Hay libros que te enriquecen la mente y el corazón. O dicho de manera más sofisticada: te nutren la inteligencia racional y la emocional.
Exactamente es lo que consigue Se acabó el silencio, escrito por Pilar Alcántara González, Tasia Aránguez Sanchez y Mar Molpeoceres Molpeceres.
Sabemos que, como mujeres, todas estamos sometidas al patriarcado, pero también sabemos que no todas lo estamos de la misma forma, en la misma proporción y exactamente de la misma manera. Sabemos que a una mujer en paro o con trabajo precario le llueven problemas que una catedrática de universidad no conoce. Sabemos que una negra o una emigrante padece agresiones añadidas provocadas por el racismo y la xenofobia…
La meta del feminismo es nuestra liberación, lo que implica luchar contra los menosprecios, violencias, ninguneos, abusos que padecemos. Pero, que deseemos combatir los abusos patriarcales, no significa que las feministas tengamos -ni colectiva ni individualmente- ciencia infusa sobre cuáles son las necesidades y urgencias de todas las mujeres ni que conozcamos las agresiones específicas que padecen determinados colectivos.
Así, yo, por ejemplo, como me considero feminista, intento tener la mente abierta, las antenas desplegadas y estar ojo avizor, a fin de captar las situaciones de las mujeres que viven circunstancias diferentes a las mías. Ahora bien, soy consciente de mis limitaciones cognitivas y emocionales. Sé que en muchos campos solo tengo informaciones abstractas, básicas y descarnadas.
Y lo que me pasa a mí, les pasa a muchas. De modo que, para enriquecer y agrandar nuestra mirada sobre la realidad, necesitamos que otras mujeres nos ilustren. Y, por supuesto, para enriquecer, plasmar e incluir contenidos concretos en la agenda feminista, necesitamos que las mujeres que viven esas situaciones las analicen y nos las expliquen a las demás.
Así, yendo a lo concreto: las feministas no ignoramos que son las mujeres quienes cuidan a hijos, esposos, ancianos, enfermos. Tales circunstancias suponen para ellas un altísimo costo y las obligan, a menudo, a descuidar sus propias vidas.
También sabemos que, tanto los síntomas como los tratamientos de muchas enfermedades, se estudian en varones (verbi gratia, el infarto) y sabemos que tan viciado proceder conlleva peligro añadido para nosotras. Y sabemos que hay enfermedades que no se investigan o que se diagnostican tarde y mal porque solo afectan a las mujeres.
Sabemos igualmente que una mujer con discapacidad sufre muchas más agresiones, menosprecios, ninguneos y abandonos de los que sufren los hombres en la misma situación.
Todo eso, lo sabemos y nos inquieta, pero rara vez vamos más allá de una preocupación vaga e imprecisa. Es así porque carecemos de datos concretos y pormenorizados. Para alcanzar ese conocimiento, para encarnarlo, necesitamos que quienes viven esas situaciones nos ilustren, nos expliquen y nos informen de la realidad y de lo que ayudaría a paliarla o mejorarla.
Y eso es lo que hacen en este libro Mar, Pilar y Tasia: analizar, aportar sus conocimientos y experiencias, instruirnos.
Las autoras parten de su vivencia personal y parten igualmente de un posicionamiento feminista y reivindicativo.
Como sabemos, al feminismo no se puede llegar esperando que te den la receta ya hecha, reclamando: “¿Qué hay de lo mío?”. Ni se puede llegar con el rencor enquistado, acusando: “Sois un asco, ignoráis lo mío”. Cuando se llega al feminismo y se comprueba que la situación de opresión, abuso y discriminación que una vive no es conocida y, en consecuencia, no está cabalmente asumida por el movimiento, lo que se hace es explicar y poner en conocimiento de las otras la situación a fin de elaborar políticas adecuadas para que el movimiento feminista las incorporare a la agenda reivindicativa.
Y eso hace este libro. Por eso se llama, de manera muy acertada, Se acabó el silencio.
