«El otro día iba a tomar un vaso de leche para desayunar. Abrí el cartón y resultó ser caldo de pollo. «Bueno, pues parece que esta noche toca sopa», así empieza su relato Rocío Sánchez, una invidente andaluza que ha conseguido ya más de 50.000 firmas en Change.org para pedirle al Parlamento Europeo que etiquete en braille los productos de los supermercados.
«Soy ciega y quiero llamar la atención sobre las indudables ventajas y el consecuente incremento de autonomía, independencia y accesibilidad que puede significar un correcto etiquetado en Braille para productos de alimentación, cosmética y otros accesorios. Lanzo esta petición porque muchas de estas molestias podrían evitarse», señala Rocío, que dice sufrir ese problema con multitud de envases que, en su aspecto físico son iguales, y que sólo se distinguen por lo que se ve en la etiqueta.
En España el Braille está incorporado ya en envases como los de medicamentos, y Sánchez pide que se amplíe a todos los de compra diaria. «No estoy proponiendo ningún disparate. Esta iniciativa ya está en marcha en supermercados extranjeros. En el Coop de Inglaterra, por ejemplo, casi todos los preparados alimenticios frescos están etiquetados en Braille. Y los postres, y algunos cosméticos también».
Con el etiquetado en Braille se ganaría autonomía para las personas invidentes, que ahora tienen que preguntar en el supermercado qué es lo que están comprando o qué lata están abriendo en su casa, según denuncia Rocío.
Una mujer consigue más de 50.000 firmas para que los alimentos se etiqueten en Braille
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