Prostituidores, ¿por qué os interesáis tanto en sexo con niñas?

Raquel Rosario Sánchez
Raquel Rosario Sánchez
Escritora dominicana. Especialista en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad. Arde por el desmantelamiento del patriarcado en su totalidad, pero muy especialmente, arde con ansias por ver el fin de la violencia contra niñas y mujeres. Todas las violencias.
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30 Jun 2016
El Informe Mundial Sobre la Trata de Personas correspondiente al año 2014 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito no ofrece nada bueno. Nos informa que desde el año 2004 al 2011 el número de mujeres víctima de trata con fines de explotación sexual bajo de un 74% a un 49% mientras que el número de niñas traficadas con fines de explotación sexual ha aumentado de un 10% a un 21%.
Escribe el informe “Aproximadamente la mitad de las víctimas de la trata detectadas son mujeres adultas. Aunque esta proporción ha disminuido considerablemente en los últimos años, en parte se ha visto compensada por el aumento del número de niñas identificadas como víctimas.” La trata tiene cara de mujer, pero cada año se convierte en una cara más joven.

¿Por qué el incremento en el número de niñas y el declive en el número de mujeres?

Habrá que preguntarles a los hombres prostituidores para saber cuál es su razonamiento. El problema es que el temor más grande de un hombre que visita prostitutas es que su familia o en su trabajo de enteren. Por suerte, entre comillas, existen los foros para hombres prostituidores en los que ellos comparten entre sí sus opiniones, experiencias y filosofías sobre las mujeres y niñas que conocen dentro de la prostitución y fuera de la industria: ¿qué piensan de amor, del sexo, qué posiciones les gusta, qué tiene la prostituta que “no encuentran” con su mujer…?
La mayoría son reseñas estructuradas en las que describen el lugar del encuentro (si era limpio, ordenado), luego a la joven (si la consideraron bonita, si les pareció muy gorda, fea, vieja -aclarando: “vieja” casi siempre quiere decir que parecía que tenía más de 30 años-) y al final describen la transacción sexual en sí (posiciones, cuánto tiempo duró cada cosa, cuánto pagaron). La razón principal de estos foros es que los hombres se recomienden prostitutas los unos a los otros, igual que como la gente no prostituyente se recomienda bares o vehículos, pero en este caso lo que se cosifica es a las mujeres.
Mucha gente se sorprende de que existan estos sitios de internet, pero yo no. Llevo un año investigando la construcción de masculinidades dentro de estas comunidades en línea para mi tesis; una investigación tan interesante como traumática.

Los fórums que yo investigo están ubicados en Inglaterra pero alrededor del mundo tienen el mismo concepto y formato.

Los fórums que yo investigo están ubicados en Inglaterra pero alrededor del mundo tienen el mismo concepto y formato. Por ejemplo, dice un prostituidor de León, España: “Es la de las fotos, bajita, con buen culo y buenas tetas, guapa de cara. Es paraguaya. Me recibió en ropa interior y tacones. El piso no está mal. No es muy habladora, se la notaba un poco cortada, pero se implicó bastante. Eso sí, el francés es con goma. Follamos en varias posturas y estuvo bastante bien. Me cobró 50 € por media hora. Al final duchita y para casa». Otro prostituidor le responde “estuve con esta puta y he de decir que un polvo muy normalito eso sí, es guapa, pero poco más que añadir, no sé de cuando serán esas fotos, pero está mucho más gorda que en las fotos”.
Otro prostituidor comenta sobre la misma mujer “a mí no me gustó nada su implicación y en cuanto al cuerpo, tiene las tetas muy caídas y blandas y bastante barriga, el piso es poco discreto porque hay muy pocos vecinos y subí con una señora en el ascensor que sólo me faltó decirme si me iba a follar la puta del 4ºD; ostias no sabía dónde meterme, lo único bueno que tiene que es guapa, por todo lo demás 50 euros tirados”. ¡Que agradable leer las reseñas de un hombre a quien le avergüenza que la vecina sepa que él es un prostituidor, pero a quien no le da vergüenza pagar por sexo a una mujer que no quería “implicarse” con él!

