Remitiéndonos a la cita de George Steiner “Lo que no se nombra, no existe” se pone de manifiesto la estrecha relación entre el lenguaje y el pensamiento y es, en este sentido, en el que se hace necesario destacar – citar a una serie de mujeres que hacen un trabajo extraordinario a favor de una sociedad más justa en la que, sin perjuicio del género, todas las personas ocupen el lugar que les corresponde en armonía y equidad.
Con esta filosofía, el pasado 24 de octubre se celebró en Madrid la gala de entrega de la XXIII edición de los premios que concede El Club de las 25, materializados en un objeto muy ligado a los mundos femeninos: una abanico. En esta ocasión se trata de una obra de la artista y socia Pilar V. de Foronda.
El Club, que preside Cristina Almeida, está formado por un grupo de mujeres feministas, transformadoras de la sociedad, profesionales integradas en distintos ámbitos, cuya finalidad es poner en valor la historia y la lucha de las mujeres, destacar los logros y combatir, visibilizando problemas actuales como son la desigualdad y los estereotipos de género, la discriminación laboral y salarial, la trata, la prostitución, las violencias contra las mujeres, la discriminación política y económica. Postulan por un lugar con mujeres en el ámbito de lo político y hacen un intenso trabajo para rescatar la vida y la obra de mujeres olvidadas
Rosa María Calaf, presentadora del acto, hizo notar en primer lugar como arranque del evento que en lo que va de año 39 mujeres han sido asesinadas por causa del terrorismo machista, que cada día 400 mujeres presentan denuncias por malos tratos y que para frenar esa lacra es fundamental la colaboración de las instituciones. Por eso, cabe recordar la necesidad urgente de que todos los partidos alcancen un pacto de Estado contra esa violencia machista que llena de dolor y de indignación demasiado a menudo.
Cabe recordar la necesidad urgente de que todos los partidos alcancen un pacto de Estado contra esa violencia machista que llena de dolor y de indignación demasiado a menudo.
Para acentuar ese interés, El Club de las 25 ha constituido el premio “Clara Campoamor” con el que quiere destacar a personas que, en el mundo de las instituciones públicas en general, y especialmente en el ámbito político, trabajan para que la voz de las mujeres sea escuchada, como así lo hizo la madre del voto de las españolas y para que el feminismo siga conquistando espacios: Irene Montero (Podemos), Susana López (IU) y Ángeles Álvarez (PSOE), a modo compartido, han sido las primeras premiadas.
La “Plataforma 7N” lo fue también por la fuerza, la honestidad, la convicción en la lucha contra las expresiones más brutales del machismo y especialmente por la autoría de la Marcha Estatal contra la Violencia Machista que tuvo lugar en Madrid el 7 de noviembre del 2015, y que fue posible gracias a la labor inmensa de las mujeres que supieron coordinar todo el movimiento.
El hilo conductor de esta XIII edición fue la denuncia sobre la trata y la prostitución, para ello se premió a la Asociación APRAMP reconociendo su excelente labor en prevención, reinserción y atención a la mujer prostituida, en la lucha contra la trata de seres humanos y en la atención personalizada a las víctimas para que las víctimas puedan recuperar su lugar en la sociedad. También se premió el esfuerzo y el riesgo que asumieron las responsables de producir y programar la Serie “Esclavas” en CUATRO TV al ser emitido en horario de máxima audiencia. Con ello fue posible visibilizar la problemática que supone la Trata, acercando al espectador a la cruel realidad que sufren millones de personas de todo el mundo. Precisamente, algunas de las mujeres a las que ayuda APRAMP aparecen como protagonistas de “Esclavas”.
Existen mujeres que hacen una labor sorda, pero de una importancia vital, en estos casos su reconocimiento se hace imprescindible: la cirujana Carmen Hernández y su equipo médico, fueron premiadas por el compromiso humanitario que, desde hace doce años, vienen realizando en Turkana, en el norte de Kenia -una de las zonas más pobres del planeta- allí acuden cada año para operar a los que lo necesitan tratando de llevarles, además de alivio a su dolor físico, un poco de esperanza.
