Justamente en la década cuando más se habla del “Ser Mujer” y de todas las “oportunidades” (entre comillas, porque muchas veces esas oportunidades son a un costo muy alto) que se tienen en la vida laboral, estudiantil, vida diaria, etcétera. Cuando más buscamos que nos escuchen, cuando más ruido andamos haciendo, cuando hay foros, protestas, caminatas, que a veces los medios amarillistas denigran mostrándonos una mala cara de dicho movimiento, por no entender y no saber diferenciar una protesta con actos de vandalismo y violencia; cuando nos creemos con la autoridad “Moral” de decir “NO SON FORMAS” (así gritado y marcado) justo, en esta temporada de COVID, cuando los casos de violencia en el ámbito doméstico aumentaron, tanto físicamente como emocionalmente, justo cuando queremos hacernos escuchar y que resuene en todos lados, cuando ya todos han escuchado la palabra “feminismo” (sólo escuchado, porque muchos y muchas no saben su verdadero significado) justamente en este tiempo, es cuando nosotras, mujeres, feministas y no feministas, se nos olvida escucharnos.
¡Sí! Escucharnos a nosotras mismas.
En este mes en el que conmemoramos el día internacional de la mujer, fui invitada a impartir distintas platicas y conferencias a Mujeres de la ciudad, enfocadas tanto al lado emocional como industrial, incluso charlas sobre Sexualidad femenina, y en todas me enfoqué en la pregunta ¿Cómo hacernos escuchar?, Y quizá al principio se lee muy a protesta, pero si algo aprendí en estas últimas semanas, o meses, es para poder hacerme escuchar, lo primordial es escucharme, porque de todo queremos opinar, saber, y hacer (y no está mal) pero se nos olvidan nuestros sueños y pasiones, a veces queremos volver a caer en estereotipos, o patrones bien marcados, si vamos saliendo de uno, es muy absurdo irnos a otros; y lo peor, esto nos enferma.
La neuróloga Irlandesa Suzanne O’Sullivan nos dice que una gran parte de los pacientes padecen síntomas de origen psicológico. Menciona: “Nuestro cuerpo produce síntomas físicos en respuesta a las emociones todo el tiempo” y esto nos sucede a todo el mundo, pero a veces por estar cumpliendo todos nuestros roles, nuestras causas, nuestros deberes, entre un mil cosas más, nos olvidamos de escuchar lo que nos duele.
Resulta, que las enfermedades más castrantes, las vemos como algo “normal” y sí, puede que sean normales, pero si algo he aprendido tanto en estudios de género como teológicos, es que lo normal no siempre es Sano, y la verdad nunca es absoluta, porque la realidad es distinta para todos, y todas.
Noté en muchas, que al escuchar “la gastritis no es sano, es una enfermedad que se da por querer controlar todo, es histeria” darse cuenta que la mayoría de nuestras enfermedades vienen por descontrol emocional, para muchas fue un shock, hablar del miedo a vivir, a ser, estar, y que esto se ve reflejado en otra enfermedad de tipo crónico como la colitis, el terror en la mayoría se pudo visualizar en segundos.
Ahora, cuando estuve hablando sobre romper tabúes en la sexualidad femenina, mencionar a veces palabras como “orgasmo y vulva” varias se sonrojaban; y si de algo estoy segura (aunque me haya costado trabajo aceptarlo) es que no estamos acostumbradas a amarnos, a ver por nosotras, nos han acostumbrado a un amor vicario muy catastrófico para nosotras mismas, y lo vamos transmitiendo de generación en generación, que cuando una se atreve a salirse del patrón, la queremos quemar viva en la hoguera.
Creo que lo más importante del ser Mujer, y del feminismo, es la libertad del ser, ser lo que gustes ser, a medida que quieras, es decir, no caer en un “papel” ya escrito por otros, o porque es lo “correcto” o porque en mi familia “Siempre” se ha hecho así.
Una vez me dijeron “Es que las feministas no apoyan la maternidad ni el matrimonio” ¡WTF! Sinceramente no respondí, porque en ese momento no valía la pena, pero, creo firmemente que el matrimonio y la maternidad pueden ser preciosos si se desean, si se viven con deseo y responsabilidad, no voy a pedirle a una mujer “no seas madre” cuando su deseo es ser madre, o decir “no te cases” cuando realmente veo que hay amor, respeto y deseo de contraer nupcias. Escucharnos, puede ser difícil, porque implica reconocer mis demonios (actitudes fuera del estándar social) y aceptar que una parte de mi quizá no encaja en lo que la sociedad desea de la mujer, pero, voy a encajar en lo que yo quiero.
Puedo asegurar, que al escucharme voy a crear para mí bienestar, y quien este alrededor de mí saldrá beneficiado, y me daré cuenta de lo mucho que va evolucionando mi pensamiento y mi creencia, mi ser, mis actitudes, la confianza hacia mí misma, el tener sueños y cumplirlos, de uno en uno.
Por alguna razón, me sigo topando con preguntas sobre “¿Qué hago por mí?” ¡escúchate! Tomate cinco minutos contigo, un café, un té, recuerda tu pasado, y viaja a él, para ver que pasión dejaste olvidada por perderte en algo que no te llena, vive tu presente para tomar en cuenta tu tiempo, tus anhelos y tus deseos, y tómate un minuto o dos para revisar a dónde vas. Duele, sí, mucho, porque a veces nos olvidamos en el camino, nos encontramos viviendo los sueños de los que amamos, y nos olvidamos de nosotras mismas, damos voz a otras, pero nuestra voz se perdió entre la multitud.
¡Rescátate! Créeme que, si te rescatas una vez, aprenderás a rescatarte cada noche que lo necesites.
Estamos viviendo un mundo que no podrá escucharnos sino podemos escucharnos qué queremos del mundo, comienza por rescatarte un tiempo para ti.