La hora de las Víctimas

Sonia Vaccaro
Sonia Vaccaro
Psicóloga clínica. Perito forense. Experta en Victimología y Violencia basada en el género.
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Me dicen que Dylan Farrow ha dado una entrevista[1] en el programa CBS This morning  donde ha contado el abuso que sufrió por parte de su padre, Woody Allen. Que hoy, a sus 32 años, ha querido hablar de frente a una cámara y exponer lo que le sucedió cuando tenía 6 años de edad. Aquello que tantas veces contamos que había relatado a través de su hermano y en varias cartas a los medios.

A su vez, veo que muchas actrices (si, parece que siempre somos las mujeres) se están declarando por primera vez a su favor. Creo que la caída de la máscara de ese «mamut» que es Allen, hará mucho ruido, más de lo que nos imaginamos y por supuesto que habrá un contramovimiento que dirá que Dylan busca: notoriedad, dinero, venganza, etc. También pondrán contraargumentos: la otra hija que diga lo contrario y atribuya el delito a una  niña de seis años, gente que dicen que ha visto que dijo…, que continúan los efectos del lavado de cerebro, argumento que utilizó el perito del padre durante la investigación que comenzó con la denuncia en Connecticut, lugar donde sucedieron los hechos. Argumento este último, ad hoc del perito del padre, el mismísimo Richard Alan Gardner, el mismo que había inventado el “sSap”, el mismo que proponía que la pedofilia sea considerada una orientación sexual más y que se la equipare a la homosexualidad (sic). Surgirán las voces que reforzarán en Mia Farrow  el estereotipo de mujer-resentida-porque-el-la-dejó-para-irse-con-su-hija-adoptiva,  también saldrán hasta las multas de tránsito de Dylan y todo el/la que pretenda defenderla como muestra de que es gente con causas judiciales.

El guión es tan de manual que no es que yo sea adivina, sino que se puede predecir sin dudas. La solidaridad de género es muy común entre los hijos sanos (y obedientes) del patriarcado. Ya comenzaron a aparecer las voces de solidaridad entre los machos que algo también tienen para esconder. Mas de uno (y no sólo del mundo del cine) está temblando sabiendo que la ola les puede arrastrar a ellos.

Celebro esta «hora de las víctimas», celebro que poco a poco las mujeres y niñas víctimas (si, el 90% de las víctimas de abuso sexual e incesto son niñas/mujeres) hayan comenzado a perder el miedo, su autocensura  y su sentimiento de culpabilidad, ese que tanto se refuerza cuando se cuenta lo sufrido, cuando se denuncia, cuando se describe una y otra vez ante miradas incrédulas y cómplices lo que pasó.

Celebro que se comience a hablar y a denunciar. Que se cuestionen los prejuicios de quienes interrogan a una víctima, ¿les habrá alguien explicitado alguna vez que a una víctima no se la interroga? Que una víctima presta su testimonio y por lo mismo, los interrogatorios al uso para conocer qué sucedió, sobran. Que una víctima es una víctima, al menos, hasta que se demuestre lo contrario. No su inversa.

En este momento, a muchas víctimas solo les queda la denuncia social, porque judicialmente el delito prescribió, pero no importa, el escarnio público también es una condena. Y llega, siempre llega.


[1]http://www.elmundo.es/loc/celebrities/2018/01/18/5a60c2c6e2704e1d488b45ba.html

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Comentarios

  1. “La solidaridad de género es muy común entre los hijos sanos (y obedientes) del patriarcado”, pues, la cultura perversa patriarcal imperante — para defenderse de los inevitables cambios y movimientos — de los sectores estereotipados y cristalizados, se vale del poder que controla las herramientas comunicacionales que ayudan y mantienen el statu quo.
    La irresoluble perversión no sublimada y la ambigüedad sexual del varón que posee la decisión final en este esquema, donde el macho sigue siendo la ley, se permite “Invisibilizar el sexo al universalizar el género para destruir el feminismo”, como acertada y lucidamente lo afirma Raquel Rosario Sánchez: “Camaradas, he aquí una opinión controversial: yo no aguanto la palabra género” “Hablamos mucho sobre “violencia de género” cuando en realidad lo que queremos es decirles a los hombres, como clase social, que cesen inmediatamente de estar violentando y asesinando mujeres y niñas” “La excusa es que también hay que trabajar las masculinidades y las diversidades sexuales. Como siempre, las mujeres tenemos que cargar con la responsabilidad histórica de deconstruirnos a nosotras mismas y encima de eso hacerle el trabajo de deconstrucción a los otros también” Como explica la escritora Victoria Smith, el género es una ideología que promueve la conformidad” “El género es lo que dicta que las mujeres, por ser mujeres, deben ser sumisas, tiernas, débiles y malas en las matemáticas. El género es lo que dicta que los hombres deben ser agresivos, bruscos, autoritarios y que nunca, pero nunca, pueden llorar” “El hecho de que el género, el mecanismo a través del cual se legitima la subordinación de las mujeres y niñas, sea reinterpretado en el mejor de los casos como neutral, y en el peor como algo liberador, representa un rotundo éxito patriarcal y un indicador de la gravedad del problema en el que nos encontramos las feministas interesadas en la emancipación colectiva de mujeres y niñas”
    Para que lo femenino pueda modificar la perversa civilización patriarcal, es necesario aquilatar la acumulación de la gran cantidad de “experiencia” en sus sistemas mnémicos y la diversa fijación de las relaciones provocadas en éste material mnémico, por distintas adaptaciones, en el transcurso de milenios por las sucesivas generaciones del varón; irresoluble perverso y ambiguo sexual. La “habilidad” del perverso patriarca dominador dispone “libremente”, por la ley del varón, de todo el material económico y cultural para “enviarlo”, como gasto inútil en las diversas infraestructuras a su arbitrio de la educación, la salud, la política, etc., que disminuye el potencial de lo femenino para su transformación. El perverso patriarcado consigue, como sistema, mantener en quietud la mayor parte de la reivindicación femenina y emplea una pequeña parte, de la misma, para emplearla en el desplazamiento de su enredo leguleyo
    El sentido y la verdad del feminismo, es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
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