- Un estudio de Emakunde detecta contradicciones entre los discursos y las prácticas con respecto a la desigualdad entre las y los jóvenes vascos.
- Ven la discriminación sexual como cosa del pasado pero, al mismo tiempo, detectan en la práctica puntos negros que oscurecen su autonomía y libertad.
- La hipersexualización de las chicas, el control de la pareja o el excesivo el énfasis en la imagen y cuidado del cuerpo son algunos de los obstáculos.
- Se detectan, asimismo, rupturas de jóvenes que están forjando su propia identidad de género fuera de las pautas establecidas.
Emakunde (Instituto Vasco de la Mujer) ha publicado el estudio “Continuidades, conflictos y rupturas frente a la desigualdad: jóvenes y relaciones de género en el País Vasco”, análisis que resultó ganador del III Certamen de Publicaciones de trabajos de investigación que convoca el Instituto con el objeto de apoyar la difusión de investigaciones en materia de igualdad de mujeres y hombres.
El estudio constata la permanencia de estereotipos y modelos clásicos de género en muchos ámbitos de la vida, la clara distancia entre la teoría y la práctica respecto a la igualdad, pero también detecta cambios y rupturas en las y los jóvenes que están forjando su propia identidad de género fuera de las pautas establecidas.
El estudio abarca muchos ámbitos de la vida de las y los jóvenes y analiza aspectos como el cuerpo y la imagen corporal, el amor y la sexualidad, la percepción del feminismo, el tiempo libre, los rituales, el ocio, las cuadrillas, la amistad, el trabajo y la paternidad y la maternidad. En el caso del ocio, por ejemplo, se han analizado ámbitos como el deporte, el bertsolarismo y las lonjas que alquilan las y los jóvenes.
Para la realización del estudio se han llevado a cabo 40 entrevistas en profundidad, 25 individuales (13 chicas y 12 chicos) y 14 entrevistas en grupo. En total se han entrevistado a 102 personas: 60 chicas y 42 chicos.
El estudio repasa todos estos ámbitos y ordena algunas de las conclusiones extraídas en tres niveles: Continuidades, Conflictos y cambios y Rupturas.
Continuidades
Tanto en la dimensión práctica como en la simbólica en el estudio se observa la permanencia de estereotipos y modelos clásicos de género entre la juventud. Las personas jóvenes entrevistadas reconocen la diversidad de modelos de mujeres y de hombres pero, a su vez, los estereotipos no sufren modificaciones notables: la juventud vasca se sigue definiendo en base al par “chicas sensibles / chicos fuertes”.
A la vez, perdura el mito de la mujer vasca poderosa y la naturalización de la maternidad como fundamental en la identidad de las mujeres, un destino ineludible para ellas.
Perdura el mito de la mujer vasca poderosa y la naturalización de la maternidad como fundamental en la identidad de las mujeres, un destino ineludible para ellas.
Además, se sigue estableciendo una diferencia entre lo que se consideran “trabajos de mujeres” y “trabajos de hombres”, lo que tiene una relación directa con, entre otros factores, la elección diferencial de los estudios y profesiones.
Se desprende las entrevistas, asimismo, que el miedo es un elemento clave en la socialización de las mujeres, algo que limita claramente su gestión del tiempo y del espacio, además de toda una retórica de la necesidad del control sobre sus vidas.
En cuanto a la imagen corporal, a pesar de que los ideales de perfección y belleza afectan tanto a las mujeres como a los hombres, las chicas son más fácilmente objetualizadas y cosificadas que los chicos. Aunque las jóvenes disfrutan de las nuevas libertades, siguen sufriendo críticas por ligar o por ser “demasiado” activas sexualmente.
Aunque las jóvenes disfrutan de las nuevas libertades, siguen sufriendo críticas por ligar o por ser “demasiado” activas sexualmente.
El deporte y la fiesta o la parrada son dos espacios de reforzamiento de la masculinidad hegemónica. La fiesta se convierte en un espacio y un tiempo para la diversión y la seducción pero también para una sociabilidad entre varones que refuerza la naturalización de su superioridad social.
En cuanto a las relaciones de pareja, aparece un deseo explícito en muchos chicos de controlar a sus novias, y de exigir en ellas cierta imagen corporal según pautas establecidas de belleza femenina (delgadez, depilación, maquillaje…). No obstante, no es una mera cuestión de control masculino y sumisión femenina, ya que se observa que también puede funcionar al revés. En cualquier caso, lo que queda en evidencia es la reproducción de un modelo de relaciones románticas basado en nociones del amor como posesión y obligación, lo que lleva a una jerarquización y asimetría en las relaciones.