No es, pues, un canto al masoquismo femenino, ese que el patriarcado nos ha vendido como un ideal, el de la mujer que sufre en silencio y asume dócilmente. También rechaza el espíritu católico de “El dolor te hará ganar el cielo; las penalidades sirven para engrandecer el alma”. Esos cánticos acaramelados que, en su versión moderna, se convierten en recetas del tipo: “Todo puede convertirse en una maravillosa experiencia que te enriquezca”.
No. La enfermedad, el dolor, las penalidades no son positivas ni deseables, aunque, a veces, sean inevitables.
Mar, Pilar y Tasia no alaban el sufrimiento, ni ven todo de “color rosa”. Saben por propia experiencia lo duro que resulta padecer una minusvalía, lo agotador que es cuidar, el coste que supone padecer una enfermedad. Ante eso, su posición no es la resignación masoquista ni la sublimación bobalicona. Miran de frente el problema, sin ignorarlo ni embellecerlo, y lo encaran con actitud positiva, es decir, combativa, sabiendo que hay realidades que no se pueden cambiar –al menos de manera radical- pero que sí son claramente mejorables siempre que se pongan los medios necesarios, tanto individual como colectivamente.
Leed este libro. Os interesará, os emocionará y enriquecerá vuestra mirada feminista.
“La meta del feminismo es nuestra liberación, lo que implica luchar contra los menosprecios, violencias, ninguneos, abusos que padecemos. Pero, que deseemos combatir los abusos patriarcales, no significa que las feministas tengamos -ni colectiva ni individualmente- ciencia infusa sobre cuáles son las necesidades y urgencias de todas las mujeres ni que conozcamos las agresiones específicas que padecen determinados colectivos”, porque la “adaptación” del “varón” en la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal, con su imposición de poder, se caracteriza en que la “regresión” en el tiempo, no desempeña en su perversión importancia significativa, veladamente en la “educación”, la “cultura”, la “moral”, la “ética”, la “religión”, etc., estrictamente fálica que perdura sin solución de continuidad a través de milenios.
“Y, por supuesto, para enriquecer, plasmar e incluir contenidos concretos en la agenda feminista, necesitamos que las mujeres que viven esas situaciones las analicen y nos las expliquen a las demás”, pues no podemos menos de reconocer, que sería inexplicable tan “regular” perversión irresoluble y ambigüedad sexual en el carácter “gubernativo” del transexual ecuménico perverso varón, desde oriente a occidente, si no existiera “algo” que ejerciera atracción sobre el sometimiento, abuso, violencia, muerte sobre la mujer.
“No es, pues, un canto al masoquismo femenino, ese que el patriarcado nos ha vendido como un ideal, el de la mujer que sufre en silencio y asume dócilmente. También rechaza el espíritu católico de “El dolor te hará ganar el cielo; las penalidades sirven para engrandecer el alma”. Esos cánticos acaramelados que, en su versión moderna, se convierten en recetas del tipo: “Todo puede convertirse en una maravillosa experiencia que te enriquezca”, que impone la fijación de la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón al definir el carácter y finalidad de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal en su milenaria trayectoria “evolutiva”, donde carecería de todo contenido si no la concibiésemos como cristalización de una determinada cantidad de energía libidinosa, donde la “Pedagogía” femenina debería intervenir desde muy temprano en el desarrollo sexual del niño, ligado a un determinado periodo de su vida pretérita, durante el cual no se hallaba su libido privada de satisfacción.
Por eso el sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es absolutamente la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual.
Mi Femeninologia Ciencia de lo femenino es la serie de configuraciones que con mi conciencia voy recorriendo constituyendo, más bien, la historia que desarrollo en la formación de mi conceptualización. Es decir, una suerte de escepticismo consumado, que en realidad sería, el propósito de no rendirme, a la autoridad de los pensamientos de otro, sino de examinarlo todo por mí mismo ajustándome a mi propia convicción; o mejor aún, producirlo todo por mí mismo y considerar como verdadero tan solo lo que yo hago.
*Hoy, como ese infante entre los 4 a 5 años adaptando mi pensar en la realidad, interpretando mi actividad onírica . . .
Por Osvaldo Buscaya (Bya)
(Psicoanalítico)
Femeninologia (Ciencia de lo femenino)
Lo femenino es el camino
Buenos Aires
Argentina
09/11/2019