En año olímpico suele sucederme que los estudiantes de audiovisuales se ponen en contacto conmigo para solicitarme entrevista y hablar de los Juegos Olímpicos, la experiencia, la trayectoria, la participación española y mundial, la presencia de la mujer en los Juegos y en el deporte en general. Suele coincidir con dos periodos: mes de diciembre, justo antes de las vacaciones navideñas y en primavera, casi cuando ya están preparando los últimos exámenes y trabajos de fin de curso.
Las redes sociales hacen que contactar con cualquiera que las utilice suela ser una buena vía, directa y efectiva, siempre y cuando el destinatario conteste. En mi caso, suelo hacerlo porque me pongo en la situación del estudiante que tiene enfrentarse a sus primeras entrevistas y me recuerdo a mí misma en mi etapa en la Complutense.
Son jóvenes veinteañeros que casi todos me preguntan lo mismo, si bien alguno se sale de las preguntas clásicas y precedibles y presenta alguna novedad con respecto al resto.
Me agrada muchísimo comprobar como muchos de estos estudiantes están sensibilizados con el tema de la presencia de la mujer en los medios de comunicación, especialmente la mujer deportista. Por sus preguntas me doy cuenta de su indignación por el maltrato generalizado que el deporte femenino sufre en los medios españoles. Para que una hazaña deportiva de una mujer sea portada de un periódico deportivo tiene que ser bestial lo que consiga. Quizá aparezca en portada pero en un recuadrito a la derecha y abajo pero el espacio central y principal se lo llevará otro asunto, preferentemente de fútbol.
Para que una hazaña deportiva de una mujer sea portada de un periódico deportivo tiene que ser bestial lo que consiga.
Memorable fue la respuesta de Mireia Belmonte cuando hace unos meses, después de batir el récord del mundo de 1500, se quejó del trato que recibían sus éxitos y sus compatriotas deportistas. El mismo día de su éxito, la portada de un diario deportivo madrileño fue el cambio de corte de pelo de un futbolista. Noticia de impacto, yo lo entiendo.
Y a base de dejarme entrevistar para sus trabajos de fin de curso, me oigo a mí misma repetir las mismas frases: que el hecho de que se le dé más presencia al deporte femenino en los medios depende del grado de implicación de individuos sensibles a este asunto. Los medios, en sí, son empresas que quieren tener el mejor resultado posible; más espectadores, más radioyentes o más lectores y para eso utilizan que lo que más llama la atención; el fútbol.
Y lo hacen a costa de lo que sea aunque pase por dejar en un segundo plano un éxito deportivo de gran magnitud de alguna deportista femenina.
Las estadísticas demuestran que la práctica deportiva en las mujeres aumenta año a año; los resultados de las españolas en competiciones internacionales es cada vez mayor pero la sociedad se entera muy poquito porque apenas se destaca. En los Juegos de Londres, de las 17 medallas que obtuvo la delegación española, 11 fueron conseguidas por mujeres. Estoy segura de que si salgo a la calle y pregunto algún nombre de esas medallistas, los más avezados podrían decirme, como mucho, tres. Una pena.
Las estadísticas demuestran que la práctica deportiva en las mujeres aumenta año a año; los resultados de las españolas en competiciones internacionales es cada vez mayor pero la sociedad se entera muy poquito porque apenas se destaca.
Pero yo no tiro la toalla. Llevo 30 años en TVE y desde el primer momento he defendido el deporte minoritario y femenino aún sabiendo que mi margen de éxito era muy discreto pero si todos aquellos que nos dedicamos, con devoción, a apoyar este proyecto lo abandonamos por falta de resultados ¿Qué sería del deporte femenino en España? No me rindo; creo que las deportistas merecen un reconocimiento social que se les está negando históricamente y aunque mi labor sea pequeña y efímera, me congratula pensar que salen nuevas generaciones sensibilizadas con este tema y esto me hace pensar que la siembra que hemos hecho desde hace muchos años muchas mujeres, y también algunos hombres, no ha sido en vano pero me entristece pensar que casi estamos en el mismo punto que cuando yo llegué de becaria a TVE.
Pongo, y seguiré poniendo, mi voz del lado del deporte femenino porque se lo merecen aunque sea un granito de arena en un desierto. De algo servirá, eso quiero creer.