Este artículo es de la autoría de Lara Salvatierra y fue publicado originalmente en el portal de la organización feminista británica FiLiA. Lara es filósofa, escritora y activista peruana especializada en estudios de la mujer. Es integrante del Frente Feminista Radical Perú y representante de Perú de la Campaña por los Derechos Humanos de las Mujeres. Trotamundos por naturaleza y Feminista a tiempo completo.
Pueden leer la versión en inglés de esta entrevista en el portal de FiLiA aquí.
En estos días, todos los ojos están puestos en el Perú y en el caos político resultado del golpe de estado perpetrado por el Congreso de la República. Numerosas agrupaciones de mujeres y organizaciones feministas han tomado las calles en defensa de la democracia… de la democracia, entiéndase bien, no de quienes están o han estado encargados de ejercer las leyes en el Perú, porque si algo sabemos bien las mujeres peruanas, es que nuestras autoridades no velan por respetar nuestros derechos más básicos y fundamentales.
La clase política peruana se vanagloria del PBI, del crecimiento sostenido, de ser capital gastronómica de la región, de Machu Picchu, nuestras playas de ensueño, y un largo etcétera, que finalmente solo desvía la atención del problema estructural del Perú: la violencia machista.
Absolutamente en todas las esferas sociales podemos encontrar el machismo corrompiendo todo, porque sí, obviamente que esta crisis social se debe también al machismo, porque en líneas generales el Perú es el hijo favorito del patriarcado y hay que empezar a decirlo con todas las letras.
No voy a analizar ahora los casi doscientos años de vida republicana, bastan algunos ejemplos para entender que los organismos gubernamentales diseñados democráticamente para salvaguardar la aplicación de la ley y garantizar los derechos de la ciudadanía (incluidas las mujeres, claro está) no sólo se han dedicado a fomentar la desigualdad en términos económicos, sino que además, perpetúan la idea misógina de la subordinación de las mujeres orillándolas a ser ciudadanas de segunda en un país de por sí desigual.
Durante la pandemia, los primeros rescates económicos han sido a las grandes empresas, para la CONFIEP es como si la pandemia ni siquiera hubiera sucedido, a pesar de que la informalidad del mercado laboral en el Perú ronda el 73% del total de la población activa, del cual el 60% son mujeres.
Cusco, 13 de noviembre de 2020 – Foto Milagros Castillo
Una de las poquísimas actividades que no se detuvo durante la crisis sanitaria ha sido la minería, actividad que no sólo fomenta mayor desigualdad económica, pues las empresas privadas se llevan, con el permiso del estado, todos los recursos de zonas con poblaciones que solo subsisten de la agricultura, y que al ver destruido el ambiente tienen que emigrar o dedicarse a la minería informal en las peores condiciones, viéndose en la obligación de trabajar incluso sin haber terminado siquiera la primaria.
Además, las feministas venimos denunciando hace mucho y con suficientes investigaciones, que la minería es la fachada perfecta para traficar mujeres y niñas a las redes de prostitución, pues en los campamentos mineros de las empresas privadas, los extranjeros que trabajan tienen por práctica habitual comprar el acceso al cuerpo de las mujeres empobrecidas, y los mineros informales lo mismo.
En esta coyuntura por demás preocupante para las mujeres peruanas, la fratria de los misóginos de siempre, de esos bigotones de barrigas prominentes y calvicie avanzada pero mucho pelo en pecho, no solo se han atornillado en sus puestos de poder, sino que además han construido con mucho éxito un sistema que de tan corrupto y misógino funciona prácticamente en piloto automático, a pesar de todos los esfuerzos de las agrupaciones feministas que siguen luchando sin descanso por romper esas estructuras.
Ser mujer en el Perú y enfrentarse al sistema judicial es una pesadilla, por la cultura de la violación tan naturalizada que parece regir por encima de cualquier derecho fundamental.
El caso puntual de la sentencia machista de los jueces del Colegiado de Ica, quienes absolvieron a Giancarlo Miguel Espinoza Ramos, (22) acusado de violación en el distrito de Los Aquijes, es uno de los muchos ejemplos de la justicia patriarcal marca Perú.
