Patricia Campos Domenech es primera en muchas cosas: la primera piloto de reactor de España, la primera española entrenadora profesional de un equipo de fútbol femenino en Estados Unidos (el Carlsbad United) y también es voluntaria en Uganda dentro del proyecto Fútbol sin Fronteras.
En su libro ‘Tierra, mar y aire. El testimonio de una mujer que quiso cambiar el mundo’ cuenta su historia, difícil en la infancia con un padre problemático, pero superada con creces con su tesón, constancia y valentía. Entre las historias también relata que dejó el ejército por su condición de lesbiana, que no fue fácil significarse en un contexto así.
Tribuna Feminista charla con ella sobre sus múltiples facetas y su libro.
Pionera en muchas facetas: Piloto, entrenadora,voluntaria en solitario en África… ¿Con qué te quedas?
Me quedo con todo. Son facetas que he ido desarrollando a lo largo de mi vida. En cada momento he disfrutado de cada una de ellas y lo sigo haciendo.
Eres muy joven y desde hace años te han dado numerosos premios a nivel local, nacional e internacional, también eres Embajadora de la Fundación por la Justicia, ¿es una alegría o una gran responsabilidad?
Cada reconocimiento es especial porque es diferente. Es una forma de dar visibilidad a la mujer y a los homosexuales. Mostrar a la sociedad que nosotras estamos ahí, somos profesionales y tomamos decisiones por nosotras mismas. Ser embajadora de la Fundación por la Justicia es también que es una gran responsabilidad por todo lo que representa.
¿Cómo es Patricia Campos? Toda España conoce tu faceta pública pero ¿cómo eres con los tuyos?
Pues una persona muy normal. Me gusta la compañía de los míos, hacer deporte y comer paella.
Me encantó el artículo de opinión que escribiste «El cura de mi pueblo«. ¿Qué pasa con la Iglesia?
Yo más bien diría qué le pasa a la iglesia católica con las mujeres y los homosexuales. No se pueden tolerar ese tipo de declaraciones. Hay que respetarnos unos a otros. Seremos una sociedad desarrollada en cuando entendamos el respeto al otro por encima de todo.
Cuando te declaraste públicamente lesbiana, ¿recibiste todo los apoyos que esperabas o te faltó alguno?.
Cada uno tiene una forma de ver la vida, somos libres y por eso hay opiniones diferentes.
¿Es un cumplido que te llamen feminista?
Por supuesto. El término feminista lamentablemente está asociado a algo endemoniado. Yo soy feminista porque quiero la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. La idea es que nuestras diferencias biológicas no deberían dictar nuestro valor como seres humanos. Ser feminista no significa que quieres la supremacía de la mujer sobre el hombre, ni que odias al sexo opuesto. La mayoría de las mujeres tienen padres, hermanos e hijos. Tanto hombres y mujeres deben apoyar las políticas de igualdad.
La visibilidad es una arma muy potente contra la homofobia y el machismo.
Tierra, Mar y Aire es un libro fantástico que nos ha obligado a no girar la cabeza y ver las injusticias tal y como son…
Así quería que fuera. Me sentí en la obligación de reflexionar y escribir sobre todo lo que había vivido a lo largo de mi carrera. Tenía la responsabilidad de hacerlo. La sociedad debe saber en qué momento de libertad y derechos humanos nos encontramos. Además, la visibilidad es una arma muy potente contra la homofobia y el machismo.
Una de las partes que más gusta de Tierra, Mar y Aire es África. ¿Qué tiene África que engancha tanto?
África tiene todo y no tiene nada. Tras un paisaje increíble y una forma especial de vivir su cultura, se esconden las injusticias y la falta de derechos humanos. La valentía, la fuerza, la humildad y la alegría de las gentes que he tengo la suerte de conocer es lo que me motiva y me engancha.
Resulta muy peligroso ser lesbiana en Uganda, y aún así sigues yendo cada año…
Es verdad que paso miedo… El simple hecho de viajar a Uganda es peligroso. Si además le sumas que eres mujer y homosexual, el riesgo aumenta. Es una decisión personal y yo asumo los riegos.
A raíz de tu experiencia en África has hecho una exposición sobre mujer y deporte en algunos de esos países. ¿En qué consiste la exposición?
La exposición es urbana. Quiero que todas las personas tengan la posibilidad de verla y saber lo que ocurre en otras partes del mundo. Se ha hecho para colgarla de mobiliario urbano como farolas o árboles. Cuenta con 60 fotos donde se plasma la alegría de las mujeres por experimentar por primera vez lo que es hacer deporte y jugar a fútbol.
La exposición ha sido donada a la Fundación por la Justicia de Valencia. Ellos la custodian. Cualquier ayuntamiento, asociación u organización interesada puede disponer de ella y hacer un uso responsable de la misma.
Dicen también que tienes un talento innato para volar. ¿Lo echas de menos?
Yo siempre intento hacer las cosas lo mejor posible. Es cierto que volar es lo único que he hecho de una forma profesional y pensaba que era lo único que sabía hacer. He dado otro rumbo a mi vida y queda claro que los seres humanos no tenemos por que encasillarnos en una sola profesión podemos explorar nuestra faceta poliédrica.
Otras pilotos tampoco se conformaron con ver el mundo desde la cabina: Hélène Dutrieu, pionera belga, condujo una ambulancia durante la IGM y acabó dirigiendo un hospital de campaña; Amelia Earhart se hizo enfermera para socorrer a niños sin recursos; Marise Bastié, cruzó el Atlántico de este a oeste, luego socorrió a los prisioneros en los campos de concentración. ¿Será que después de tocar el cielo te llevas un trozo puesto?
Es una forma muy interesante de verlo. Yo creo que el tema del voluntariado es algo que cada uno de nosotros llevamos dentro, lo único que debemos hacer es encontrarlo y llevarlo a cabo. Es una experiencia excepcional.