Malin Björk, de la comisión parlamentaria de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género en el Parlamento Europeo, cree que la mutilación genital femenina no tiene nada que ver con la religión sino que es una forma de control sobre el cuerpo y la sexualidad de la mujer. La ONU calcula que 200 millones de mujeres y niñas han sufrido algún tipo de mutilación genital. La eurodiputada sueca explica qué supone esta práctica en una entrevista con motivo del día internacional en favor de la tolerancia cero.
¿Qué magnitud tiene el problema y de dónde viene?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 200 millones de niñas y mujeres han sufrido y sobrevivido a la mutilación genital. La práctica es más antigua que la cristiandad o el islam. No está vinculada a la religión sino al patriarcado. La mutilación genital femenina es una manera de controlar el cuerpo y la sexualidad de la mujer.
¿Qué hace la UE para frenar esta práctica? ¿Qué más podría hacer?
El Parlamento Europeo ha aprobado varias resoluciones presentadas por la comisión parlamentaria de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género que denuncian la mutilación genital femenina. La UE y sus Estados miembros deben seguir apoyando financieramente a los movimientos y organizaciones que promueven la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, incluido el derecho a la anticoncepción y al aborto legal y seguro.
¿Hay mujeres refugiadas víctimas o en riesgo de sufrir esta mutilación?
Sí, puede haber mujeres refugiadas que son víctimas, o corren el riesgo de serlo, y que naturalmente deben recibir atención médica y apoyo adecuado. También debemos asegurarnos de que la mutilación genital se considera un motivo de asilo. Y tenemos que tener buenas leyes contra ella.
Sin embargo, creo que es sumamente importante no aislar este tipo de mutilación y la lucha contra ella. Tiene que ser vista como una forma de violencia, y como feministas tenemos que rechazar todas las formas de violencia de género, incluida la mutilación genital femenina.
Juntos. Tenemos que combatir la violencia contra la mujer en todos los frentes, ya se trate de la mutilación genital o de otras formas de violencia o abuso físico, sexual o psicológico.
Estamos viendo constantes ataques contra los derechos de las mujeres en todo el mundo. La administración Trump acaba de reintroducir la llamada regla global de la mordaza, deteniendo toda la financiación a las organizaciones de desarrollo que apoyan el derecho al aborto. Y en Rusia, la violencia doméstica fue descriminalizada. El factor subyacente de la violencia contra las mujeres no es la religión o la identidad, sino el patriarcado.