Durante estos últimos días se ha podido ver compartida en las redes sociales una muy famosa frase de Simone de Beauvoir que dice lo siguiente:
“No olvidéis nunca que bastará con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen. Estos derechos nunca son adquiridos. Deberéis permanecer alerta durante toda vuestra vida”
Y la verdad, es que si hubiera dicho esta frase hace muy poquitas horas, o muy poquitos días, lo habría literalmente “clavado”.
Si hay algo que ha dejado al descubierto las negociaciones entre los partidos de la (extrema) derecha para formar el Gobierno Andaluz, es que los derechos de las mujeres, en cualquier momento, pueden verse amenazados, cuestionados e incluso retirados, a poco que el patriarcado más rancio, machista, misógino, racista y homófobo, se ponga las pilas (y lo que nos queda todavía por ver).
Independientemente de que sean objetivos aparentemente pretendidos, o se consideren meros postureos para dejar bien a las claras su diferenciación ante los demás partidos del espectro político de la derecha, y que lo que promuevan sea a corto plazo difícil de imaginar o asumir (sus deseos ante leyes que requieren una amplia mayoría en el parlamento español para ser retiradas están todavía lejos de convertirse en objetivos reales a corto plazo), lo que viene a dejar claro los avances de determinados posicionamientos políticos que se comienzan a entrever y a vislumbrar en el horizonte político nacional es lo siguiente.
No se trata solo de derogar la Ley de Violencia de Género.
De acabar con los derechos de la comunidad LGTBI.
De tumbar la Ley de Igualdad.
De expulsar a las decenas de miles de inmigrantes que estimen oportuno.
Es un aviso a navegantes.
Se trata de dejar bien a las claras, que los derechos “universales y humanos” de las mujeres no son ni mucho menos indiscutibles.
Ni adquiridos.
Como decía la frase de Simone de Beauvoir que mencionábamos al principio del artículo.
Se trata de derechos en el mejor de los casos, usufructuados.
Pero no en propiedad.
Y por si no nos ha quedado meridianamente claro, con su bochornoso y deleznable documento de 19 puntos que finalmente no consiguieron llevar a cabo de la mano con el PP, estos derechos inalienables de las mujeres están, en importancia, por detrás (en su particular lista de prioridades) de los ‘derechos’ de la tauromaquia, de la caza, de las festividades de la Semana Santa, del folclore y del flamenco, y ¡¡¡hasta de la artesanía!!!
Ver para creer.
Hasta este nivel de desfachatez llega su particular abanico ideológico.
De poco vale que la comunidad internacional considere las diferentes violencias sufridas por la mujer como una pandemia de carácter mundial (según la ONU, “… Al menos una de cada tres mujeres ha sufrido en algún momento de su vida violencia física o sexual, principalmente por parte de su pareja…”).
Que la Igualdad de Género sea uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible para un ya demasiado cercano 2030 (también, promovidos por las Naciones Unidas como meta para la consecución de una sociedad más equilibrada, igualitaria, ecológica y equitativa).
Que la Ley de Violencia de Género aprobada en 2004 y apoyada en su momento por todos los grupos parlamentarios, haya sido mencionada por ONU Mujeres, World Future Council y Unión Interparlamentaria como una de las mejores leyes y políticas del mundo que persiguen poner fin a la violencia ejercida contra las mujeres y las niñas.
Que sea una Ley avalada por el Tribunal Constitucional (máximo órgano español que ejerce la función de supremo intérprete de la Constitución) y ratificada hace bien poquito por el Tribunal Supremo.
Que hayan muerto durante los últimos 15 años casi 1000 mujeres asesinadas a manos de su pareja o expareja, varón (dato que desean ocultar e invisibilizar, cueste lo que cueste).
Que el año pasado se hayan registrado más de 166.000 denuncias por violencia de género.
Que probablemente sea una cifra extremadamente corta si atendemos a que las denuncias llevadas a cabo solo corresponden a un más que exiguo 15-20% de los casos reales de violencia de género que pueden estar presentes en nuestra sociedad (con lo cual es muy probable que estemos en cifras anuales de alrededor de 600.000 casos de violencia de género solo en nuestro país).
Que las víctimas mortales de violencia de género sean solo la punta de un iceberg de una violencia estructural machista que busca la dominación y el control del hombre sobre la mujer, en todas las esferas tanto del ámbito público (acceso al trabajo, brecha salarial, techo de cristal, suelo pegajoso, feminización de la pobreza, acoso sexual, acoso por razón de sexo, acoso callejero) como del ámbito privado (del que tanto tiempo costó convertir lo “personal en político” y sacar a la luz un problema endémico como era la violencia ejercida del hombre hacia la mujer en las relaciones de pareja dentro del hogar).
La Violencia de Género como la muestra de máxima desigualdad entre hombres y mujeres.
Sin hablar de otros problemas tan dramáticos como el de la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, de los matrimonios infantiles (que solo afectan a ellas), de la mutilación genital femenina (más de 200 millones de mujeres y niñas en la actualidad, a lo largo de todo el mundo, han sufrido esta práctica), de los crímenes de guerra que tienen a ellas como víctimas (a través de violaciones en masa que buscan castigarlas solo a ellas) propiciatorias de crímenes de lesa humanidad.
Ante todos estos argumentos de peso, nada.
Mentiras y datos falsos.
Cifras y datos falsos que cuesta una enormidad hacer frente (ésa es la victoria pírrica, particular y deleznable que buscan conseguir).
Dices una mentira por TV o por Twitter y para combatirlo y hacerle frente, necesitas más de un centenar de asociaciones y colectivos feministas para publicar un manifiesto que explique y revoque todas las mentiras que son más fácilmente creíbles para una gran mayoría de población (masculina) que busca recomponer sus particulares miserias personales buscando un enemigo al que dirigir su frustración.
Este es el precio que hay que pagar y el campo de batalla actual donde se desarrolla la guerra “entre sexos” que ellos sí que quieren estimular, apoyar y aprovecharse de él.
Porque de lo que se trata es de poner el género en disputa.
Está en juego mantener el estatus del patriarcado o conseguir definitivamente derribarlo.
En un momento clave en donde el feminismo (véase el pasado 8M y sus consecuencias y avances en la sociedad española y mundial) está teniendo un peso trascendental en su particular historia.
Estamos ante el cambio de sociedad más importante al que se enfrenta el mundo desde los tiempos de la Revolución Francesa (curiosamente, los tiempos en los que se inició el Feminismo tal y como lo conocemos hoy en día).
Está en juego la sostenibilidad de la sociedad actual.
La igualdad tal y como la entendemos las personas que reconocemos el sesgo androcentrista, patriarcal, sexista y machista que la historia ha ido acumulando a través de los siglos.
Está en juego la convivencia entre mujeres y hombres a un mismo nivel de igualdad.
Sin cadenas.
Sin desigualdades.
Sin menosprecios, sin violencias y sin discriminaciones por razón de sexo.
Repetimos.
Está en juego el género en disputa.
Y tú, ¿de qué parte o bando estás?
El Género en disputa
- Advertisement -
- Publicidad -