¿Buscas trabajo? Hazte puta. (1)

Elva Tenorio
Elva Tenorio
Licenciada en Medicina y Psicología. Feminista. Grupo Barcelona
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Mujeres, Feministas y de izquierdas, el futuro que quieren para nosotras, ya está aquí.

¿A qué estamos esperando para legalizar la prostitución como un trabajo empoderante para las mujeres y las jóvenes?
se preguntaban este fin de semana las representantes políticas de Esquerra Republicana, BCNenComú, diputada de Ciudadanos, ex alto cargo del PSOE, y una miembra del consejo ciudadano de Podemos, junto con algunas juristas laboralistas, que, con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona, se han reunido este fin de semana en la Jornada sobre Trabajo sexual, derechos laborales y sindicación, que convocaba el sindicato, sin estatutos, Otras, de profesionales del sexo de pago.
Analicemos el contexto donde se produce esta relevante pregunta que afecta a todas las mujeres en la construcción social y política de nuestro futuro.

El estado de la cuestión
Los puestos de trabajo destruidos en la última crisis económica sin duda preocupan a nuestras políticas profesionales. Cada partido promete aplicar sus fórmulas ante la nueva oleada de agresión capitalista, denominada neoliberalismo. Las clases populares han visto desaparecer, de manera democrática y constitucional, derechos que, hasta hace bien poco, se consideraban básicos.
Ya no hay pleno empleo, probablemente, nunca más lo habrá. Una minoría de afectados y excluidos, se movilizan en las calles y son reprimidos con todos los medios de los que dispone el Estado, único legitimado para el uso de la violencia. Una gran mayoría de la población piensa que nada puede hacerse. Se trata, en realidad, de un fenómeno denominado en psicología “indefensión o impotencia aprendida” que suele preceder y acompañar a la depresión mental. Puede afectar a sociedades enteras, cuando los castigos que la han propiciado, han sido aplicados de manera contundente y suficientemente reiterados en el tiempo.

Otro fenómeno psicológico, el Síndrome de Estocolmo, hace que lleguemos incluso a admirar a aquellos que nos maltratan o nos secuestran derechos. En este caso, el síndrome puede incluso contribuir a que les votemos una y otra vez, democráticamente, para permitirles que sigan aplicando reiteradamente los mismos castigos, las mismas políticas que beneficien a los grandes lobbies que nos gobiernan.

 

La Institución de la prostitución, el patriarcado y la ideología
En este contexto de crisis financiera, económica y social, de tambaleo de las instituciones y pérdida de valores, una institución y unos privilegios pugnan todavía por preservarse: el derecho de los hombres al sexo de pago y el de las mujeres a proporcionárselo.
La institución de la prostitución puede salvarnos de la anomia social ya que es “el oficio más antiguo del mundo, que ha existido siempre y siempre existirá”.
Esta Institución ancestral, tan ancestral como lo es el patriarcado, está sufriendo numerosas transformaciones. Se ha convertido actualmente en una poderosa industria transnacional en expansión capaz de generar numerosos empleos. Lo saben los inversores, lo saben nuestras políticas.
La prostitución como trabajo, como una salida laboral, está siendo ya ampliamente propagandeada en las televisiones públicas en horario infantil y de mayor audiencia: “Hazte puta en un fin de semana”, resaltando la gran labor social de convertirse en “asistenta sexual para discapacitados”, además de la motivadora afirmación de que “ser puta te permitirá pagar bolsos de Louis Vuitton y la matrícula del máster”. Estos son algunos de los mensajes, que se acompañan de numerosa literatura, revistas femeninas y películas con dichos mensajes. Incluso, en una marterpiece cinematográfica que se emite semanalmente desde que se estrenó, hace dos décadas, una atractiva Julia Roberts es rescatada por el elegante putero, Richard Gere, que de rico y despiadado hombre de negocios, se convierte en un ser sensible y solidario, gracias al sexo de pago que le proporciona la buena y hermosa prostituta.

Desestigmatizar la institución de la prostitución, transformándola en una salida laboral normalizada para las mujeres y jóvenes, es la propuesta de esos partidos políticos que prometen progreso, de gran parte del movimiento femenino neoliberal, de los lobbies proxenetas y de algunas mujeres en prostitución.

