Cuando el patriarcado funde las bombillas de la inteligencia

Pilar Aguilar
Pilar Aguilarhttp://pilaraguilarcine.blogspot.com.es/
Analista de ficción audiovisual y crítica de cine. Licenciada en Ciencias Cinematográficas y Audiovisuales por la Universidad Denis Diderot de París. Lee el blog de cine de Pilar Aguilar: http://pilaraguilarcine.blogspot.com.es
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A mí me dejan estupefacta los cortocircuitos mentales que origina el patriarcado. Gente que razona correctamente, cuando aborda ciertos temas, pierde toda lógica y desvaría.

Lo digo a cuenta del último artículo de Rosa Montero donde defiende los vientres de alquiler y, de paso, la prostitución.

José Jiménez Aranda – Rosa de 18 años en venta por 800 monedas

¿Recuerdan lo que publicó la prensa hace unos días sobre esas mujeres traficadas en Murcia? Resumo: traían a nicaragüenses exigiéndoles sumas considerables: 3000 o 3500$ (que, como ninguna tenía, la mafia les “prestaba generosamente”). Luego, las colocaban como empleadas de hogar o cuidando a personas mayores. Les pagaban una miseria; miseria de la que deducían el alojamiento, la deuda y los altísimos intereses que esta generaba. Es decir, las víctimas no podían de ninguna manera devolver el dinero por lo que estaban condenadas a la esclavitud. Vivían sometidas a un estricto control. Tanto que, si por ejemplo, quedaban embarazadas, las hacían abortar. Cuando ya algunas estaban totalmente desesperadas, les proponían, además, prostituirse.

Yo creo que a Rosa Montero una realidad así le parece un horror. Pero, sin embargo, en tocando el tema de la prostitución, se muestra incapaz de razonar y de aplicar una mínima coherencia.

Veamos: existe legalmente la figura de empleada de hogar. No es que sea un trabajo de tirar campanas al vuelo, pero bueno, la ley exige un salario mínimo, el respeto de un horario laboral, exige que se les dé el alta en la seguridad social, que se cotice por ellas de manera que tengan cobertura sanitaria, jubilación, paro…

Pero resulta que las mafias se saltan alegremente la legislación. Una legislación que, sin embargo, vuelvo a repetir, existe.

O sea, que siendo prostitutas, en un plis-plás, se harían ricas y podrían volver a su tierra, construir una casa, alimentar a toda su familia

Ahora bien: no se sabe por qué magia potagia, si en vez de poder declararlas como empleadas de hogar (o masajistas, o telefonistas, o profesoras de algunas de las lenguas indígenas de Nicaragua: Arawak caribeño, Misumalpa o Chiapaneco-mangue), digo que si las pudieran declarar como prostitutas, esas mafias que tan mal las tratan ahora, las tratarían bien. Esas mafias que no las declaran como trabajadoras de ningún oficio de los que existen, las declararían como “trabajadoras del sexo”. Esas mafias que no respetan sus derechos laborales, los respetarían. Esas que las sangran, dejarían de sangrarlas. Y, claro, esas mujeres prostituidas a razón de 10, 15, 20, 30€ (según la “clientela” masculina a la que se las destine), ya no tendrían que entregar la mitad de lo que ganan a sus prostituidores y estos, además, no las extorsionarían con el alojamiento, la manutención, la peluquería, el vestuario, la deuda, los intereses… Y, así, ellas ya podrían ahorrar.

O sea, que siendo prostitutas, en un plis-plás, se harían ricas y podrían volver a su tierra, construir una casa, alimentar a toda su familia (en fin, realizar su sueño, ese que les contaron para endeudarlas y traerlas aquí).

Es más, si fueran legalmente prostitutas no las obligarían a abortar. Primero, porque ya sabemos que para algunos puteros follarse a una mujer embarazada es como un plus, tiene “su qué”, y, segundo porque, caso de que ellas quisieran parar, se las respetaría y podrían pedir la baja por maternidad y cosas así…

¿Lo dudamos? ¿Las abolicionistas no nos damos cuenta de la impecable lógica que anida tras los argumentos llenos de ternura y compasión que impulsan a Hetaria y a sus fans? Es porque somos malas y crueles y, tal como el ladrón, pensamos que todos son de nuestra condición. No confiamos en la bondad del alma humana y por eso no creemos que los traficantes de mujeres, si pudieran declararlas como prostitutas, las traficarían en buenas condiciones. Como cuidadoras de ancianos, no. Como prostitutas, sí.

