La Escuela Feminista Rosario Acuña 2019 completó el aforo en las primeras cuatro horas tras la apertura de las inscripciones
El feminismo mantiene desde sus inicios ilustrados que ser mujer no es ninguna esencia, sino una construcción normativa tópica en la que no todo es ni mucho menos aceptable.
Ha seguido negándose al esencialismo durante toda su singladura histórica.
Tampoco ha aceptado que»biología sea destino» en los términos clásicos y excluyentes en que esta afirmación se usó, polémicamente, para oponerse a los derechos educativos,civiles y políticos de las mujeres en las sociedades abiertas.
Para significar esta posición ha usado el concepto analítico de «género» y ha recalcado la afirmación de Beauvoir «No se nace mujer; se llega a serlo».
Como consecuencia de sus victorias novísimos modos de presentación del cuerpo hicieron aparición en nuestras sociedades, a la vez que una vindicación decidida de la libertad sexual. Oponerse tanto a los numerosos mandatos estéticos de feminidad cuanto a dejar el cuerpo y el yo en manos ajenas ha marcado la agenda feminista.
Como derivado de esa lucha, en buena medida exitosa, un esencialismo constructivista, la teoría queer, ha nacido al amparo de los nuevos espacios delibertad. No es feminismo, aunque devenga de él. Ni el feminismo puede ser confundido con la teoría queer ni mucho menos sustituido por ella.
A la mera idea de que existe una identidad femenina esencial el feminismo ha respondido con el análisis de las múltiples «heterodesignaciones» con las que la supuesta esencia femenina se construye y se percibe. La teoría queer,y más a medida que se aleja de la agenda feminista, corre el peligro de impostar de nuevo precisamente una identidad inadmisible.
Desde el feminismo se impone marcar la raya entre la «proliferación identitaria» tomada performativamente, esto es, como un juego paródico, y la teoría feminista como una devenida directamente de la democracia y su rechazo de los estereotipos. Desde la libertad es necesario establecer un debate sobre las implicaciones de la práctica feminista, para aclarar y consolidar nuestros discursos sobre libertades e identidades.