En cuanto a las relaciones de pareja, aparece un deseo explícito en muchos chicos de controlar a sus novias, y de exigir en ellas cierta imagen corporal según pautas establecidas de belleza femenina (delgadez, depilación, maquillaje…).
Conflictos y cambios
A la vez que perduran los estereotipos, valores y roles de épocas anteriores, se abren ciertas grietas en este modelo de género y se producen contradicciones entre los discursos y las prácticas de las/os jóvenes.
Por un lado, la idea de que la discriminación sexual es una cosa del pasado y que el feminismo es trasnochado e irrelevante en la sociedad actual se encuentra bastante extendida. Pero por otro lado, existe cierta capacidad de identificar una serie de puntos negros que oscurecen el horizonte de libertad, autonomía, independencia e inter-dependencia que constituiría la igualdad, como son: el control vivido en las relaciones de pareja y el énfasis en la imagen y cuidado del cuerpo; la sobresexualización de las chicas, por una parte, y la exaltación de la maternidad, por otra; y las múltiples violencias tanto reales como imaginadas hacia las mujeres.
Es en los momentos de transición en sus vidas cuando afloran conflictos en torno a desigualdades hasta entonces no percibidas: emprender una convivencia en pareja -con lo que conlleva de reparto de tareas domésticas-, o tomar la decisión de tener una criatura y convertirse en madre o padre.
En algunos ámbitos de la vida se perciben cambios, pero estos cambios, o son más teóricos que prácticos, o van acompañados de incertidumbre. Uno de estos ámbitos de cambio es la sexualidad. Así, el hecho de que las relaciones sexuales se hayan ido adelantando en las últimas décadas y que las diferencias entre chicas y chicos se haya disminuido de forma notable, es interpretado por algunas entrevistadas como posibilidad de mayor vulnerabilidad para las mujeres en tanto en cuanto no se han modificado los esquemas imperantes en torno al placer sexual.
No se han modificado los esquemas imperantes en torno al placer sexual.
Otro ámbito donde prima la ambivalencia es el de la homosexualidad, ya que, aunque hay una cierta normalización cultural de la misma, es una aceptación, en general, más teórica que práctica y claramente sometida a límites, de forma que en muchos casos se acepta siempre y cuando se mantenga en la individualidad y la privacidad.
Pero el ámbito donde el riesgo de vulnerabilidad para las mujeres es mayor es el relativo a la maternidad. La maternidad sigue reproduciéndose como uno de los principales lugares de conflicto y desigualdad, en especial en relación con el empleo, al que ninguna de las entrevistadas dice querer renunciar, pero cuya compatibilización con la maternidad aparece como difícil.
La maternidad sigue reproduciéndose como uno de los principales lugares de conflicto y desigualdad.
Unido a esto, está el tema del reparto de las tareas domésticas en parejas heterosexuales. Si bien el ideal de la igualdad aparece con fuerza en los discursos, estas tareas se perciben también claramente como un potencial espacio de conflicto.
En cuanto al ocio, se ha visto que los locales, donde los chicos están más presentes que las chicas, los modelos, normas y patrones de chicas y chicos no son solo diferentes sino que están jerarquizados entre sí.
Rupturas
En cualquier caso habría que señalar que, en la práctica, las continuidades, los cambios y los conflictos transcurren de forma paralela a las rupturas con las tradicionales relaciones entre mujeres y hombres. Así, el estudio recoge testimonios de jóvenes que se están forjando su propia identidad de género, diseñando proyectos de vida fuera de las pautas establecidas, rechazando el “itinerario vital” tradicional –emparejarse, convivir y/o casarse, tener criaturas-, o cruzando las líneas divisorias entre chicas y chicos, ya sea en el mundo educativo, deportivo, cultural, laboral, de ocio o doméstico, en la demostración afectiva o en el comportamiento sexual.
Nuevos modelos de masculinidades en jóvenes que se arriesgan a ser denominados “frikis” por ubicarse fuera de los círculos de la masculinidad hegemónica.
Hemos percibido nuevos modelos de masculinidades en jóvenes que se arriesgan a ser denominados “frikis” por ubicarse fuera de los círculos de la masculinidad hegemónica (fuera del fútbol, por ejemplo) y de nuevos modelos femeninos entre chicas que pretenden insertarse en nuevos campos.
Parece que la toma de conciencia de las desigualdades y el despertar de una conciencia feminista está unido al desarrollo de una conciencia social general. El feminismo, en este contexto, se convierte (o puede convertirse) en herramienta que permite ver las diferencias antes ocultas, como referente presente en la vida.