Soy curiosa por naturaleza. Me gusta investigar, leer, documentarme, no sólo para realizar mi trabajo de periodista y en deportes minoritarios, que no mucha gente conoce.
A lo largo del día paso muchas horas leyendo e investigando para mi trabajo y también para mis aficiones y he de reconocer que tiempo para la novela no tengo, pero sí una media de tres o cuatro horas diarias de lectura. No sé si eso puede contar en las estadísticas de lectura de las y los españoles.
Y entre mis aficiones y mis devociones está el tema de la mujer, en cualquier ámbito. A veces me quedo sorprendida de las noticias que aparecen. Ya me parece escandaloso que haya que tener un “cuenta víctimas” en las páginas dedicadas al mundo femenino. Seguramente se ha hecho para llamar la atención, de una manera objetiva, sobre lo duro y vergonzoso que es que casi cada semana haya una víctima asesinada (sí, asesinada, por más que lo quieran disfrazar con cualquier otro término o sinónimo del diccionario) pero ni aun así la gente se sensibiliza.
Y leyendo la prensa diaria te das cuenta de que sólo las voluntades individuales son las que pueden cambiar las cosas. El empeño de determinadas personas, con determinados objetivos, es el que poco a poco va modificando situaciones para mejor si hablamos del ámbito femenino.
¿Cuántas mujeres en ese consejo de administración? Una o ninguna. No llegamos ni al uno por ciento de representación femenina en los consejos de administración de las grandes empresas del IBEX.
Me sigue llamando la atención las fotografías que se hacen determinados consejos de administración de la empresa equis, da igual la que sea porque son casi calcadas unas a otras; unos quince o veinte individuos en formación, con traje y corbata, tonos oscuros, y todos mirando al fotógrafo. ¿Cuántas mujeres en ese consejo de administración? Una o ninguna. No llegamos ni al uno por ciento de representación femenina en los consejos de administración de las grandes empresas del IBEX. Y yo me pregunto ¿es que no valemos? ¿Tan tontas somos?
Pero miro para otro lado y me voy al mundo deportivo, que es en el que me muevo mejor; foto del Presidente del Comité Olímpico Español con los Presidentes de las sesenta y seis federaciones españolas; igual, todos encorbatados y serios y en ese grupo de presidentes tienen que estar las dos únicas presidentas de federación española que hay en España. Ni se las ve entre tanto hombre.
Con el paso del tiempo no he perdido la fuerza para seguir en este mundo militante que es la presencia femenina en todos los ámbitos de la sociedad.
Con el paso del tiempo no he perdido la fuerza para seguir en este mundo militante que es la presencia femenina en todos los ámbitos de la sociedad. Las mujeres valemos, somos inteligentes, trabajadoras, organizadas, previsoras y un largo etcétera, igual que los hombres, pero no figuramos en la misma proporción. No creo que sea por una cuestión de preparación porque, año tras año, las universidades se llenan de mujeres que quieren ser licenciadas. Creo que es una cuestión de falta de oportunidades, que no nos llegan.
Casi cada mes tengo una charla, mesa redonda o conferencia sobre la presencia de las mujeres en el mundo del deporte; como periodistas o como deportistas y veo que a las charlas viene un tanto por ciento elevado de los mismos rostros. Ahí estamos las convencidas y nuestra labor, o por lo menos, lo que yo me propongo, es que de cada una de esas charlas salga alguien, me da igual que sea mujer que hombre, que se dé cuenta de lo injusto de la situación y se convierta en una de esas voluntades individuales que empiece a generar ruido para ir solventando esa desigualdad, sea en el terreno que sea; deportivo, político, administrativo, judicial, etc.
Sigo viendo una brecha tan grande entre cómo se vive en el campo masculino y cómo se vive en el femenino que no tiro la toalla.
Echo la vista atrás y veo el avance, ¡claro que lo hay! Pero sigo viendo una brecha tan grande entre cómo se vive en el campo masculino y cómo se vive en el femenino que no tiro la toalla. No sé hasta dónde llegará el eco de mi voz pero tengo claro que voy a seguir dando guerra y esperando oportunidades hasta que tenga fuerzas. Soy muy cabezota.