Alerta por la situación de la población refugiada de Burundi y el incremento de la violencia sexual

Redacción Tribuna
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ACNUR, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, ha reiterado su preocupación sobre la inestable situación de Burundi, que sigue obligando a muchas personas a buscar seguridad en países vecinos. Desde abril de 2015, unos 410.000 refugiados y refugiadas y solicitantes de asilo han tenido que huir de sus hogares. Las cifras continúan al alza.

Las personas refugiadas que llegan desde Burundi citan como motivos para huir las violaciones de derechos humanos, el miedo a ser perseguidas y la violencia sexual y de género. Sin señal alguna de mejoría en la situación política, se prevé que la población total refugiada crezca a más de medio millón para finales de 2017, convirtiéndose potencialmente en la tercera mayor crisis de refugiados de África. Actualmente, es la República de Tanzania la que acoge a la mayoría de personas refugiadas burundesas, alrededor de 249.000, en tres campamentos superpoblados. Ruanda acoge a alrededor de 84.000 refugiados y refugiadas, Uganda 45.000 y la República Democrática del Congo (RDC) cerca de 41.000. La mayoría son mujeres y niños y el número de hombres jóvenes es desproporcionadamente bajo.

Las personas refugiadas que llegan desde Burundi citan como motivos para huir las violaciones de derechos humanos, el miedo a ser perseguidas y la violencia sexual y de género.

ACNUR ha actualizado sus necesidades de financiación para la situación en Burundi hasta los 250 millones de dólares, desde la cifra anterior de 214. Los recursos se necesitan urgentemente para proporcionar asistencia de emergencia a quienes acaban de llegar y ofrecer un apoyo adecuado a sus anfitriones. ACNUR ha recibido hasta el momento solo el 2% de los fondos que se precisan.

Las condiciones de vida de las personas refugiadas en los países vecinos de Burundi son extremadamente difíciles. Las nuevas llegadas están llevando al límite la capacidad de recepción en los campamentos de refugiados, especialmente en Tanzania, Ruanda y RDC. Se necesita financiación inmediata para mejorar y construir nuevos asentamientos para así descongestionar los ya existentes y dotarlos de servicios básicos.

La educación de los y las menores en situación de huida se ha visto también severamente afectada, debido a que no es posible que el elevado número de estudiantes quepa en las aulas. En Tanzania se precisan alrededor de 600 nuevas aulas; muchos niños y niñas asisten a clase bajo un árbol.

Los campamentos superpoblados exponen a las personas refugiadas a muchos peligros, especialmente a las mujeres y a los niños.

En la RDC, por ejemplo, los centros de tránsito son incapaces de alojar a los refugiados y refugiadas que llegan, lo que les obliga a malvivir en condiciones extremas, normalmente sin refugio. La falta de financiación está limitando los esfuerzos de ACNUR para desarrollar un nuevo campamento en Mulongwe, en la Región de Kivu Sur en RDC.

Los campamentos superpoblados exponen a las personas refugiadas a muchos peligros, especialmente a las mujeres y a los niños. ACNUR y sus socios han señalado los riesgos que existen en materia de protección y sanitaria, así como el de un brote epidémico de cólera.

Cantidades más pequeñas de refugiados y refugiadas burundesas han huido también a Kenia y a países del sur de África como Zambia, Mozambique, Malawi y Sudáfrica.

ACNUR hace un nuevo llamamiento a donantes para que mantengan de forma continua su apoyo a los países que acogen a esta población refugiada burundesa. También reitera a los países vecinos la petición de que permitan el acceso a quienes que huyen de la crisis en Burundi, y a no obligar a personas refugiadas a retornar contra su voluntad.

Violencia sexual

ACNUR y sus socios tratan de que las nuevas llegadas que han sido víctimas de la violencia sexual reciban tratamiento médico inmediato, así como asistencia legal y psicológica.

El servicio se extiende también a aquellas personas atacadas después de huir. El Comité Internacional de Rescate ha provisto del mismo a 1.759 supervivientes de violencia sexual y de género desde abril de 2015. Es el caso de Nicole, una de las más de 137.000 personas burundesas que han huido a la vecina Tanzania desde que el presidente Pierre Nkurunziza declaró, justo hace un año, que se presentaría a un tercer mandato. El anuncio desató una ola de protestas, represión policial y violencia por parte de las milicias.

Quienes sobreviven, como Nicole, describen el uso de la violación como castigo en los puestos de control en Burundi y sus fronteras. Algunos de los testimonios que ha podido recoger ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, apuntan a que sus violadores las habían acusado de tener relación con el partido político equivocado, o las habían señalado por su origen o el lugar del que venían.

 

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