Un 10 de mayo, y nada que festejar

Teresa C. Ulloa Ziáurriz
Teresa C. Ulloa Ziáurriz
Directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, A.C. (CATWLAC por sus siglas en inglés).
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Entre 1965 y el 25 de enero de 2023, se ha acumulado un total de 111.889 mujeres reportadas como desaparecidas en México, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Comisión Nacional de Búsqueda. Dentro de este número, sabemos que el 55% de las desaparecidas en México se ubican en el rango de edad de 10 a 17 años de edad.

La cifra actual es de 24.000 mujeres y niñas desaparecidas o no localizadas.

Por eso, aunque cada 10 de mayo, en México se celebra el día de las madres, dese hace 10 años, al grito de “¡10 de mayo no es de fiesta, es de lucha y de protesta!“, las madres de personas desaparecidas realizan una manifestación en la Ciudad de México.

Y este 10 de mayo, no fue la excepción, las manifestantes se congregaron desde las 10:00 horas en el Ángel de la Independencia, donde exigieron a las autoridades dar con el paradero de las casi 80 mil personas que se encuentran desaparecidas en el país, según cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda.

“¿Qué es lo que queremos? ¡Justicia!”, exclamaban las madres de las víctimas cuando caminaban sobre avenida Paseo de la Reforma en la Décima Marcha por la Dignidad Nacional, que llegó al Monumento a la Revolución.

En esta marcha se agolpan sentimientos, lágrimas y mucho dolor que marchan con las madres, hijas, hermanas, sobrinas, novias, primas que se agrupan para exigir justicia, para exigir que se identifiquen los restos que han sido localizados y que permanecen sin ser identificados. Viven en la zozobra, deseando poder encontrar a sus hijas o hijos desaparecidos, ya sea con vida o post-mortem.

Y ha sido tan estrepitoso el fracaso de la Comisión Nacional de Búsqueda y el Sistema Nacional de Búsqueda que está cruzado con la austeridad republicana de la 4T y la falta de sensibilidad de las y los funcionarios encargados de las búsquedas.

Hay un grave problema con las víctimas de trata y todas las formas y modalidades de explotación, pero, principalmente de explotación sexual y reproductiva, ya que la 4T se debate entre reconocer la prostitución como “trabajo” y reconocerla como explotación y violencia contra las mujeres. O reconocer y regular la maternidad por sustitución, o subrogada, o los vientres de alquiler, que también son violencia contra las mujeres y tráfico de bebés.

Y digo que hay un grave problema porque, además, la Fiscalía Especializada en Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (FEVIMTRA), de la Fiscalía General de la República, no busca a las víctimas de trata, en aquellos casos en que se cuenta con numerosos indicios de que hay trata de personas. Siempre responden diciendo que no iniciarán ninguna carpeta de investigación, hasta que tengamos a la víctima. Y al no buscarlas nos obligan a formarnos en la Fiscalía de Desaparición Forzada y por Particulares, donde se apilan los expedientes, en cargas inhumanas, en los escritorios de los y las Ministerios Públicos.

En dónde se registran las desaparecidas que podrían ser víctimas de los delitos en materia de trata de personas. Hasta donde entendemos, no hay un registro específico y por lo tanto se abona a su invisibilización.

Y, como lo había mencionado líneas arriba, ha sido tal el fracaso y ante la evidencia de que no se busca a las personas desaparecidas, se han multiplicado en todo el país los colectivos de madres buscadoras. Son ellas, las que han encontrado muchos restos en fosas clandestinas y se encoje el corazón de verlas sortear tantos peligros y enfrentarse con los grupos de delincuencia organizada, tanto que a muchas les ha costado la propia vida.

Verlas con sus picos, con sus palas, con sus barretas, salir a hacer sus búsquedas, ya sea en sus estados o en otros estados, donde les dicen que vieron a sus hijos o a dónde andaban por trabajo o por otros motivos, visitando amistades o familiares o por un encargo, antes de desaparecer.

También hacen búsquedas en vida, en las zonas de tolerancia, en burdeles, en hospitales, cárceles, parques, zonas donde se concentra la población que vive en calle.

Y este trabajo lo hacen sin apoyos, y corriendo muchos riesgos…

Cuando es responsabilidad del Estado buscar a las personas desaparecidas. Y las madres buscadoras es una respuesta desde su desesperación para suplir lo que el Estado no está haciendo.

Se han diseñado distintas Alertas para las búsquedas, dese la Alerta Amber, hasta el Protocolo Alba o las fichas rojas de la INTERPOL.

Las desapariciones de mujeres y niñas están cruzadas por distintos delitos adicionales, como la desaparición forzosa, la desaparición por particulares, el secuestro con propósito de hacer daño, los delitos en materia de trata de personas, el feminicidio y otros delitos.

Es por eso que es tan compleja la búsqueda de personas desaparecidas, y sobre todo de mujeres y niñas, sobre todo cuando vivimos en un país feminicida, donde grandes franjas del territorio están bajo el control de la delincuencia organizada y todo el país se ha convertido en una inmensa fosa clandestina.

Por eso, este diez de mayo, las madres mexicanas no tuvieron nada que celebrar.

 

 

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