A 100 kilómetros al norte de Zaragoza se encuentra un pequeño municipio de la comarca de las Cinco Villas, Castiliscar, donde una maestra comprometida con los valores educativos de la II República, Cándida Bueno Iso, ejerció la docencia en una época tan convulsa como apasionante.
La II República abrió el período de mayores aspiraciones populares. Una sociedad profundamente empobrecida y con unos niveles elevadísimos de analfabetismo ansiaba una reforma educativa que tuviera como eje vertebrador la igualdad de oportunidades y que rompiera con siglos de monopolio eclesiástico de la educación. Entre 1931 y 1933 abrieron sus puertas en España más de 9.000 escuelas públicas, gratuitas y laicas.
Este ideal educativo republicano tuvo dos pilares fundamentales: la Institución Libre de Enseñanza y la Junta de Ampliación de Estudios, al igual que otros referentes, como los ateneos, casas del pueblo o la Residencia de Estudiantes y la Residencia de Señoritas.
El magisterio adquirió un papel crucial y muchos maestros y muchas maestras se imbuyeron del ideal educativo republicano, basado en el principio de igualdad de oportunidades y en unos proyectos pedagógicos y metodológicos absolutamente innovadores. Una de esas maestras republicanas fue Cándida Bueno. Ejerció la docencia en la escuela de Castiliscar. Era un referente para el municipio en su conjunto, no sólo para los niños y las niñas.
La educación en valores de igualdad es fundamental para construir sociales más libres, más humanas y donde la discriminación, y la violencia que genera, no tengan cabida.
La educación en valores de igualdad es fundamental para construir sociales más libres, más humanas y donde la discriminación, y la violencia que genera, no tengan cabida. Mención especial al medio rural, donde las mujeres, sobre todo en los últimos años con las políticas de recortes, han vuelto a quedar absolutamente invisibilizadas. Allí donde impera el componente de brecha territorial las mujeres sufren una discriminación añadida que multiplica sustancialmente su vulnerabilidad, y por ello es fundamental apostar por una red sólida de centros educativos públicos, que pongan el acento en la mejor tradición de la coeducación.
Con la Guerra Civil, fruto de un golpe de Estado, y con la consiguiente dictadura se fulminaron todas las reformas emprendidas por la II República, y entramos en la historia más negra de nuestro pasado más reciente. No sólo se aniquiló cualquier atisbo de política en virtud de la igualdad, sino que los roles de géneros se acentuaron hasta sus últimas consecuencias, y ello repercutió de manera absolutamente negativa para las mujeres. Se retomó el ideal del ángel del hogar; buena esposa, mejor madre, y todas las oportunidades que la República brindó a las mujeres fueron desterradas completamente.
Las purgas que hizo el Franquismo en el magisterio fueron absolutamente degradantes. En el mejor de los casos, la inhabilitación. En el peor, el asesinato, como sucedió con Cándida…
Las purgas que hizo el Franquismo en el magisterio fueron absolutamente degradantes. En el mejor de los casos, la inhabilitación. En el peor, el asesinato, como sucedió con Cándida, que fue brutalmente asesinada a manos del franquismo. Su peor crimen, haber abrazo el ideal educativo republicano y haber apostado por ideas tan revolucionarias para la reacción, como el krausismo.
Cándida fue relegada al ostracismo de nuestra Historia. Olvidada. Y son esos dolorosos olvidos los que debilitan nuestra democracia.
Hoy quería recordar ese ideal educativo republicano, el primero que tuvo la igualdad como prioridad absoluta. Y muy en especial recordar a Cándida, que sembró ese ideal educativo en una tierra, las Cinco Villas, que izaron con ilusión la bandera tricolor.