Los medios cumplen rigurosamente su función política: sensibilizar y crear modelos a seguir en el ideario público. Cualquier tema puede convertirse en banal, cotidiano, deseado, normal o monstruoso, de acuerdo con los ideólogos publicitarios y los diversos agentes e intereses en juego. Esos intereses son muchos y poderosos en esta industria tan lucrativa del mercadeo del cuerpo de mujer.
Actualmente cumplen esta función en el imaginario social, además de las televisiones públicas y privadas, la prensa escrita, la literatura, los partidos políticos y sindicatos de clase… pero también las universidades. Algunas catedráticas y doctoras, se convierten en prestigiosas y famosas precisamente por promocionar este nuevo relato ilusionante: la prostitución es un trabajo femenino que empodera a la mujer, mejor remunerado, por ejemplo, que fregar suelos, cuidar a personas dependientes o ser profesoras universitarias. Probablemente, éstas últimas o sus hijas, nunca tengan la necesidad de ejercer de putas para demostrar sus propias teorías, pero eso no les impide asegurar que es una estupenda “estrategia de supervivencia” para las migrantes y mujeres empobrecidas.

La prostitución como trabajo, como una salida laboral, está siendo ya ampliamente propagandeada en las televisiones públicas en horario infantil y de mayor audiencia

Desestigmatizar la institución de la prostitución, transformándola en una salida laboral normalizada para las mujeres y jóvenes, es la propuesta de esos partidos políticos que prometen progreso, de gran parte del movimiento femenino neoliberal, de los lobbies proxenetas y de algunas mujeres en prostitución. Éstas últimas, glamurosas y televisivas, incitan a otras a prostituirse. A una gran mayoría de ellas, dedicadas a lo mismo, pero no tan fotogénicas, no las podemos ver ni oír, no van a congresos, por estar recluidas en pisos y burdeles, únicamente aparecen en los medios cuando las matan, y entonces, ni siquiera hace falta conocer su nombre, no son noticia, pues no entran en ninguna estadística.

 

Algunas propuestas y políticas públicas para el futuro de la Institución
El mercado y las mujeres sería más libre si no fuera por el “estigma social”, nos sugieren las políticas reunidas en la Jornada. Por ello, para evitar el estigma social ligado a la “mala puta” y por si no fuera suficiente con los diversos medios de propaganda, se me ocurre que los partidos políticos deberían incluir en el programa, políticas que afecten al estamento socializador por excelencia que es la escuela.
De esta manera, en los centros docentes públicos se podrían impartir cursos de formación profesional para el adiestramiento de putas. Las jóvenes asimilarían desde pequeñas que pueden acudir a esta forma de empoderamiento femenino como recurso laboral, compitiendo en el mercado gracias a su belleza y habilidades.
A su vez, los compañeros masculinos serían educados en la seguridad de poseer el derecho a acceder al cuerpo de sus compañeras o a poner en práctica la pornografía que ven gratuitamente en internet, sobre todo si el estado y la industria los promocionan como derechos masculinos inalienables.
Legalizar la prostitución desde el Estado, es la forma de acabar con las mafias, que raptan, captan, trafican y tratan a mujeres, adolescentes, niñas o migrantes, usando la violencia sobre ellas o sus familiares, nos aseguran nuestras políticas y expertas, reunidas en asamblea.
De esta manera, el propio Estado, único legitimado para ejercer la violencia, puede acabar con estas redes de mafiosos o proxenetas privados, creando su propia gran reserva de mujeres autóctonas o migrantes legalizadas, como provisión para el mercado y obtener además pingües beneficios a través de los impuestos.
Por tanto, en buena lógica, si quisiéramos garantizar el derecho de los hombres a disfrutar del sexo de pago y el de las mujeres a evitar el paro, tenemos que considerar la prostitución, como una institución a promocionar por el Estado y las Administraciones, no de manera encubierta como hasta ahora, sino como un genuino derecho masculino y una industria en expansión de la mercantilización del cuerpo femenino.

¿Un proyecto feminista y de izquierdas?
En esta normalización de la mercantilización y banalización social de la prostitución, si se trata de un proyecto de la izquierda, habría que evitar, sin embargo, demasiadas connivencias público-privadas. La plusvalía obtenida del uso del cuerpo de las mujeres, no tendría que acabar en pocas manos o ir a parar a fondos buitres o de capital-riesgo que repartan beneficios entre accionistas anónimos de otros países.
Al igual que sucede con otros empleos, garantizar que las mujeres cobren el salario mínimo interprofesional, y que el ejercicio del trabajo se haga en condiciones de higiene y seguridad para los clientes puteros, debe aplicarse a través de normativas y leyes progresistas, como en otros sectores laborales. En este trabajo, los accidentes o las muertes, podrían entrar en las estadísticas de accidentabilidad laboral. Ahora las mujeres asesinadas o apaleadas por sus clientes ni siquiera contabilizan como objetos de violencia machista.

