«Y retiró sus gafas con elegancia dejando al descubierto unos grandes ojos verdes que me miraron pa dentro, aquel día conocí a Maribel Quiñones».
Como venida de otro planeta Martirio llegó para mejorar un mundo carente de belleza, un mundo demasiado encorsetado; se plantó peinetas de lo más insólitas para cantar a la libertad y con libertad, siempre navegando contracorriente aunque azote el temporal, la musa venenosa rompió estereotipos para descubrirnos universos insólitos hasta el momento desconocidos.
De la copla contemporánea al folclore, pasando por la guasa, reinventándose en cada disco, en cada aventura, no ha dejado de sorprendernos en 30 años, todos disfrutamos con asombro de una «Bien pagá» con tintes jazzeros y versos en inglés, todos conectamos con la magia «De un mundo raro» hasta sacar lágrimas de limpieza; todos bailamos con «Las Sevillanas de los bloques», muchas nos revelamos contra la tradición más machista para ser mejores mujeres escuchando «Estoy mala» y otras tantas canciones valientes; todas nos ablandamos y nos enamoramos con «A flor de piel» y «Mucho corazón»…
A Martirio le debemos un vaivén de emociones sanas a lo largo del tiempo, le debemos el aplauso fuerte a la creación y el duende, le debemos la admiración a la constancia y al compromiso con una misma, le debemos abrazos por todos los caminos abiertos, por provocarnos para que estemos menos dormidas….
Este premio nos lo han dado a todos y todas, este premio debe ser celebrado a lo grande porque al fin gana El Arte con verdad.
Y mientras Martirio hace de las suyas… Maribel Quiñones disimula haciendo croquetas como si ná, amasando en su cabeza aquello que estar por hacer, se rodea libros y buenos amigos, te recomienda una peli o te descubre un poema, frágil ante lo humano pero fuerte con sus principios, fiel a su gente y generosa compañera, es fan de artistas que le encantaron por el camino, es amante de la risa, es perfeccionista hasta el insomnio, y madraza de un ser que sigue sus pasos, ese fue el premio que le dio la vida…
Querida madrina mía, hoy brindo por todo lo vivido y por lo que está por venir, por el pucherito de la Mari estresá, por todos los versos tachados y por los que se quedaron, por el «pipijerve», por la carcajada cotidiana y sobre todo, por muchos años mas de dulce martirio a tu lado.
Lo que le debemos a Martirio
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