Me gustaría que dejáramos de una vez de obligar a artistas, cantantes y famosas a ser feministas. O más bien, de ponerlas en esa situación incómoda de tener que admitir en público que no lo son. ¿Cómo pueden serlo? Trabajan para una industria, la del entretenimiento, la cual exige que las mujeres sonrían, sean guapas, fotogénicas y femeninas porque eso es lo que vende y ya está. Y tampoco pueden ser feministas porque no saben muy bien qué es el feminismo; en el colegio desgraciadamente no se enseña, y ya se ha ocupado el patriarcado de decir que las feministas son unas lesbianas feas con bigote que odian a los hombres. Normal que una chica atractiva y joven no tenga interés, aunque por supuesto se beneficie de la lucha.
Todo esto lo digo por el jaleo que se ha montado recientemente con las declaraciones de la actriz Paula Echevarría, la cual, en un evento promocional, fue presionada a reconocer públicamente que no es feminista, que ya esta todo conseguido y todo guay. Igual que las actrices Sarah Jessica Parker y Meryl Streep, Madonna, y un largo etcétera. A todas se les monta este “auto-de-fe” moderno en el que se las pregunta por el feminismo, y ellas contestan que son “humanistas” y se monta el pollo del siglo.
La próxima vez que algún guaperas “influencer” se preste a una entrevista -y en público mejor, ¿porqué no le presionamos para que reconozca que no es feminista?
En mi opinión, esta obsesión en poner a una mujer en un aprieto y tener que admitir que, en efecto no sabe lo que es el feminismo, pero que piensa que es algo radical y no se atreve a más para no poner el peligro su carrera, es bastante machista en sí. ¿Porqué no le hacemos lo mismo a los hombres? La próxima vez que algún guaperas “influencer” se preste a una entrevista -y en público mejor, ¿porqué no le presionamos para que reconozca que no es feminista?
Ah, es verdad. Que no es lo mismo. Según parece, es bastante peor si una mujer admite no ser feminista, que si lo hace un hombre. En efecto, las mujeres no podemos ganar: Si afirmamos ser feministas los machigarrulos nos llaman feminazis, pero si decimos que no, también nos ponen verde. Un problema que, por supuesto, los hombres no tienen. Si ellos hacen comentarios machorros, aparte de las ‘amargadas’ de siempre, nadie protesta, y si se auto denominan feministas (aunque luego digan apoyar la prostitución como “una libre elección”) el orgasmo de las mujeres feministas se oye de Cuenca a Nueva York.
Si afirmamos ser feministas los machigarrulos nos llaman feminazis, pero si decimos que no, también nos ponen verde.
En el caso de esta actriz, Paula Echevarría, ella tiene una “marca personal” que defender. Aparte de hacer películas, se ha establecido como una personalidad de gran valor publicitario. Vende productos, y las empresas que la han contratado para aparecer toda fashion y promocionar un móvil, o cosmético no están interesadas en el feminismo que desafía al patriarcado, solo en el “empoderamiento” que supuestamente nos trae el quitarnos las arrugas.
A mí no me preocupa mucho que Echevarría no hable de feminismo radical por Instagram. Al contrario que otras comentadoras, creo que su “influencia” se limita a la ropa que se pone, sus trabajos en el cine, su vida personal y poco más. A mí lo que me preocupa es que Mariano Rajoy no sea feminista porque es el representante del gobierno de este país. A mí me agobia que no haya ninguna conciencia de género entre las personas que deciden o decidirán en el futuro sobre política de violencia machista. ¿Qué piensa la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, del aborto o de los úteros de alquiler? ¿Y Pablo Iglesias, o Pedro Sánchez, están a favor o en contra de legalizar la prostitución?
A mí me agobia que no haya ninguna conciencia de género entre las personas que deciden o decidirán en el futuro sobre política de violencia machista. ¿Qué piensa la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, del aborto o de los úteros de alquiler?
Pues eso, que Echevarría tendrá 1.7 millones de seguidores/as en Instagram, pero que su influencia es bastante artificial y no causa ningún impacto profundo sobre la vida de las mujeres de este país. Quienes mandan en el territorio español, quienes influyen con sus decisiones en la vida de millones de mujeres son otros, y son a ellos a quienes me gustaría que pudiéramos sentar en el banquillo y exigir que sean feministas y que se comporten como tales.