La esclavitud hoy

Luz Modroño
Luz Modroño
Feminista, Psicóloga, profesora, escritora, articulista, activista, defensora de derechos humanos, masona... mujer renacentista en el siglo XXI.
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En 1985, la ONU declaró el 2 de diciembre Día Internacional para la abolición de la esclavitud, reclamando la erradicación de una lacra que aún sufren millones de seres humanos. Hablar hoy, en pleno siglo XXI, de esclavitud suena a cosa pasada, a algo añejo, incongruente, propio de otros tiempos en los que los derechos humanos no estaban en boca de nadie, ni siquiera como definición.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. A la esclavitud clásica se han unido hoy otras formas de servidumbre, sometimiento y esclavitud. Actualmente, y según cifras proporcionadas por la OIT, más de cuarenta millones de personas viven bajo alguna de las formas de esclavitud moderna. De ellas, el 71 por ciento son mujeres y niñas, esto es, unos 30 millones. Terrible lacra que extiende sus tentáculos por los cinco continentes y que tiene un claro sesgo de género.

Como antaño, las causas de la esclavitud son varias, pero todas confluyen en su objeto: la fragilidad del ser humano cuanto más baja es la escala que ocupa. No es de extrañar, pues, que el porcentaje de mujeres en situación de esclavitud supere al de hombres. La libertad es la otra cara de la igualdad. Y en la base de su ausencia se halla la pobreza, la marginación, la dependencia… La esclavitud supone la pérdida sistemática de la libertad en provecho personal o financiero del esclavista.

La esclavitud moderna abarca tanto el trabajo forzoso, ya sea en el ámbito privado o en el estatal, como la explotación sexual y el matrimonio forzoso. Y, aunque afecta tanto a hombres como a mujeres, el porcentaje de mujeres y niñas es, según datos de la OIT, considerablemente superior, de tal manera que en lo que respecta al matrimonio forzoso un 84% son niñas menores de 15 años y, en lo que respecta a la explotación sexual en sus diferentes formas -prostitución, pornografía-, el 99% son mujeres. Muchas niñas en países como India son vendidas o traficadas -en ocasiones por las propias familias- como esclavas sexuales, ya sea en prostíbulos o en matrimonios forzosos con menos de diez años de edad. En otros casos, especialmente en países en guerra o en campamentos de refugiados, el matrimonio forzoso a temprana edad es una vía para huir de la violación.

En lo que respecta al trabajo forzoso, el porcentaje de mujeres alcanza el 58%, incluyéndose en esta categoría la servidumbre doméstica, la agricultura o la manufactura en fábricas ilegales.  La coacción, las amenazas, la violencia, el engaño, las deudas o el abuso de poder son las armas utilizadas para ello. Se calcula que 152 millones de niños (64, niñas y 88, niños) están sometidos a trabajo infantil y de ellos, una tercera parte, no escolarizados, realizan trabajos peligrosos o trabajan más de cuarenta y tres horas semanales.

Los procesos de globalización y la consiguiente descentralización hacen que una gran parte de los alimentos que consumimos o las ropas con que nos cubrimos tengan su origen en procesos de esclavitud. De cada 4 víctimas, una es menor. Baste este abanico de cifras para evidenciar el alcance de la esclavitud aún hoy día. Las guerras, la pobreza, la falta de desarrollo de los pueblos provocan una violación sistemática de los derechos humanos que tiene su corolario en la esclavitud.

Recogido como meta a alcanzar entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, es urgente movilizar todos los recursos y todas las medidas efectivas para terminar con esta lacra humanitaria que tanto sufrimiento provoca en las víctimas. Un problema global que exige una auténtica y profunda cooperación internacional que incluya acuerdos internaciones en materia de derechos laborales, penales y de gestión de la migración.

Una gran parte de la esclavitud moderna guarda una relación directa con la migración y el amplio abanico de mafias que se articulan en torno a ella. Las deudas contraídas en origen se saldan, en una gran mayoría de los casos, mediante procesos de esclavización, ya sea en el ámbito laboral (servidumbre doméstica, agricultura, construcción, manufactura en fábricas ilegales…) o sexual. Actualmente, el número de personas en situación de esclavitud es el mayor de la historia de la humanidad, una situación vergonzosa ante la que no cabe mirar hacia otro lado y ante la que no puede ahorrarse esfuerzo alguno.

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