El caso Asunta, la violencia simbólica contra las mujeres en los medios

Fátima Arranz
Fátima Arranz
Profesora Titular de Sociología de la Universidad Complutense. Coordinadora Máster Igualdad de Género en Ciencias Sociales.
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Es difícil encontrar un producto cultural, en este caso en el campo de la comunicación, en el que no nos topemos con la discriminación hacia las mujeres. He tomado el caso Asunta como un ejemplo, cuya elección ha sido prácticamente al azar[1], para mostrar lo que viene siendo una constante en las informaciones que a primera vista consideramos como no tendenciosas y, por tanto, imparciales en el tratamiento informativo de los sucesos humanos.
En el caso Asunta, comenzaré -por el final- recordándoles que trata sobre un matrimonio que fue condenado por el asesinato de su hija de 12 años. Si no son de Santiago de Compostela o de Galicia quizá no tengan ni idea de a qué caso me refiero, a pesar de que el caso nos estuvo acompañando, hace muy pocos años, durante bastantes jornadas en las cabeceras de todos los informativos. Si añado más pistas como, por ejemplo, que según los investigadores policiales, en el comportamiento del padre había visos de perversión sexual, pues en su portátil se pudo rastrear fotografías íntimas de su hija y material pornográfico, o que se comprobó también en el juicio la enorme dominación psicológica que el padre ejercía sobre la madre, llegando incluso a infligirle malos tratos físicos durante al menos cuatro años. Puede ser que hasta aquí sigan sin tener claro a qué caso me refiero, sin embargo, ahora les facilitaré el asunto remitiéndoles a sus propios recuerdos, a que busquen en ellos las imágenes televisivas de la declaración de Rosario Porto ante el juez, sí, la madre de la niña asesinada. Imágenes que fueron repetidas una y otra vez en lo que parecía ser más una serie tv., por el cuenta gotas diario sobre nuevas informaciones, pero que desgraciadamente no lo era.

El caso por parte de los medios se focalizó desde el primer momento en la madre –es cierto que fue detenida –solo- un día antes que el padre-

El caso por parte de los medios se focalizó desde el primer momento en la madre –es cierto que fue detenida –solo- un día antes que el padre- tanto por la reiteración de esas imágenes de Rosario Porto, bastante elocuentes, en la que se la veía haciendo gestos un tanto exagerados ante quien suponemos era el juez, como porque en la entrega diaria de noticias sobre el caso se nos iba poniendo al corriente con auténtica profusión de los detalles de la vida de esta mujer: que si era hija de una familia bien posicionada de la clase media-alta de esa ciudad, que quiénes eran y a qué se dedicaban sus padres, que si disfrutó de los mejores colegios y universidades, que si obtuvo una beca Erasmus a la que renunció a los pocos meses, sobre lo que heredó o del novio que tuvo antes de casarse con Basterra o que si tenía o no amantes, etc. Por mi parte, no criticaría este exceso de información si hubiera visto el mismo interés mediático en el otro asesino: el padre y marido, Alfonso Basterra. Por el contrario, la opinión pública no supo casi nada de su personalidad (salvo los lectores de La Voz de Galicia), como los detalles que les he expuesto más arriba, ni del resto de su vida, incluso se restó información aún siendo que era clave para poder explicar el posible móvil del asesinato. Los datos informativos con que nos despacharon a Basterra desde los medios no llegaron más allá de revelar que era de Bilbao y de profesión periodista. Las imágenes televisivas de aquellos días nos lo mostraron como un hombre corriente que iba o volvía del juzgado perseguido por sus colegas de profesión. Con este desequilibrio de imágenes y demás informaciones producidas en esos días, lo que debiera habernos sorprendido posteriormente es que a resultas del juicio ambos fuesen en la misma medida condenados por el asesinato de Asunta. ¿Cómo no hacerse previamente al juicio la componenda de que la madre, la que recibió prácticamente toda la atención mediática, fuera la inductora y el padre, que fue presentado como un pobre hombre, un tipo gris y sin más fuese el arrastrado a tamaño crimen? Afortunadamente ni el jurado ni el tribunal se dejo influir por este asimétrico enfoque mediático.