Leer las reseñas de un hombre a quien le avergüenza que la vecina sepa que él es un prostituidor, pero a quien no le da vergüenza pagar por sexo a una mujer que no quería “implicarse” con él.

En el año que tengo investigando he analizado más de 2000 reseñas y nunca he visto un prostituidor escribir una reseña donde pregunte “¿dónde puedo encontrar menores de edad?”, pero sí he visto cientos que dicen: “ella dice que tiene 18 pero parece de menos.” Ninguno nunca abandona la habitación ni le ofrece ayuda, aunque sospechen que se trate de una menor. No, se quedan, porque ya pagaron.
Escribe la académica feminista Beatriz Ranea Triviño que debemos olvidarnos de aquellas ideas erradas de que el prostituidor es un resentido social. Dice “debemos alejarnos del estereotipo del demandante de prostitución como un hombre viejo o feo o con pocas habilidades sociales. Más bien los estudios demuestran que el consumo masculino de prostitución femenina es intergeneracional, interclasista, hay hombres con mucho y con poco nivel educativo; de izquierdas y de derechas; con diversidad funcional o algún tipo de discapacidad, pero, sobre todo, sin ningún tipo de discapacidad; de distintas confesiones religiosas (más o menos creyentes), agnósticos y ateos; con mayores y menores habilidades sociales; guapos y feos… La única característica en la que coinciden totalmente es la pertenencia al género masculino.” Muchos tienen buena posición social (no todo el mundo puede pagar 50 euros, 100 euros o más por un orgasmo cada dos semanas) y ganan bien, pero otros no. Entonces, si en la demanda hay diversidad demográfica, ¿porque la concentración de que las mujeres sean cada vez jóvenes?
Para las niñas y adolescentes es un asunto de supervivencia. La gran mayoría ha huido de sus casas para escapar maltratos, otras han sido engañadas por supuestos novios que en verdad eran traficantes. Para los hombres prostituidores, al contrario, no es supervivencia; a nadie nunca se le ha caído una pierna ni ha perdido un brazo porque tiene 3 semanas sin tener sexo y ellos lo saben muy bien.

Aquí se revela la primera triste ironía de los debates a favor de la prostitución. Debates que están siendo legitimados por organizaciones supuestamente progresistas como Amnistía Internacional y algunos partidos políticos.

Aquí se revela la primera triste ironía de los debates a favor de la prostitución. Debates que están siendo legitimados por organizaciones supuestamente progresistas como Amnistía Internacional y algunos partidos políticos desinformados en sus llamadas a legalizar todas las áreas de la industria del sexo, incluyendo el proxenetismo y los clientes. En sus pronunciamientos a la prensa uno de sus argumentos es que están en pro de los derechos humanos de quienes practican el llamado «trabajo sexual» de manera voluntaria y que en la legalización total se puede combatir el estigma y la violencia que sufren las trabajadoras sexuales.

Se les olvida que la violencia no es perpetrada por “estigmas sociales” etéreos sino por los mismos hombres que las visitan; a quienes más les conviene que se normalice el asunto.

Se les olvida que la violencia no es perpetrada por “estigmas sociales” etéreos sino por los mismos hombres que las visitan; a quienes más les conviene que se normalice el asunto. Estas ONG, partidos políticos y progres mal informados tampoco parecen entender que el término “trabajo sexual” es un concepto político, no una característica personal, y que este solo identifica a quienes lo hacen por vocación; una facción real pero extremadamente minoritaria según comprueban todos los estudios en la materia. Personas que se consideran sobrevivientes, exprostitutas, mujeres explotadas sexualmente (entre otros términos) y que representan la mayoría rechazan ese término categóricamente. Tampoco se han enterado de que muchas de esas organizaciones supuestamente de bases como la ‘Unión Internacional de Trabajadoras Sexuales’ son financiadas y en muchos casos administradas por proxenetas y traficantes, es decir que su “activismo” es una farsa.

Muchas de esas organizaciones supuestamente de bases como la ‘Unión Internacional de Trabajadoras Sexuales’ son financiadas y en muchos casos administradas por proxenetas y traficantes, es decir que su “activismo” es una farsa.

