La educación en la prevención es fundamental en la lucha contra la transmisión de las enfermedades de transmisión sexual, junto al respeto de los Derechos Humanos. Hace tiempo, estando con mi madre, me sacó con añoranza un juego de sábanas de mi cuna, regalo de un amigo suyo que años más tarde murió de SIDA; ese día tomé conciencia de la suerte que había tenido por haber crecido en este ambiente de normalización, respeto y educación que fue fundamental en mi desarrollo. Pero comparándome con otras personas, veo que ésto, incluso hoy en día, no es lo habitual.
Llevo días dándole vueltas a este artículo sobre las enfermedades de transmisión sexual, y es que cuando empiezo a escribir para Tribuna Feminista me pongo a mí mismo dos condiciones: la primera, hablar desde lo personal, así me es creíble lo que escribo; y la segunda, darle una vuelta desde una perspectiva de deconstrucción, esforzándome para que sea lo más feminista posible, sirviéndome a la vez como proceso de mi propia nueva persona, intentando ser mejor padre, y educar en unos valores más humanos a mi hijo e hija.
Os cuento esto porque siento que como hombre gay podría caer en escribir algo que se espera de mí, y no, voy a escribir sobre algo que me ha costado ver (como hombre programado por el patriarcado): el machismo como factor que ayuda a la transmisión de enfermedades de transmisión sexual.
Creo que todavía nos encontramos en una sociedad muy conservadora y machista (influida por la Iglesia, la publicidad y mil cosas) que intenta programar a los hombres con valores considerados masculinos como el riesgo, la invulnerabilidad o el “éxito” según el número de amantes; y en el otro lado intenta situar a la mujer como sumisa, abnegada, viviendo una sexualidad muy enfocada a la reproducción y a través de su pareja masculina. Sin olvidar las desigualdades socio económicas y la violencia machista a las que están sometidas las mujeres.
La negociación de condiciones en el momento de la práctica sexual (por ejemplo, el uso del condón) es fundamental para la prevención de la transmisión de las enfermedades de transmisión sexual.
La negociación de condiciones en el momento de la práctica sexual (por ejemplo, el uso del condón) es fundamental para la prevención de la transmisión de las enfermedades de transmisión sexual, y aquí nos encontramos con una desigualdad clara de muchas mujeres frente a sus parejas masculinas, desigualdad promovida social, cultural y económicamente.
Tampoco podemos olvidar a las mujeres que se ven obligadas a ejercer la prostitución. El hombre que es capaz de cosificar a una mujer hasta el punto de pagar por su cuerpo, poco le importará la salud de la misma.
El hombre que es capaz de cosificar a una mujer hasta el punto de pagar por su cuerpo, poco le importará la salud de la misma.
El machismo y sus diferentes expresiones intentan dificultar a las mujeres la capacidad para hablar libremente de la sexualidad y ejercerla en plenitud. Incluso muchas veces se les pide que descuiden, en favor de los hombres, la responsabilidad del uso del preservativo, a no ser que se refiera a la anticoncepción; se las intenta educar en que son incapaces de protegerse a sí mismas. Si deciden hacerlo, se las define como promiscuas.
La última vez que me hice la prueba del SIDA me comentó la voluntaria de la asociación donde la realicé que cada vez era más habitual personas que se acercaban temerosas a hacerse la prueba, porque tenían una pareja estable, y aún desconfiando sobre si esta pareja tenía otras relaciones, no se atrevían a hablar el tema abiertamente con él y, por supuesto, ante la duda, pedirle que empezase a usar condón. Una buena educación sexual es fundamental pero no es suficiente. Vivimos en una sociedad patriarcal que impide a muchas mujeres pedirles a sus parejas masculinas el uso del condón. De ahí la importancia de empoderar a la mujer y a otros grupos vulnerables en el libre y responsable ejercicio de su sexualidad y en las estrategias de negociación del condón con la pareja.