¡Que este 8 de marzo nos encuentre bien bonitas!

Raquel Rosario Sánchez
Raquel Rosario Sánchez
Escritora dominicana. Especialista en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad. Arde por el desmantelamiento del patriarcado en su totalidad, pero muy especialmente, arde con ansias por ver el fin de la violencia contra niñas y mujeres. Todas las violencias.
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Las mujeres de Gójar (Granada) tienen muchas razones para celebrar este 8 de marzo. No sólo se conmemora el Día Internacional de La Mujer, sino que, para celebrar a la mujer, el Ayuntamiento de Gójar, por medio de su Concejalía de la Mujer, les regalará un curso de automaquillaje totalmente gratuito que será impartido por una profesora titulada en maquillaje.

El curso de automaquillaje tratará temas tan importantes como el cuidado de la piel, “conocimiento de maquillaje” y también les enseñará a las mujeres a utilizar sus propios cosméticos. En su invitación aclaran que las que quieran participar deberán llevar sus propios cosméticos.
¿Soy yo o ustedes también están cansadas de que todo lo que se relacione a la mujer incite en las mentes de muchas personas conceptos arcaicos como este?
¿Será que las mujeres de Gójar habrán alcanzado el nivel de superación como clase social tan alto que ya les resultan trilladas las charlas sobre la violencia y las mesas redondas feministas? ¿Será que ya no necesitan feminismo y ahora pueden dedicarse a cosas más triviales como el maquillaje? Honestamente, no lo sé. Eso tendrán que decírnoslo las mujeres de Gójar.
Pero lo que sí sé es que, para algunas personas, organizaciones y Estados, el Día Internacional de la Mujer se ha vuelvo una mojiganga donde actores inesperados buscan sacar ganancias de lo que debería ser una llamada a la lucha feminista y a la reflexión sobre el rol que ocupan las mujeres en la sociedad. También es común que los 8 de marzo se conviertan en un espectáculo en el que brillan las disonancias cognitivas en que Gobiernos o personajes públicos hacen gran alarde de su amor por las mujeres sólo para pisotearlas los otros 364 días del año.

También es común que los 8 de marzo se conviertan en un espectáculo en el que brillan las disonancias cognitivas en que Gobiernos o personajes públicos hacen gran alarde de su amor por las mujeres sólo para pisotearlas los otros 364 días del año.

Por ejemplo, en mi preparación para escribir este artículo investigué y descubrí que Amnistía Internacional, una organización sin fines de lucro que se describe como un “movimiento global de más de 7 millones de personas que se toman la injusticia como algo personal” y que alega trabajar “por un mundo en el que todas las personas puedan disfrutar de sus derechos humanos” vende 24 productos con motivo del Día Internacional de La Mujer.
Entre los productos que vende Amnistía Internacional están pulseras que dicen “Igualdad Hoy, Mañana y Siempre”, camisetas que llevan el lema “Un Mundo En Cada Mujer” y otra camiseta que lleva el lema “Calladita No”. Las camisetas cuestan de 18 euros hasta 22 euros cada una. La pulsera es más económica y cuesta 3 euros.
La descripción de la camisa “Un Mundo En Cada Mujer” dice:
“Dedicamos esta colección a todas las mujeres luchadoras que han ganado y siguen ganando batallas cada día defendiendo sus derechos y reivindicando la igualdad en todo el mundo. A todas las mujeres que hacen oír sus voces para romper barreras y no se rinden frente a las dificultades. Cada una en su mundo, en su trabajo y en su vida cotidiana contribuyen a crear una realidad en la que ninguna mujer sea discriminada por el mero hecho de serlo. Hay un mundo en cada mujer, ¡celébralo con esta camiseta!”. La descripción es bella y hasta me hace sentir orgullosa de ser parte de esta lucha milenaria por los derechos de la mujer.
La otra camiseta, que lleva las palabras “Calladita No”, va acompañada de la siguiente descripción:
“La violencia de género no sabe de cultura, ni de edad, ni de clases sociales, ni de etnias: en cualquier parte del mundo hay mujeres y niñas que ven vulnerados sus derechos humanos y sufren violencia por el mero hecho de ser mujeres. Luchar contra a ello, debe ser un compromiso para todo el mundo. Hazlo posible: ¡compra esta camiseta y NO te calles frente a la violencia contra las mujeres!”
Ambos mensajes son 100% certeros siempre y cuando los analicemos descontextualizados de las políticas de Amnistía Internacional como organización. Pero cuando los contextualizamos y nos damos cuenta del historial que tiene Amnistía Internacional en materia de derechos de la mujer, los mensajes, junto con la etiqueta de precios por los cuales venden las camisetas los 8 de marzo, resultan cínicos y hasta desvergonzados.

