Desde que el oscarizado director británico Tom Hooper decidiera llevar a la gran pantalla su particular y más que decente versión de La chica danesa, mucho se ha hablado sobre la historia de Lili Elbe, considerada la primera persona transexual de la historia, y de su esposa, la pintora e ilustradora Gerda Wegener. Sin embargo, cuando uno se decide a investigar sobre la vida y obra de ésta última, llama poderosamente la atención cómo su figura siempre aparece estrechamente ligada a la historia de su marido. Si bien ambos personajes son inseparables, lo cierto es que Gerda supo ganarse un lugar en la historia del arte por autonomía propia. Es así como debemos recordar hoy a la Gerda pintora, por la calidad de su producción artística más que por ser la esposa de quien fue.
Después de esta breve reivindicación como historiador del arte y como auténtico enamorado de la estética de sus pinturas, es hora de comenzar nuestro recorrido por la vida y obra de Gerda Wegener, la otra chica danesa. Gerda Maria Frederikke Gottleib nace en Copenhage entre 1885 y 1889, sin que quede clara la fecha exacta de su nacimiento. Es en la Academia de Bellas Artes de dicha ciudad donde inicia sus primeros estudios en arte, y es allí donde conoce al pintor de paisajes Einar Wegener (Lili Elbe posteriormente), con quien contraería matrimonio en 1904. Sin embargo, la obra inicial de Gerda no terminó de cuajar en la capital danesa, por lo que la pareja decide establecerse de manera permanente en París en 1912.
París era la capital del mundo por aquel entonces, y el lugar donde nacían y se desarrollaban los principales movimientos artísticos del momento. Es por ello que la obra de Gerda estará marcada por la confluencia de los estilos imperantes, desde la potencia propia del expresionismo hasta el refinamiento del Art Déco característico de los años 20. Su producción artística giró en torno a dos ejes fundamentales: el retrato y la escena erótica. Comencemos por el primero de ellos, pues es con este género con el que Gerda daría sus primeros pasos como artista. Uno de sus primeros retratos, el de Ellen von Kohl (1908), causó enorme controversia en la crítica de arte del momento, pues muchos consideraron el cuadro más propio de la estética naturalista del siglo XIX que de la modernidad del nuevo siglo. Sin embargo, una vez establecida en París, sus retratos alcanzaron unas cotas de refinamiento y sutileza que pocas veces vemos en los pintores de la época.
La famosa bailarina danesa Ulla Poulsen, con quien entablaría una gran amistad, y la propia Lili, se convirtieron
en algunas de las modelos más frecuentes. La monumentalidad y la expresión de las mujeres retratadas por Gerda nos recuerdan inevitablemente a los retratos de otra de las pintoras más importantes del momento, Tamara de Lempicka, quien también había vivido en París por un tiempo y que hoy día es considerada como la gran representante del art déco en pintura. Dentro de la producción retratística de Gerda merecen especial mención los retratos que hizo de su gran musa, Lili, en diferentes posturas y escenarios, por la ternura y cercanía con la que están realizados. En ocasiones, la propia Gerda se retrata junto a Lili, hecho que evidencia la íntima compenetración que les unía.
Sea o no por la situación que le tocó vivir junto a su marido, lo cierto es que Gerda fue una persona moralmente abierta, sin prejuicios a la hora de concebir la libertad individual. El erotismo, la ambigüedad sexual y el marcado carácter lésbico de muchas de sus obras así lo muestran. Junto a sus retratos, Gerda fue y es valorada en gran parte hoy día por sus ilustraciones de escenas eróticas, donde volveremos a ver a Lili posar como modelo en varias ocasiones. Sus ilustraciones de temática lésbica para la obra de poemas Douze Sonnets Lascifs (“Doce Sonetos Lascivos”, 1925) de Louis Perceau son ,tal vez, sus mejores obras dentro de esta temática. A través de composiciones enmarcadas en tondos y óvalos, Gerda crea pequeñas escenas de cama en la que usualmente aparecen dos mujeres realizando todo tipo de prácticas amatorias. Los colores y motivos decorativos que acompañan la escena recuerdan a ese gusto art déco que tanta repercusión estaba teniendo en las artes decorativas del momento. Además de estas escenas de temática sexual, Gerda también se dedicó a la ilustración de moda, trabajando para revistas de prestigio como Vogue, La Vie Parisienne o Fantasio.
En 1931, tras la muerte de la que había sido su gran amor y acompañante en vida, Lili Elbe, Gerda decide contraer matrimonio con un diplomático italiano y trasladarse a Marruecos. Sin embargo, no tardaría en divorciarse para, finalmente, volver a su tierra natal, Dinamarca, donde fallecería en julio de 1940. Gerda gozó de una gran fama y popularidad en vida, exponiendo su obra en salones tan importantes del momento como el Salon d’Automne, el Salon des Indépendants y el Salon des Humoristes. Además del éxito alcanzado en la capital francesa, tanto ella como Lili encontraron en París el lugar perfecto para desarrollarse como personas libres en el amor.
José Frances, en su artículo para la revista española La Esfera del 5 de agoto de 1916, diría de Gerda: “Esta artista, compatriota del príncipe pálido y taciturno, vive en París y París la ha coronado de rosas y le ha dado la norma de lánguidas exquisiteces. Sus páginas de Fantasio, La Baïonette, de Le Rire, son de un chic y de una firmeza extraordinarios.”
Vía| ARWAS, V., “Art Deco”, Londres: Academy Editions, 1980; WOLPERT, M., WINTER, J., “Figurative Paintings: Paris and the Modern Spirit”, Los Ángeles: Schiffer Publishing, 2007; RAMOS FRENDO, E.M., “De la Amistad romántica como pretexto a la visibilidad del mundo lésbico en la cultura visual contemporánea (1870-1940)”, en “NORBA, Revista de Arte”, vol. XXXII-XXXIII, 2012-2013; BÉNÉZIT, E., “Dictionnaire des peintres, sculpteurs, dessinateurs et graveurs”, París: Gründ, 1999.
Más información| Arken Museum, The Guardian, Vogue
Imagen|Retrato de Lili Elbe(1928), Retrato de Ulla Poulsen (1930), Lili (1927), Ilustración para Douze Sonnets Lascifs
*Artículo publicado en queaprendemoshoy.com
Gerda Wegener, la otra chica danesa
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