Ica, 12 de noviembre – Foto Adriana Peralta
El Juzgado Penal Colegiado transitorio Zona Sur que emitió el fallo, en los argumentos que absuelven a Espinoza Ramos y archivan la denuncia, afirman que a pesar de la “actitud pasiva” de la víctima, esta, al llevar una “trusa femenina de color rojo” el día de los hechos, “estaba dispuesta a mantener relaciones sexuales con el imputado”.
De esta manera, no sólo se revictimiza a la demandante, sino además la carga de estereotipos sexistas que tiene el fallo carece absolutamente de cualquier interpretación feminista de la ley que mínimamente debería respetar los derechos de las mujeres basados en el sexo. El testimonio de la demandante queda totalmente deslegitimado por haber usado un calzón rojo. Un calzón rojo puede hacer la diferencia en un caso de violación para la justicia del Perú, me pregunto ¿Qué color de ropa interior debemos llevar puesta para que nos crean que hemos sido violadas? ¿cuándo dejarán de juzgar a las mujeres y empezarán de una vez por todas a juzgar a los violadores? ¿Qué están esperando que suceda para que respeten la vida de las mujeres peruanas?
Por más indignante que parezca, esto no termina ahí, en el fallo el Juzgado también cuestionó a la madre de la demandante por no saber que su hija no estaba en casa y por no haberla ido a buscar a tiempo, ya que el acusado vivía a pocas casas de distancia. El testimonio del imputado se valida completamente, pues éste dijo que lo habían acusado por venganza pues la demandante le pidió que sean novios y él se negó.
Ya sabemos cuánto vale en las sociedades patriarcales la palabra de un hombre en comparación a todas las pruebas tangibles que una mujer pueda tener. Espinoza Ramos fue absuelto y el caso archivado.
La cobertura de la noticia por parte de la prensa fue otro calvario de revictimización que tuvo que atravesar la demandante. Además del hecho que se usaba el femenino universal para referirse a los autores del fallo, por tratarse de dos mujeres y un hombre, en ese caso sí estaba justificado decir “las juezas” porque en el relato patriarcal somos las mujeres las culpables de todo, incluso del machismo de la sociedad.
A pesar de todo, como siempre, las feministas prendieron fuego a las redes sociales, y se realizaron diversas acciones de repudio frente al Juzgado en Ica con mujeres activistas usando calzones rojos por encima de la ropa y haciendo una cadena de la misma prenda rodeando el edificio.
Ica, 3 de noviembre – Foto Redes Sociales
El Ministerio Público, mediante su cuenta de Twitter, solicitó la nulidad del fallo y el Ministerio de la Mujer hizo lo mismo recordando que la prueba de los delitos sexuales no puede basarse en el comportamiento de la víctima.
Si el Perú aún no se cae a pedazos a pesar de estar a puertas del Bicentenario, es gracias a las mujeres que día a día luchan contra toda una estructura de poder que quiere perpetuarse en el tiempo, el Estado peruano, y por ende el Poder Judicial además de misógino es corrupto y anacrónico, o justamente debido a la misoginia es que se han desencadenado todo el caos social que ahora nos embarga.
Que el grito “¡Qué se vayan los corruptos!” venga acompañado de una exigencia ciudadana de más feminismo en nuestras instituciones. Las mujeres peruanas necesitamos un sistema de justicia que garantice que nuestros derechos serán respetados y solo podremos llegar a una independencia real cuando, como sociedad, nos demos cuenta de la importancia del feminismo en la vida diaria para eliminar la fratria misógina que nos aleja de la tan ansiada libertad.
Ica, 3 de noviembre – Foto Redes Sociales
Post Scriptum
- El domingo 15 de noviembre el presidente interino Manuel Merino de Lama renunció debido a las protestas multitudinarias en todo el Perú, en las cuales la policía asesinó y abusos jóvenes, en un intento de reprimir las manifestaciones.
- El martes 17 de noviembre del 2020 se juramentó el nuevo presidente Francisco Sagasti, elegido por el Congreso Peruano.
- Los jueces de la resolución del calzón rojo han sido suspendidos.