En la semana de la resaca post-ferias que empezaba el pasado lunes comienzan a surgir algunas preguntas en torno a cómo se han desarrollado estas. La variedad de eventos que acogía Madrid sugiere un punto de inflexión para reflexionar sobre varias cuestiones.
Justo en mitad de la vorágine ferial, el pasado viernes 21 se presentaba en ARCO el Festival Miradas de Mujeres, iniciativa de la asociación Mujeres en las Artes Visuales (MAV). Su presidenta, Marián López Fernández-Cao acudía con un gráfico referente a esta feria en su edición de 2013 donde se hacía notorio algo: la escasa participación de artistas mujeres en comparación al elevado número de artistas hombres. Un debate abierto, constante, incómodo incluso, al que muchos prefieren no apuntarse por lo peliagudo del asunto. Entonces, ¿no hay, realmente, grandes mujeres artistas?
Si nos fijamos en los datos estadísticos que anualmente MAV saca a la luz a través de informes sobre la presencia femenina en el mundo del arte, las preguntas son cada vez mayores: entre 2006 y 2010 las graduadas en Bellas Artes representaban un 65% del total de alumnos, mientras que en Historia del Arte esta cifra se incrementa hasta el 74%.
Sin embargo, aún en 2012 las mujeres artistas con galería eran un 15% y las directoras de museos y centros de arte contemporáneo un 22%.
Las cifras son abrumadoras. Las distancias se imponen. Y en la pasada edición de ARCO sólo un 18,4% eran mujeres artistas, de las cuales apenas un 4,4% eran españolas.
Números, al fin y al cabo, pero que ponen sobre la mesa muchas cuestiones. ¿No hay arte de mujeres que sea interesante? ¿Guiarse por el criterio de calidad, como algunos afirman hacer, es un baremo de objetividad?
En mi opinión la cultura de cada momento es una deudora de su tiempo y de su Historia, de ahí que no viva ajena a todo lo que implique el pensamiento dominante. En nuestro contexto, donde las mujeres han tardado mucho más en conseguir los mismos derechos, e incluso hoy nos toca volver a las calles a reclamar los más básicos, tampoco somos ajenos a nuestra Historia, lo que hace que un criterio “de calidad” no sea sino una excusa para continuar repitiendo patrones patriarcales.
No sólo tenemos buenas artistas mujeres, también grandes comisarias, gestoras, críticas…
El arte hecho por mujeres interesa. Las artistas plantean su modo de ver la situación actual desde otro punto, y no siempre ligado al feminismo. De ahí que muchas sean artistas pero no trabajen temáticas feministas. No se trata de reivindicar únicamente obras con un contenido político sobre la discriminación de género, sino destacar aquellas propuestas que sean interesantes, teniendo en cuenta las dificultades por las que pasa una mujer artista.
Es habitual que a media carrera una artista deje su producción de lado (en algunos casos temporalmente pero en otros de forma definitiva) porque ha sido madre. Y no sólo en los casos de las creadoras; el otro día en una conversación con una comisaria española, ella me preguntaba “¿A cuántas comisarias conoces con hijos?. En cuanto eres madre empiezan a surgir dudas sobre tu capacidad resolutiva como profesional”.
Yolanda Domínguez es una de las artistas más destacadas en el presente. Recientemente ha sido noticia en los medios por reunir a decenas mujeres para registrar sus cuerpos en el Registro de Bienes Muebles en ciudades como Madrid, Bilbao, Sevilla o Barcelona, como protesta contra la reforma de la ley del aborto. La acción, que aún sigue su curso con cientos de mujeres que se registran cada día como un “bien mueble”, muestra la capacidad de la performance para generar protesta (uno de sus planteamientos desde su origen).
Sin embargo esta no es su única acción: antes pudimos ver otras suyas como “Poses”, donde mujeres reales imitaban posturas de modelos en campañas publicitarias en cualquier calle de Madrid, poniendo de relieve lo ridículo del glamour en algunas de estas campañas, tan afanadas en proporcionar una imagen irreal del cuerpo femenino.
Durante todo este mes de Marzo destacan también las múltiples propuestas que se acogen en la mayor parte del panorama español a propósito del Festival Miradas de Mujeres.
Con la conciencia de la escasa presencia femenina en algunos centros de arte, exposiciones o premios de arte contemporáneo, este Festival reúne la obra de más de 1000 mujeres artistas en más de 300 espacios entre galerías de arte, universidades o museos. Nombres variados, edades distintas, técnicas diversas, pero con un objetivo común: mostrar las creaciones de artistas mujeres. Eva Lootz, Regina José Galindo, Carmen Calvo, Miren Pastor, Rosell Meseguer o Teresa Margolles son algunas de las participantes.
Además de exposiciones, también encontramos visitas guiadas feministas, conferencias, encuentros, maratones de videoarte…
Cristina Lucas es otra de estas artistas. Se encuentra actualmente exponiendo su último trabajo en Matadero Madrid, “Es Capital”, una crítica al capitalismo replanteándose la vigencia de algunas ideas formuladas por Marx.
Otras obras suyas siempre han tenido un interés en el arte comprometido con las cuestiones de género, siendo ella misma una artista que se autodefine como feminista.
En “Rousseau y Sophie”, de 2007, un grupo de mujeres golpea el busto público del pensador francés que decora un céntrico parque madrileño, mientras le recriminan su evidente misoginia, palpable en su libro “Emilio” sobre la educación. El gran ilustrado, defensor de los derechos civiles y la libertad del pueblo en medio de un clima revolucionario, se retracta de todo esto cuando afecta a las mujeres, a las que tilda de débiles y pasivas.
La acción de Cristina, acompañada de la música de una banda callejera, supone una protesta alegre e irónica que manifiesta una lucha por la igualdad desde lo lúdico, sin perder un ápice de carga crítica.
Si nos fijamos, encontramos con facilidad proyectos muy interesantes realizados por mujeres artistas que merecen ser conocidos y expuestos. Por eso, y porque vivimos en un contexto donde la mayor presencia masculina es evidente, debemos hacer una esfuerzo por subrayar, destacar y rescatar las obras de las mujeres artistas que se han olvidado o aquellas que no queremos que sean olvidadas en el futuro.