Según la escritora feminista canadiense Sarah Ditum, uno de los problemas con la terminología de “trabajo sexual” es que “se fomenta la idea de que el sexo es trabajo para las mujeres y placer para los hombres- hombres que tienen el poder social y económico de actuar como clase dominante en el tema. Y peor aún, acepta la idea de que los cuerpos de las mujeres existen como un recurso para ser utilizado por otras personas- por hombres, que tienen la potestad de pagar por polvo.”

Todos los caminos llevan a los hombres prostituidores… o deberían.

Por más que el debate se presente como si fuese un grito orgánico proveniente de las mujeres en la prostitución en pos de su derecho a prostituirse, quienes controlan lo que pasa tanto dentro de las habitaciones como fuera, son los hombres prostituidores. Igual que las grandes multinacionales y los Estados tienen sus campañas de “poder blando” para normalizar sus desfachateces, así mismo es en la industria del sexo.
Entonces, hombres prostituidores, ¿por que os interesáis tanto en sexo con niñas?
La respuesta es la segunda triste ironía del debate. Las niñas, son el sector demográfico más desposeído mundialmente en todas las intersecciones que se planteen. Mientras las organizaciones financiadas por proxenetas y prostituidores abogan por la legalización de todas las áreas de la prostitución bajo el argumento de que esto supuestamente beneficiará los derechos de las mujeres y niñas prostituidas y de que el trabajo sexual es una libre expresión del empoderamiento sexual de las mujeres a prostituirnos, los prostituidores nos recuerdan que no. Que lo que a ellos les interesa no es una mujer adulta en pleno conocimiento de su cuerpo y sus derechos sino las niñas. Niñas que por condiciones que ellas mismas quizás no tengan siquiera edad para comprender, son más dependientes, vulnerables y maleables que cualquier otro sector demográfico.
Una mujer adulta tiene poder de decisión que una niña de 14 o 16 no tiene. Y particularmente, una mujer empoderada sexualmente sabe dilucidar qué le gusta, qué no le gusta, cómo le gusta y quizás hasta a qué hora le gusten las cosas en la cama. En el sexo, la experiencia y la madurez son claves. Una mujer, en una relación de igualdad y sin transacción de dinero, siempre puede decir que no mientras que una niña menor de edad es masilla en los brazos de hombres adultos que, de por sí, son misóginos y que se ha demostrado que tienen tendencias de maltratador. Ignorar el mensaje del Informe Sobre la Trata de Personas es condenar a otro conjunto de niñas a una vida de dependencia, trauma y violencia.
Nos cuenta un cliente prostituidor que ellos a veces se dan cuenta cuando hay mujeres y niñas que son víctima de trata pero que “los hombres no hacemos nada por miedo a que se enteren nuestras familias” que ellos son prostituidores. Qué bonito: para pagar y demandar que se haga lo que ellos quieren tras las puertas cerradas son muy valientes, pero para ayudar a una mujer o a una niña a salir de una situación de explotación y violencia, de repente se acobardan…
Entonces, ¿qué es lo que están apoyando Amnistía Internacional, el Ayuntamiento de Barcelona y algunos partidos supuestamente de izquierdas? Simplemente, el deseo de hombres adultos por niñas a quienes abusar sexualmente. Más niñas. Porque las que tienen 14 años hoy día, pronto tendrán 18. Como si fuese una máquina en una fábrica, la industria del sexo comercial necesita ser suplida diariamente de mujeres y niñas nuevas; por eso es que tantos “centros de masaje” anuncian que tienen muchachas nuevas todas las semanas… Ay perdón: “¡¡¡CHICAS NUEVAS TODAS LAS SEMANAS!!! ¡¡Aprovecha la oferta!!”
Dice un proxeneta dueño de varios prostíbulos en Colombia “Tenía mi establecimiento y un día decidí cambiar cuatro de mis muchachas mayores por unas de menos de 17 años. Mis ganancias aumentaron y hasta pude montar otro negocio igual. Es fácil encontrarlas de esa edad. Pero desafortunadamente a la competencia se le ocurrió hacer lo mismo.”
 

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