En el 2012 con la huelga de la minería un grupo de mujeres de las cuencas mineras nos organizamos y salimos a la calle a luchar por el futuro de nuestra tierra.
Nuestra primera pelea fue por conseguir que nos conociesen por Mujeres del Carbón y no por «las mujeres de los mineros». Somos algo más que «la mujer de…». Somos madres, hermanas, hijas, nietas, esposas de mineros, mineras, mujeres de las cuencas de León, Asturias, y Aragón. Mujeres que no se conforman, que tienen algo que decir. No queremos esperar a ver qué pasa, queremos tomar la iniciativa y aportar ideas, nos afecta el problema y queremos ser parte de la solución. No queremos que nuestra tierra se muera.
No somos apolíticas, pero sí apartidistas y asindicalistas, lo que nos da la libertad de hacer lo que queremos, sin tener que depender de un partido o un sindicato que nos «autorice a…» y a la vez, sin el respaldo de una gran organización.
No siempre ha sido fácil.
Cuando la lucha está en pleno auge, juntar a 700 mujeres en el senado, es relativamente sencillo. Luego llegan las concentraciones, los cortes de carretera, las marchas… y el fin de la huelga. Pero el problema no solo se mantiene sino que se agrava.
Pero nosotras seguimos, no nos callamos, y nos unimos a otros colectivos apoyándoles en su lucha. Aparecemos en la prensa de manera habitual, lo que provoca críticas tipo «solo buscan la foto», «quitan el protagonismo a los mineros», «¡no tendrán otras cabras que ordeñar!»…
Aparecemos en la prensa de manera habitual, lo que provoca críticas tipo «solo buscan la foto», «quitan el protagonismo a los mineros», «¡no tendrán otras cabras que ordeñar!»…
Tratamos de reunirnos con los sindicatos pero no siempre lo conseguimos. Avisas a uno, le pides que avise al comité de empresa y cuando llega el día de la reunión no aparece nadie. Cuando les llamas, te dicen que nadie les ha avisado. En otra ocasión, acudieron representantes de dos de los sindicatos presentes en el comité de empresa; primero nos pusieron trabas a todo lo que proponíamos y después nos dijeron que nosotras no deberíamos movernos hasta que ellos nos avisasen. Si hubiésemos hecho caso seguiríamos esperando, ya que rara vez han contado con nosotras.
Nos dijeron que nosotras no deberíamos movernos hasta que ellos nos avisasen. Si hubiésemos hecho caso seguiríamos esperando, ya que rara vez han contado con nosotras.
Recuerdo el día que el subdelegado del gobierno acudía al ayuntamiento de Pola de Gordón. En esta ocasión sí nos avisaron los sindicatos para ir a protestar. Nevaba con todas las ganas y mientras los mineros se protegieron en los soportales del ayuntamiento, nosotras nos mantuvimos en medio de la plaza, aguantando la nevada, con nuestra pancarta y nuestros cánticos de protesta. ¡Evidentemente la foto de la prensa nos la llevamos nosotras!
La lucha minera no es exclusiva de los hombres. Muchas mujeres se movilizaron antes que nosotras. En varias cuencas las mujeres iban a la entrada del pozo a tirar maíz a los esquiroles en época de huelga, era su manera de llamarles gallinas. Mujeres como Anita Sirgo, sufrieron torturas de la Guardia Civil en la huelga de 1962, en la que se consiguieron muchos de los derechos que ahora tenemos. A sus 85 años dice que hay que seguir en la lucha. Mujeres que han luchado por entrar a trabajar en la mina, en la minería privada prácticamente no hay mujeres trabajando, en la pública sí.
La lucha minera no es exclusiva de los hombres.
Y ahí seguimos, nos mantenemos en la calle, luchando por lo que creemos justo. En León, en Asturias y en Aragón, unidas, con coraje y determinación, aunque no siempre nos hemos sentido apoyadas.
Y ahí queda nuestro grito «AQUÍ ESTÁN, ESTAS SON LAS MUJERE DEL CARBÓN» a lo que añadimos «y los paisanos que también vienen».