Las obras de las mujeres artistas son las eternamente olvidadas en la historia del arte, pese haber participado en todos movimientos artísticos, pero existen, están ahí trabajando incansablemente como hormiguitas.
Si se hubiera preguntado a cualquier persona de las allí asistentes el nombre de cinco mujeres artistas plásticas españolas de todos los tiempo… a buen seguro la respuesta no habría sido fácil de contestar. Las obras de las mujeres artistas son las eternamente olvidadas en la historia del arte, pese haber participado en todos movimientos artísticos, pero existen, están ahí trabajando incansablemente como hormiguitas. Este año el Club quiso dar visibilidad a las artistas visuales, víctimas también de la discriminación y en ocasiones despojadas de su autoría. Para ello se premió a Paloma Navares, una de las artistas españolas más reconocidas a nivel internacional, pionera en el uso de las nuevas tecnologías, el videoarte y la instalación, y que siempre es capaz de dar un nuevo enfoque a conceptos tradicionales. Toda su obra respira compromiso y denuncia de una manera muy sutil y delicada hasta el punto de haber creado un estilo propio: el estilo Navares.
Si bien es cierto que se hace necesario nombrar para visibilizar, no es menos importante valorar el trabajo de aquellas que llevan realizándolo durante años; buen ejemplo de ello es el de una de las mejores actrices de la escena española: el nombre de Terele Pávez es sinónimo de humildad, de buen hacer, de la inmensa capacidad que la actriz ha demostrado para superar situaciones adversas y por haber aclarado definitivamente que las mujeres a cualquier edad pueden dar solidez a cualquier proyecto.
Para premiar el talento y el esfuerzo de llevar el liderazgo femenino al mundo de las artes escénicas, El Club de las 25 concedió la distinción a Estrella Morente que, debido a una indisposición, no pudo acudir para recoger su abanico, pero el público asistente pudo disfrutar de la presencia de la abuela de la cantante, Rosario Muñoz; una increíble matriarca de toda de una generación de artistas del mundo flamenco, arrasó con una desenvoltura y una gracia que no dejó indiferente a nadie. Y en esa línea de mujeres impresionantes, cuya edad es sólo una anécdota, la siguiente premiada fue la miliciana Ángeles Flores, “Maricuela”, que a sus 97 años conserva la memoria intacta. Ella es una de las últimas milicianas vivas y el Club quiso premiarla por su defensa de la libertad y la democracia durante la Guerra Civil. Maricuela se incorporó al frente que suponía un territorio totalmente masculinizado rompiendo con los roles tradicionales de cuidado y trabajo doméstico asignado a las mujeres de la época. Su lucha por la igualdad y por el empoderamiento femenino que persiguió, y sigue persiguiendo, durante toda su larga vida, no exenta de una enorme simpatía cautivadora, le hicieron acreedora del premio más aplaudido.
Es indiscutible que Pepa Bueno a lo largo de toda su carrera profesional ha realizado un periodismo comprometido con la igualdad, además de tener un compromiso personal con el acceso de las mujeres a la educación. La periodista colabora con la Asociación Escuela para Todas, que trabaja por la escolarización de las niñas en Camboya, y es embajadora de la Escuela para Todas de Marie Claire.
El último abanico fue entregado a Almudena Grandes, la escritora que es capaz de evocar a través de sus personajes femeninos el valor de una época olvidada y que en muchos casos también ha sido denostada; Grandes pone en primer plano la necesidad de trabajar sobre la memoria histórica con la idea de poder hacer justicia a las víctimas y a las familias de la etapa más oscura de nuestra historia reciente.
Karmele Marchante, fundadora del Club y que a día de hoy sigue siendo su Alma Máter como presidenta de honor, cerró el acto con un emotivo discurso poniendo el foco en la Prostitución y la Trata como los más claros elementos de esclavización del mundo actual.
Porque la batalla por la igualdad es diaria y hay que librarla en el ámbito personal, con pequeñas acciones, y también como colectividad; para denunciar todas las violencias machistas la socias subieron al estrado mostrando con guantes de color rojo el gesto triangular reivindicativo del feminismo, con el que terminó el evento.
Fotografías: Jezabel Martínez y María Jesús Aragoneses