiosamente, es el feminismo liberal el que realiza aquello de lo que nos inculpa.
La acusación de transfobia es el comodín que se utiliza para silenciar a un sector de mujeres dentro del mismo movimiento de mujeres que se pretende y autodefine “inclusivo”. Esta actitud es claramente misógina: no se cuestiona a los varones responsables de los sufrimientos y exclusiones que recaen sobre las personas trans, sino que se inculpa a las mujeres que nos atrevemos a cuestionar el discurso dominante. Eso es todo lo que parece justificar esas acusaciones, nuestro silenciamiento, la difamación y la exclusión de nuestros propios espacios. Incluso han llegado a responsabilizarnos de los delitos de odio que los hombres -no nosotras- cometen contra gays, lesbianas y personas travestis y trans. Salvo mediante tergiversaciones y descontextualizaciones mal intencionadas, no hay nada en nuestros discursos que justifiquen dicha -gravísima- acusación.
La política del feminismo liberal es persecutoria, es la política del miedo a la que nos somete el rancio patriarcado de siempre. Las mujeres que no acordamos acríticamente con el dogma del feminismo liberal, somos demonizadas en lo que se va perfilando como una nueva inquisición. Nos colocan en el mismo nivel que el discurso nazi, con lo cual terminan realizando, desde dentro mismo del feminismo, una versión de una de las críticas más rancias que los machistas han utilizado contra nosotras: la acusación de “feminazis”. Si no la permitimos de parte de los machistas, no podemos justificarla dentro feminismo, entre mujeres, sin cuestionar la contradicción que esto supone. Es evidente que estas estrategias sólo sirven para romper y, de esta manera, debilitar, el cada vez más convocante -y, por lo tanto, más incómodo para el patriarcado- movimiento de mujeres. Es la estrategia patriarcal del “divide y reinarás”.
Las mujeres tenemos que empezar a tomar conciencia de que, en lugar de espacios y oportunidades de intercambio, nos estamos encontrando con dogmáticas que en lugar de discutir con argumentos a las voces discordantes, sólo están apelando a su expulsión. No podemos debatir lo que ni siquiera escuchamos. Si discutimos sin escuchar, lo estamos haciendo desde el mero prejuicio, desde reacciones irracionales propias del chantaje emocional.
Desde Argentina enviamos toda nuestra solidaridad para con las compañeras censuradas y violentadas, tanto en España como en México (donde recientemente se ha censurado y quitado plataforma a la compañera Laura Lecuona), en EEUU, en Inglaterra e incluso aquí, en Argentina, de una forma marcadamente violenta. Llamamos a todas las compañeras de nuestro país a manifestar también su apoyo a las compañeras españolas y al repudio a la situación que están atravesando, así como a estar atentas, unidas y organizadas ante el avance acelerado en todos los países de este tipo de estrategias.