No confiamos en la bondad del alma humana y por eso no creemos que los traficantes de mujeres, si pudieran declararlas como prostitutas, las traficarían en buenas condiciones.

Eso por no hablar de la extraordinaria y nueva posibilidad laboral que se les abre: alquilar sus úteros como receptáculos para los preciados genes de otros… El sueño de las mil y una noches (empleo este símil a propósito pues recordaréis que el maravilloso sultán se follaba a una nueva doncella y, al día siguiente, la mandaba matar): durante nueve meses esas mujeres, sin dar un palo al agua, estarían bien alimentadas y médicamente controladas y cuidadas.

Vale, como personas tendrían que renunciar a muchos de sus derechos. Porque ese el problema: los úteros van metidos en una mujer. Y, por lo tanto, controlar al preciado útero, supone controlar la vida de esa mujer para que no haga nada que pueda perjudicar al maravillosísimo feto. Sí, como persona, la “vasija” pierde derechos. El contrato quizá estipule hasta lo que puede y debe comer. De las relaciones sexuales, que se olvide. De la posibilidad de abortar, ni hablamos… el derecho a la filiación, ese ni mentarlo… O sea, durante nueve meses la mujer vivirá dónde y cómo le digan y no podrá acogerse a las leyes que rigen para todos los demás españoles.

Porque ese el problema: los úteros van metidos en una mujer. Y, por lo tanto, controlar al preciado útero, supone controlar la vida de esa mujer para que no haga nada que pueda perjudicar al maravillosísimo feto.

Pero ¿habrá que compadecerla? Ni hablar, ni mucho menos. No caigamos en delirios buenistas. ¿Es que acaso en Nicaragua o en El Salvador ellas gozan de la libertad de ir y venir, de disponer de su cuerpo, de abortar sin quieren, de la patria potestad sobre sus hijos, etc. etc.? Pues tampoco. O sea: haciendo lo que hacemos, firmando esos contratos, no les quitamos nada que tengan… Jolín, a ver si nos vamos enterando… Que nosotras estamos muy mal acostumbradas y tenemos muchos melindres.

Y, por supuesto, extrapolando las consideraciones de Rosa Montero, en lo ideal, sí, nos gustaría que todos los países se rigieran por leyes democráticas, respetaran los mínimos derechos humanos y reconocieran la igualdad y la dignidad de las mujeres (siquiera oficialmente)… Eso nos gustaría a todos los occidentales buenos… Pero, a ver, mientras, ¿les vamos a negar a las mujeres de esos países la posibilidad de ganarse la vida como esclavas de nuestros deseos?

Nuestros deseos: ese valor tan importante, frente al que los principios éticos pierden lustre…

En abstracto hay cosas que nos parecen mal, cierto. Por ejemplo, la pedofilia; pero ¿no será mejor prostituir a niñas como estas de la foto que dejar que ellas y sus familias se mueran de hambre? ¿No será mejor legalizar la compra-venta de órganos que practicarla como ahora, de cualquier manera? ¿No será mejor legalizar la prostitución a fin de que los puteros puedan seguir haciendo lo que ya hacen pero “con todas las de la ley”?

¿No será mejor alquilar el útero (y, claro, la persona que lo “transporta”) que dejarlo padecer miserias?

Y, para remate final, según explica Rosa Montero ¿es que somos insensibles y no vemos que “esos niños son intensamente deseados”? esos, no otros. Esos, no los que andan por los orfanatos.

Según explica Rosa Montero ¿es que somos insensibles y no vemos que “esos niños son intensamente deseados”? esos, no otros. Esos, no los que andan por los orfanatos.

Lo dicho, que quienes nos oponemos a tales comercios estamos muy atrasados. No aceptamos los avances de la ciencia, ni aceptamos que la sexualidad consiste en usar el cuerpo de las mujeres, ni aceptamos que todo se compra, se alquila y se vende.

Que nos hemos quedado en el siglo XVII, cuando Locke, padre del liberalismo, señaló, sin embargo, que el cuerpo no podía ser objeto de contrato. Eso ya es una antigualla. Los pobres (y sobre todo las pobres) solo tienen es su cuerpo ¿vamos a impedir que dispongan de lo que es su única riqueza y la ofrezcan generosa, voluntaria y libremente (muy libremente) a los deseos de los occidentales, máxime cuando, a cambio les damos “una compensación económica?

 

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