Tengo un “amigo” en Face cuyas publicaciones sigo con asiduidad porque es de izquierdas, inteligente, agudo, divertido, crítico…
Excepto con el tema de las mujeres. Ahí, de tanto en tanto, se le va la pinza y le fallan filtros que no le fallarían ante el racismo, la xenofobia, la homofobia…
Y lo más sorprendente: cada vez que eso ocurre, un coro entusiasta de señoras le ríe las ocurrencias…
A veces, intervengo. Él ni se inmuta. Ni tiene por qué hacerlo: ya se encarga la guardia pretoriana de señoras de defenderlo con entusiasmo.
Esgrimen los bien conocidos argumentos: no se puede ser tan tiquismiquis y exagerada. Hago lecturas sesgadas. Si la gente fuera como yo, habría que prohibir toda la literatura, todo el cine, el arte, etc. etc.
En fin, un delirio.
Un delirio, veamos, si no:
-“Soy tiquismiquis”. Si este “amigo” de fb colgara un chiste homófobo, si hiciera un comentario xenófobo o racista todo el mundo lo detectaría de inmediato y la mayoría (pues creo que sus amistades son de izquierdas) se pondría tan “tiquismiquis” como me pongo yo. Pero ¿el machismo? ¿de cuándo acá queda feo o de cuándo acá es incompatible con la progresía? ¡qué exageración la mía!
-“Hago lecturas sesgadas” sí, en efecto, me extraño de que, por ejemplo, una vez más, sea “el caballero” el que tiene que salvar a la señora. Y me recriminan que no me fije en lo realmente importante: el amor que desprende la historieta. Como lo oís: el amor. Seguro que si se tratara de un blanco salvando por millonésima vez a un negro pazguato, el “sesgo” quedaría mucho más claro (sobre todo si, además, fuera acompañado del asesinato semanal de un negro por un blanco, o de una violación cada ocho horas de un negro por un blanco).
-“Soy una especie de inquisición, quiero prohibir todo”. Yo no pretendo prohibir barbaries (porque sí, son barbaries) machistas, racistas, homófobas excepto cuando se trata de agresiones directas y brutales contra los derechos humanos básicos. Entonces sí. Sin ambages. Pido castigo. Y lo pido por igual para quienes siguen negando o alabando el genocidio de los judíos, para quienes pregonan que los negros son una raza inferior solo digna de ser esclavizada, o para quienes proclaman que matar, violar o torturar mujeres es estupendo.
-“Me quiero cargar las obras clásicas de la literatura, el cine y el arte”. ¡Hala, ahí queda eso! Me maravilla que no sepan distinguir los diversos niveles de lectura de las creaciones. ¿Qué lector o lectora de Bécquer ignora el relente antijudío de algunas de sus leyendas? ¿Acaso l@s cinéfil@s no detectan los tintes racistas de Nacimiento de una nación (D.W. Griffith, 1915) aunque se trate de un film extraordinario?
O sea, aceptamos que, por muy grande que sea una obra, es casi imposible que no arrastre alguna miseria (sutil o enorme, depende), que no tenga adherencias más o menos repugnantes, que se libre totalmente de las contingencias de su época. No sostenemos que esas limitaciones se deban ignorar sino que se deben colocar en su lugar y contexto.
Sabemos que esas creaciones son transcendentes a pesar de sus mezquindades y debilidades.
Bécquer es divino en sus poemas pero su antisemitismo empaña sus leyendas ¿pasa algo por constatarlo? ¿Al hacerlo estamos escupiendo o menospreciando todas las obras de Bécquer? ¿reclamamos que se prohíban? Pues no, pero sí reclamamos que, cuando se estudie, se comente ese punto retrógrado (y se lamente).
Cervantes no podía saber que algún día las mujeres pediríamos la igualdad, rechazaríamos los roles genéricos asignados, y contestaríamos la sumisión que se nos asigna. Pero Cervantes es grandioso. Por supuesto que recoge y refleja los límites de su época y así, por ejemplo, en el capítulo XLIX de la Segunda parte, Sancho sentencia: “[…] que la doncella honrada, la pierna quebrada, y en casa, y la mujer y la gallina, por andar se pierden aína”. Pero, en el capítulo XIV de la Primera parte, introduce un personaje como Marcela que proclama verdades aún no aceptadas por algunos machistas de hoy, cuatro siglos más tarde.
Y ahí es donde quiero llegar: la historia existe. Se puede comprender que Quevedo sostuviera ciertas opiniones pero ¿serían de recibo actualmente? ¿comprenderíamos el antisemitismo de un Bécquer actual? ¿ nos merecerían el mismo juicio el racismo de Griffith y el que pudiera tener un director contemporáneo nuestro? Por mucho que nos guste un cantante ¿pasaríamos por alto que hiciera loas homófobas?
Ah! Pero si muestra misoginia, entonces no pasa nada. Pelillos a la mar. Ante el machismo, no debemos mostrarnos cerradas, ni inquisitoriales, ni pesadas, ni tiquismiquis…
Sí, triste pero cierto: hasta las mentes más preclaras están corroídas por el patriarcado y, lo que es peor: se niegan a ser criticadas por ello.
A bsolutamente de acuerdo. Siempre dando en el clavo con tus articulos, Pilar.
Nos mostraremos como nos dé la gana y si no les gusta…