Amnistía Internacional es la misma organización que decidió, en el año 2015, abogar por la despenalización de la prostitución después de aliarse con proxenetas y traficantes.

Amnistía Internacional es la misma organización que decidió, en el año 2015, abogar por la despenalización de la prostitución después de aliarse con proxenetas y traficantes. Es la misma organización que para construir su política “a favor del trabajo sexual consensuado” decidió ir en contra de grupos de sobrevivientes de la prostitución y organizaciones feministas.
Explica la investigadora británica Kat Banyard: “La política de Amnistía cita «organizaciones de derechos humanos» que aprueban su propuesta. Ellos dicen que «un gran número de organizaciones y redes de trabajadoras sexuales, incluyendo el Global Network of Sex Work Projects, apoyan la descriminalización del trabajo sexual”. Pero Amnistía no le dijo a nadie que la Global Network of Sex Work Projects tenía como vicepresidenta a la señora Alejandra Gil, quien también fue consultora en la materia para las Naciones Unidas, y que fue arrestada y eventualmente sentenciada a 15 años de prisión por trata de personas después de que saliera a la luz que era la Madame de un prostíbulo que obligaba a más de 200 mujeres mexicanas a prostituirse.
Antes de que iniciara el proceso de consultoría sobre el tema, Amnistía Internacional permitió que fuese el dueño de un prostíbulo quien el confeccionara su proyecto original en la materia. El señor Douglas Fox, dueño de Christony Escort Services, unos de los burdeles más lucrativos del norte de Inglaterra (donde solo se comercializan mujeres) jugó un papel crucial en la elaboración de esta política institucional que ahora Amnistía utiliza como base para presionar a los gobiernos del mundo a que también apoyen la comercialización de los cuerpos de las mujeres.
Después de que “aprobaron” la política como organización (con la participación de solo un 40% de su membresía y después de que la mayoría de sus miembros ni siquiera sabían que Amnistía estaba debatiendo el tema), Amnistía ignoró las voces de más de 400 organizaciones de mujeres y, crucialmente, ignoró también las voces de sobrevivientes que, partiendo de sus experiencias siendo prostituidas, se negaron rotundamente a que la comercialización del cuerpo de las mujeres sea presentado ante la opinión pública como “un derecho humano”. Y cuando encontraron posiciones de resistencia a esta posición cosificadora de la mujer dentro de su propia organización (como el caso del grupo local de Amnistía Internacional en Rhode Island, Estados Unidos), decidieron expulsar a esas voces disidentes de sus rangos. ¡Vaya compromiso con la libre expresión y los derechos de las mujeres!

Que Amnistía Internacional quiera utilizar el Día Internacional de La Mujer para generar ganancias monetarias de su hipocresía se merece todo un premio… a la desfachatez.

Cuando analizamos las dinámicas con las que Amnistía Internacional ha tratado un tema tan crucial para los derechos de las mujeres como la explotación sexual (QUE ES VIOLENCIA) nos damos cuenta que ese mensajito tan benigno e inspirador de que “en cualquier parte del mundo hay mujeres y niñas que ven vulnerados sus derechos humanos y sufren violencia por el mero hecho de ser mujeres. Luchar contra a ello, debe ser un compromiso para todo el mundo. Hazlo posible: ¡compra esta camiseta y NO te calles frente a la violencia contra las mujeres!” suena como una verdadera burla. Que Amnistía Internacional quiera utilizar el Día Internacional de La Mujer para generar ganancias monetarias de su hipocresía se merece todo un premio… a la desfachatez.
Lamentable no son sólo el Ayuntamiento de Gójar y Amnistía Internacional quienes quieren utilizar el Día Internacional de La Mujer para promocionar cacofonías intelectuales. También los Estados se ponen a eso.
Entre todos los países del mundo, se dice que Rusia es el que más algarabía realiza los 8 de marzo. Flores, dulces, joyas… recuerdo una noticia que leí hace años que hablaba sobre cómo los hombres se esmeran los 8 de marzo, ¡y hasta cocinan! Parece que en Rusia sí saben tirar la casa por la ventana para demostrar lo mucho que valoran a las mujeres. Tanto así que el 8 de marzo es hasta considerado un día feriado.
El mensaje oficial por parte del Estado está a cargo todos los años de su Presidente. El año pasado, su actual Presidente Vladimir Putin, expresó:

“Desde el fondo de mi corazón quiero felicitarlas en este Día Internacional de La Mujer. Rusia celebra esta festividad con un amor particular, más que cualquier otro país. Es un día lleno de regalos, flores y nuestros más cálidos y tiernos deseos a todas las madres, esposas, hijas, colegas y todas las mujeres que guardan un lugar especial en nuestros corazones.