El Estado debería invertir también fondos públicos en educar a los futuros usuarios, para que se conviertan en buenos usuarios y así cumplimentar políticas de disminución del riesgo.
Las propuestas de izquierda, deberían incluir y promocionar incluso, la instalación de prostíbulos municipales, como equipamientos sociales, higienizados y gestionados públicamente. Éstos podrían disponer también de cámaras ocultas, para prevenir el acoso sexual. La salud laboral con controles periódicos sanitarios, prevendría enfermedades transmitidas por esas trabajadoras a sus clientes y seguramente evitaría también que muchos hombres confundan este ejercicio de su derecho ancestral al cuerpo de las mujeres, con una práctica de violencia y poder, como siempre ha sucedido. Como efecto secundario, también los protegería a ellos de la mala conciencia, si fuera el caso, al creerse con derechos sobre el cuerpo de mujeres que, como ellos saben, no les desean. Si se paga, ya no es violación. El cliente, si paga, siempre tiene razón.

proporcionar placer y reafirmar en su poder a los hombres, siempre ha sido y será la vocación y destino de cualquier mujer, sea esta puta, esposa, compañera o amante ( ) los reunidos este pasado fin de semana, ( ) así lo proclaman.

Las administraciones de izquierda pueden incluso alentar a crear cooperativas, sin ánimo de lucro, sociedades limitadas, o fundaciones, para que puedan acceder a contratos de las administraciones públicas, sobre todo con motivo de las Ferias y Congresos. Sabemos que esos ejecutivos de día, se transforman en puteros por las noches. Es un sector que precisa una gran cantidad de trabajo temporal.
Nuestras ciudades, que ya están suficientemente acreditadas internacionalmente como destinos de turismo sexual, tienen que poder beneficiarse de este tipo de turismo de sexo y de las ganancias que produce el ejercicio de ese derecho masculino, natural, irreflenable, biológico, transnacional, y progresista.

En resumen
En esta época de crisis donde una gran mayoría de mujeres jóvenes podrían recurrir mayoritariamente a esa salida laboral de no persistir la moralina del estigma, siendo cómo es, “el oficio más antiguo del mundo y que siempre, siempre, existirá”, tendríamos que garantizar desde el estado, los derechos de los puteros al cuerpo de las mujeres y promocionar a las mujeres y jóvenes de un trabajo en donde nunca hay paro, ofreciendo además, formación pública, gratuita y reglada desde el instituto.
Sólo con la intervención decidida del Estado y las Administraciones, se puede regular un mercado, que se nos va de las manos y que provoca que sus emprendedores y arriesgados empresarios, evadan su dinero a paraísos fiscales o utilicen redes mafiosas de trata y prácticas de violencia como método de persuadir a muchas mujeres pobres, poco convencidas, o a las que todavía no se las ha incitado suficientemente a ver las ventajas empoderantes de esta ocupación. El Estado debe tomar su relevo.
El negocio es muy rentable y necesita operarias especializadas en número creciente, con un alto grado de rotación. La mercancía, la carne fresca, tiene que cambiarse con frecuencia. Se trata de un trabajo intenso, pero con un poco de suerte puede volverlas millonarias, como le pasó a Pretty Woman, con un matrimonio ventajoso.
Promover la prostitución empodera a las mujeres, genera puestos de trabajo, concede legalidad a los emprendedores y mantiene intactos los derechos y privilegios masculinos.
Por otra parte, proporcionar placer y reafirmar en su poder a los hombres, siempre ha sido y será la vocación y destino de cualquier mujer, sea esta puta, esposa, compañera o amante.
Mujeres, juristas y partidos políticos, ER, BCNenComún, excargo y militante del PSOE, Ciudadanos y Podemos, en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, reunidos este pasado fin de semana, convocadas por el sindicato, sin estatutos, Otras, de profesionales del sexo de pago, así lo proclaman.
El futuro que quieren para nosotras, ya está aquí, pero ¿por qué será que me recuerda tanto al pasado?

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