La doncella venenosa y el tabú de la sangre menstrual

Laura Fjäder
Laura Fjäder
Escritora y trabajadora social. Desarrolla el proyecto feminista pluridimensional Musas Disidentes.
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La difusión de cánones patriarcales a través del lenguaje, el mito y la literatura. III

Igualmente,
todo objeto sobre el que ella se siente será inmundo, como en la impureza
de su menstruación. Cualquiera que toque estas cosas quedará impuro.

(Levítico 15)

La proximidad de una mujer en este estado hace agriar el mosto; a su contacto, los cereales se convierten en estériles, los injertos mueren, las plantas de los jardines se secan, los frutos de los árboles donde ella está sentada caen; el resplandor de los espejos se enturbian nada más que por su mirada; el filo del acero se debilita, el brillo del marfil desaparece, los enjambres de las abejas mueren.

(Plinio El Viejo. Hist. Nat., VII)


La idea que asocia impureza y mujer lleva arraigada en el imaginario colectivo desde hace milenios. Galeno desarrolla el postulado aristotélico que considera a la mujer un ser imperfecto pero estableciendo la causa en base a la teoría de los cuatro humores y los cuatro elementos: la mujer es más fría que un hombre y de ahí su imperfección.
En la Edad Media aún persisten preceptos que junto a los mandatos religiosos patriarcales y a las tradiciones mitológicas clásicas heredadas van a configurar todo un corpus de supersticiones que se utilizarán para estigmatizar el cuerpo-mujer, deslegitimar su naturaleza, su sexualidad y nuestros saberes.
La mitología androcéntrica se ha alimentado de símbolos que refuerzan la idea de mujer como ser sexual vinculado a la fecundidad y a la sexualidad causante de la caída de imperios o que boicotea las hazañas de los grandes héroes y líderes de la Historia, (Medusa, Afrodita, Medea…).

La mitología androcéntrica se ha alimentado de símbolos que refuerzan la idea de mujer como ser sexual vinculado a la fecundidad y a la sexualidad causante de la caída de imperios

Por su lado, tradiciones como la hebrea o la cristiana le otorgan la categoría de monstruo insaciable que recoge los pecados de aquellas que la precedieron: Eva, Lilith, Salomé, Judith, Dalila, María Magdalena… Portadora por siempre del estigma, la mujer es definida en términos opuestos a la moralidad como un animal de naturaleza incontrolable e imperfecta.
El Otro Femenino se erige como la alteridad que representa todos y cada uno de los miedos patriarcales: un oscuro monstruo enfrentado a la Razón y al Dios Padre, una fuerza que es necesario vencer, dominar y someter.
En la Edad Media estas consideraciones dan lugar a construcciones como el mito de la doncella venenosa, que aúna la idea de impureza e imperfección de la mujer y la consideración de la sangre menstrual como humor infecto.
El tabú de la menstruación sigue vigente aún hoy, asociando nuestra sangre a algo sucio y anormal. Nuestros fluidos siguen estigmatizados, se nos bombardea con mensajes negativos sobre nuestra sangre, nuestra sexualidad y nuestra naturaleza cíclica. La publicidad convierte el menstruo en suerte de líquido azul semejante a un producto suavizante con olor a flores del bosque y se boicotea el uso de productos respetuosos con el medio ambiente y nuestro cuerpo, como las copas menstruales.

La publicidad convierte el menstruo en suerte de líquido azul semejante a un producto suavizante con olor a flores del bosque

(No es necesario decir que usar una compresa de algodón o una copa no nos hace “más o menos feministas”, por supuesto que no, esta es una elección personal sujeta a muchos factores.) El miedo a la mancha que delata sigue ahí para muchas, en este siglo XXI de conquistas científicas.
La deconstrucción de los mitos, la reelaboración de discursos patriarcales nefastos es esencial también para trascender lo aprendido sobre nuestro menstruo, revertir la interiorización de pautas asimiladas y renovar el capital simbólico.
Narrémonos nuevas.

Eran tan antiguas como la hierba aplastada que recobra prestancia tras la pisada.
Eran voz atrapada en el barro moldeado para hacer cuencos.
Eran jardineras que alimentaban geranios con menstruo.
Eran las artesanas que tejían mimbre con cañas nuevas.
Eran la parturienta en cuclillas que ve su cuerpo abierto.
Eran quienes edificaban atalayas en altas colinas.

L. Fjäder. De YAKAMOZ. Inédito.

 
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Yolanda Beteta. Representaciones de la sexualidad femenina en la literatura medieval y su influencia en la consideración de las mujeres. UCM. 2010
José Luis Canet. La mujer venenosa en la época medieval. Universidat de València. 1996
La doncella Teodor, un cuento hispanoárabe. Inst. de Cultura Juan Gil-Alber, 1996
Ana Martos. Historia medieval del sexo y el erotismo. Móstoles, 2009
 

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