Con este desequilibrio de imágenes y demás informaciones producidas en esos días, lo que debiera habernos sorprendido posteriormente es que a resultas del juicio ambos fuesen en la misma medida condenados por el asesinato de Asunta.

No considero necesario dar más detalles del caso  -en Internet se puede ampliar la información- puesto que en estas líneas lo que quiero poner de manifiesto es la desigualdad en el tratamiento informativo -en la mayor parte de los medios- según el género de los protagonistas de este matrimonio de asesinos. Ni por casualidad se debe buscar tras esta reflexión ninguna exculpación de la madre, Rosario Porto. Mi interés está en destacar la construcción hecha por los medios del caso que invisibilizó una parte fundamental del papel jugado por el padre. Me atrevería decir que la mayor parte de la opinión pública no se llegó nunca a enterar de algunos datos de éste como los más arriba referidos o estos otros dos indicios, nada desdeñables, que recogía “La Voz de Galicia”: “Uno es el ADN de Alfonso Basterra hallado en las bragas de su hija. El otro, los numerosos episodios de sedación acreditados por los análisis del pelo de la pequeña y que, por testimonios de las profesoras de música de Asunta, ocurrían después de que la menor hubiese dormido en casa de su padre”.
No estamos descubriendo nada nuevo al decir que los medios de comunicación también pujan por construir la realidad (solo hay que ver las luchas políticas por conseguir un canal televisivo). La clave de esta manipulación informativa está en lo que no se nos contó de Basterra o, por el contrario, sí se informó pero sin poner el mismo énfasis mediático que se hizo con Porto. ¿Por qué ese tratamiento informativo tan desigual de los comportamientos del padre y de la madre? ¿Por qué decidieron los medios elegir como protagonista a la madre y a Basterra como secundario para la construcción del caso? La respuesta es más “sencilla” que pensar en un complot mediático: la manifestación de la estructura de dominación masculina.

La clave de esta manipulación informativa está en lo que no se nos contó de Basterra o, por el contrario, sí se informó pero sin poner el mismo énfasis mediático que se hizo con Porto.

Desde una perspectiva de género o feminista el caso de Asunta nos sigue mostrando cómo las instituciones sociales (los medios de comunicación, en este caso), pese a los votos de buenas intenciones, siguen reproduciendo la discriminación en contra de las mujeres sin ningún miramiento. Discriminación que, por otro lado, se reconoce como un hecho, pues la sociedad española la considera ya como un dato real. Si bien es cierto, matizando, que ese reconocimiento es por parte de esa franja social de la ciudadanía que se declara progresista en las ideas y que entiende, al menos, que la única manera de convivencia aceptable se corresponde con un marco comunicacional políticamente correcto. Aunque se ha dado este avance, tampoco se puede dejar de admitir que tras este marco frágil de corrección siguen habitando actitudes y formas de pensar (conscientes e inconscientes) que se revelan reaccionarias al reconocimiento de la subordinación femenina y de la violencia de todo tipo (desde la simbólica a la física) necesaria para infligir tal sometimiento.
En este orden de cosas, la violencia simbólica (P. Bourdieu) es la violencia más difícil de detectar, por tratarse de un tipo de violencia invisible para las propias víctimas (en este caso todas las mujeres) y que se expande hoy en día principalmente a través de los medios de comunicación. De ahí que haya traído este ejemplo del llamado caso Asunta (sobre el que Antena 3 emitirá un programa en breve) para ilustrar esta violencia que permanece igual de oculta que de presente. Violencia tan costosa de reconocer por sus creadores y productores mediáticos y que sin embargo tendrá una completa incidencia en la reproducción de los comportamientos humanos.


[1] Casualmente Antena3 quiso conocer mi opinión como socióloga sobre este caso para un programa que está preparando para emitir en los próximos días. Ello me llevó a re-informarme sobre lo sucedido en el caso.

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