Después de todo, son las mujeres quienes nos dan la vida y nos calientan con su amor, su apoyo y sus cuidados. Son las mujeres, con su dignidad y su compasión, quienes encarnan el alma rusa. Queridas mujeres, ustedes poseen un poder misterioso: tienen tantas cosas que hacer, pero aun así saben permanecer tiernas, inolvidables y carismáticas. Nos traen belleza y bondad, esperanza y luz a este mundo. Estamos orgullosos de ustedes y las amamos”.

Eso fue el 8 de marzo del 2016. Aproximadamente un año después, el día 8 de febrero del 2017, Rusia descriminalizó la violencia machista.
Escribe El Mundo sobre las nuevas leyes: “los maridos que peguen a sus mujeres sólo irán a prisión si lo hacen “más de una vez al año”. La propuesta de rebajar las penas para el maltrato es una reacción de los diputados más conservadores a la decisión adoptada en junio por el Gobierno ruso de considerar la violencia doméstica como equivalente a los «delitos de odio». La primera votación ha logrado -como suele suceder en el Parlamento ruso- una mayoría aplastante: 368 votos a favor, un voto en contra y una abstención.”
Resulta interesante que el poder ejecutivo de Rusia haya querido considerar la violencia contra la mujer como un crimen de odio y haya sido el poder legislativo que respondió con virulencia y propuso una ley muchísimo más laxa. También resulta interesante que este cambio en la normativa se le adjudicara a “Putin” en el imaginario colectivo no-ruso cuando su posición buscaba todo lo contrario. Y cuando este proyecto de ley tiene, dolorosamente, el agravante de que fue introducido en la cámara legislativa rusa por 4 mujeres: dos diputadas y dos senadoras.
Sea como sea, este definitivo retroceso a los derechos de la mujer es ahora la posición del Estado ruso. El rol que jugaron las mujeres (en particular Elena Mizulina, quien lideró el proyecto de ley y es la Presidenta del Comité sobre Familia, Mujer y Asuntos Infantiles) lo que demuestra es que la misoginia internalizada puede llegar a ser igual de dañina y peligrosa que la que ejercen los hombres directamente. Mizulina alega que poner a un hombre tras las rejas por haber golpeado a su pareja «va contra la familia».

Estos tres ejemplos lo que nos demuestran es que este día 8 de marzo, Día Internacional de La Mujer, todo el mundo quiere “celebrar” a la mujer de una forma u otra, hasta el patriarcado.

Estos tres ejemplos lo que nos demuestran es que este día 8 de marzo, Día Internacional de La Mujer, todo el mundo quiere “celebrar” a la mujer de una forma u otra, hasta el patriarcado. Un día que debería ser una llamada a la lucha y al activismo feminista se convierte en una invitación a un taller de maquillaje. También se convierte en camisetas con diseños muy juveniles con mensajes empoderadores. Y se transforma en mensajes dulces de sociedades que odian tanto a las mujeres que están dispuestos a votar, 368 votos a favor y 1 en contra, a que se legalice que las golpeen una vez al año “por el bien de la familia”.
Es como si no importa la fecha, el patriarcado está ahí maquinando y menoscabando.
Este 8 de marzo el mensaje troglodita anti-feminista está más claro que el agua: apliquémonos el maquillaje y arreglémonos bien bonitas como enseña el taller de maquillaje de un ayuntamiento que quizás piensa que maquillarse es la preocupación nº1 de las mujeres en su municipio. Pongámonos las camisetas con mensajes pseudofeministas de organizaciones humanitarias a las que no les importa en lo más mínimo fomentar la explotación de millones de mujeres y niñas por medio de políticas misóginas. Y comportémonos con toda la ternura y la abnegación que la legislatura rusa tanto admira en las mujeres solo los 8 de marzo.
El día será “de nosotras” pero no por eso dejamos de pertenecerles al patriarcado.
 

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