La difusión de cánones patriarcales a través del lenguaje, el mito y la literatura.
«Dices que no hay palabras para describir esta época, dices que no existe. Pero acuérdate. Haz un esfuerzo para acordarte. O, si no puedes, inventa.» Monique Wittig
«Creo que sería mejor que os dedicarais a otras cosas más importantes». Esta es la reacción más habitual que provocan en las redes sociales la mayoría de los argumentos a favor del lenguaje inclusivo.
Pero ocurre que el lenguaje es vehículo del género y, como tal, construye un discurso que incide en el imaginario simbólico cultural perpetuando cánones y patrones androcéntricos que han sido difundidos durante milenios a través de los mitos, la tradición oral y la literatura (y también desde la publicidad y el cine en épocas más recientes).
El efecto de la violencia simbólica patriarcal se refleja en cómo las mujeres traducimos tanto nuestro entorno como a nosotras mismas. Así, para Yolanda Beteta, la construcción sociocultural de las identidades femeninas responde a la necesidad del sistema patriarcal por sobrevivir, y lo hace adoctrinando a través de un discurso normativo y de símbolos socialmente asimilados, un mecanismo que se configura como el método de control más efectivo y sutil.
La intromisión patriarcal en las leyendas y los mitos es innegable. La sustitución de arquetipos y referencias a las deidades femeninas en virtud de dioses y héroes asentó pilares que facilitaron la difusión de normas androcéntricas y despojaron de legitimidad a los círculos de mujeres donde se compartían saberes e historias de vida.
Los mitos clásicos ofrecen un amplio catálogo de mujeres malvadas, de monstruos femeninos que personifican la alteridad.
La Triple Diosa de la que nos habla Robert Graves, omnipotente y adorada como Creadora, Amante y Aniquiladora, fue apartada por un dios masculino que, adquiriendo un poder equivalente, la anuló y sustituyó.
Los mitos clásicos ofrecen un amplio catálogo de mujeres malvadas, de monstruos femeninos que personifican la alteridad. Las tres grandes religiones monoteístas (judaísmo, islamismo y cristianismo) también llamadas del Libro o Dios Padre, deslegitimaron a las diosas madres y condenaron a la herejía a las mujeres sabias que amenazaban su discurso. Durante siglos, el coadyuvante de la transmisión oral de cuentos y leyendas impregnados de cargas patriarcales en el hogar y en el espacio doméstico y privado, contribuyó a que niños y niñas asimilaran desde la infancia un discurso normativo sobre el que asentar su educación y su visión del mundo, ya que la familia es la primera unidad de socialización.
Deconstruir desde una mirada feminista el capital simbólico es una condición imprescindible para reescribirnos fuera de cánones cosificadores, limitadores y brutales…
Somos muchas las que insistimos en la necesidad de visibilizar y reivindicar el trabajo y la producción de autoras y creadoras como arma de contraataque frente a una tradición cultural atrofiada de etiquetas y categorías heredadas.
Deconstruir desde una mirada feminista el capital simbólico es una condición imprescindible para reescribirnos fuera de cánones cosificadores, limitadores y brutales, para despojarnos de los tabúes que aún hoy pesan sobre nuestros cuerpos, para dinamitar este sistema desde los cimientos.
Utilizar un lenguaje que nos represente es fundamental. Dar la vuelta a los cuentos y leyendas, también. Escribamos historias nuevas, nuevas Melusinas, Gorgonas, Sirenas y Arpías. Reclamemos lo nuestro.
Próxima entrega: Mujer y Serpiente. Melusina y Medusa Gorgona.
Bibliografía:
Yolanda Beteta. Las heroínas regresan a Ítaca: la construcción de las identidades femeninas a través de la subversión de los mitos. Investigaciones feministas, 2009, vol. 0. 163 / 182
Montserrat Escartín. Pandora y Eva: la misoginia judeo-cristiana y griega en la literatura medieval catalana y española. Gnal. UdG. 51/71. KLLCGV, XIII, 2007/2008
Robert Graves. La Diosa Blanca. Alianza Editorial. 2014