Somos Fridas

Natalia Salvo Casaus
Natalia Salvo Casaus
Ex-Directora del Instituto Aragonés de la Mujer. Licenciada en Historia, especialidad en Historia de las Mujeres y estudios feministas.
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Quizás quienes me conozcan sepan la hermosa conexión que me une a Frida Kahlo, pero pocas personas saben lo que la mera existencia de Frida supuso para mí.
fridaFrida era color, viento, libertad. Un torrente de sentimientos, los más puros y humanos posibles. Lloraba y reía, no sabemos si lo hacía como Chavela, pero era auténtica.
Ella era una revolución con baile. Una mente sin barreras ni cerraduras. El poder sobre ella misma. Frida era socialmente igual, humanamente diferente y totalmente libre. Amaba no para renunciar, sino para afirmarse a sí misma.
Con Frida aprendí que la belleza se encuentra en las palabras, y que las hay profundamente hermosas: libertad, igualdad, poesía, historia, sororidad, feminismo… Aprendí que nuestros errores e imperfecciones nos hacen únicas, en una sociedad en la que nacemos con un código de barras en la frente y convertidas en arquetipos diseñados para impedir nuestra propia emancipación.

Con Frida aprendí que la belleza se encuentra en las palabras, y que las hay profundamente hermosas: libertad, igualdad, poesía, historia, sororidad, feminismo…

¿Cuántas empresas de belleza quebrarían si las mujeres dejásemos de hacer dietas? Créanme, paralizamos un país. No se trata de renunciar a la salud, se trata de que las mujeres nos hallamos encorsetadas en unos roles imaginados con premeditación y alevosía para producirnos frustración, inseguridad y miedos. Y la competitividad a la que nos abocan entre nosotras mismas desde el mismo día en el que ponemos un pie en la tierra es el mejor caldo de cultivo para todo ello.

¿Cuántas empresas de belleza quebrarían si las mujeres dejásemos de hacer dietas?

Desde que somos pequeñas nos diseñan para responder a un rol en el que tenemos la obligación, y matizo el carácter de obligatoriedad, de destacar en absolutamente todo. Nos muestran unos referentes profundamente dañinos para nosotras mismas y, al mismo tiempo, absolutamente inalcanzables. Y en la lucha por alcanzar un imposible, perdemos el espacio del poder, que sigue estando dominado por los hombres. Parafraseando a Kate Millet: “El amor (y aquí puede entenderse cualquiera de los arquetipos femeninos que imperan en nuestra sociedad) ha sido el opio de las mujeres. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban”.
En este panorama desolador, en medio de estas cadenas invisibles que nos ponen a las mujeres y que las revisten con un rostro dulce y amable, surge Frida Kahlo para negar los estereotipos tradicionales de la feminidad. Para enseñarnos la más pura belleza: la esencia de cada una de nosotras y de las mujeres en toda su magnitud.

Desterremos los roles que nos condenan a las mujeres a posiciones de subordinación y fomentemos niñas con autoestimas altas. Empoderémoslas a ellas para tener mujeres libres.

Estamos a tiempo de trabajar en la emancipación real de las niñas, que pronto serán mujeres. Todo ello pasa por la educación, la reglada y la que se aprende en las familias, los espacios sociales… Desterremos los roles que nos condenan a las mujeres a posiciones de subordinación y fomentemos niñas con autoestimas altas. Empoderémoslas a ellas para tener mujeres libres.

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