Sexo sin deseo

Raquel Rosario Sánchez
Raquel Rosario Sánchez
Escritora dominicana. Especialista en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad. Arde por el desmantelamiento del patriarcado en su totalidad, pero muy especialmente, arde con ansias por ver el fin de la violencia contra niñas y mujeres. Todas las violencias.
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Camaradas, tengo un problema y necesito su ayuda. Me da hasta vergüenza preguntarles… Mi reseña justo arriba de estas líneas dice que tengo una Maestría en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad y es verdad. Durante el transcurso de la maestría estudiamos todo tipo de temas relacionados con la sexualidad humana; desde los orígenes del Kama Sutra hasta las características de la asexualidad. Y resulta que, aún así, con todo mi supuesto conocimiento, parece que me falto aprender un concepto fundamental: el sexo sin deseo.

Y es que el sexo sin deseo como concepto ha estado en la palestra pública de manera prominente estas últimas semanas, tanto en los círculos conservadores como en los liberales. Ojo, no estamos hablando de agresiones sexuales, abusos sexuales ni violaciones. No, el sexo sin deseo parece ser un concepto diferente que, aparentemente, ha ganado adeptos como un tipo de sexo 100% legítimo y normal… para las mujeres.

¡Indaguemos juntas!

A mediados de Junio del 2017, el Consejo Central de Investigación del Yoga y la Naturópata de la India, que forma parte del Ministerio de Salud, publico un folleto de 16 páginas titulado ‘Cuidado de la Salud de Madre e Infante’ que ofrecía consejos para las mujeres embarazadas. El panfleto forma parte de los esfuerzos gubernamentales para promover tanto la medicina tradicional como la alternativa.

Algunos consejos son bastante beneficiosos, como la recomendación de que las mujeres se ejerciten durante el embarazo y, en especial, que practiquen yoga. Aparte de estos consejos, está la recomendación de que las mujeres embarazadas lean biografías de grandes personalidades y que cuelguen fotografías de paisajes hermosos porque esto podría tener un “impacto positivo” en su feto. Se les recomendó también que no beban té ni café y que no coman ni carne ni huevos ni azúcar ni harina blanca ni alimentos fritos. ¡Ah! El folleto, además, exhorta que las mujeres embarazadas deben abstenerse de tener pensamientos lujuriosos y deseos sexuales.

Las recomendaciones del Ministerio de Salud de la India causaron una gran controversia. Por ejemplo, tras publicarse la guía, algunas doctoras declararon que los consejos alimenticios del folleto son peligrosos para la salud de las mujeres embarazadas ya que la India tiene un alto porcentaje de mortalidad materna y que esta se relaciona, en parte, a la malnutrición y las deficientes atenciones médicas que reciben las mujeres embarazadas.

La ginecóloga Arun Gandre explica: “El gobierno está repartiendo consejos irracionales y poco científicos, cuando debería asegurarse de que las mujeres embarazadas pobres puedan comer comida nutricional y alta en proteínas”. Todo esto son puntos muy importantes, pero yo no soy ni especialista en yoga ni nutricionista. Entonces, para fines de este artículo nos enfocaremos en un solo consejo: la recomendación de que las mujeres se abstengan de tener “pensamientos impuros”.

“Las mujeres embarazadas deben desprenderse de sentimientos del deseo, la ira, el apego, el odio y la lujuria”, dice el folleto. Quizás por esta razón los medios internacionales reportaron que el gobierno de la India estaba recomendándole a las mujeres embarazadas que no tengan relaciones sexuales. Ante esta supuesta confusión, el Ministro de Salud “aclaro” que la recomendación no era que las mujeres embarazadas no tuvieran sexo, pero no retractó la recomendación de que las mujeres se abstengan de tener deseo sexual ni pensamientos lujuriosos.

El periódico ingles The Guardian reporta: “el Ministro de Salud defendió el panfleto diciendo que este contenía ‘sabiduría acumulada durante muchos siglos’ y que este no recomendaba específicamente en contra del sexo, solo en contra de los pensamientos de deseo y la lujuria”. El ministro Shripad Naik expresó: “El folleto es una recolección de datos relevantes a la práctica del yoga y la naturopatía”. El director del Consejo Central de Investigación del Yoga y la Naturopatía, que confeccionó el folleto, Ishwara N Acharaya, defendió su publicación diciendo que “estos son solo consejos y nadie está obligado a cumplirlos”. ¡Vaya defensa!

¿Qué es el sexo sin deseo sexual ni pensamientos lujuriosos? ¿Qué es el sexo sin deseo?

¿Qué es el sexo sin deseo sexual ni pensamientos lujuriosos? ¿Qué es el sexo sin deseo? ¿Qué quiere decir que el gobierno de una nación les recomiende a las mujeres embarazadas que la habitan que no se abstengan de tener relaciones sexuales pero que se aseguren de no tener pensamientos sexuales cuando lo hagan?

Esta recomendación revela una visión utilitarista del cuerpo de la mujer que dice que la mujer debe alimentarse y ejercitarse adecuadamente por el bien de su embarazo, pero mantener su cuerpo disponible para el uso sexual, presumimos que de su esposo o pareja. Esta visión asume que el placer de la mujer es innecesario para las relaciones sexuales.

Si esta idea parece ultraconservadora y quizás hasta religiosa, pues resulta que también habita los confines supuestamente progresistas.

A principios del mes de Julio, la revista estadounidense para chicas adolescentes Teen Vogue suscitó también una gran controversial al publicar una guía sobre el sexo anal. La revista se describe como una revista “rebelde, bullosa y empoderadora” para las adolescentes. A raíz de la selección de Donald Trump por parte del Colegio Electoral estadounidense como Presidente, y de la publicación de algunos artículos sobre política y justicia social, la revista ha podido deshacerse un poco de su estereotipo de revista superficial y ha adquirido una reputación como una voz progresista y feminista para las jóvenes. Esta nueva reputación hace que el artículo sobre el sexo anal para chicas adolescentes haya sido tan pernicioso.

El punco central de la controversia de Teen Vogue, al menos entre las feministas, no fue el acto sexual per se, sino que:

1. El artículo se refería a las mujeres como ‘personas sin próstata’. Es decir, que se nombra a la mujer como un ser que existe solo en relación al hombre. En este lenguaje, supuestamente “inclusivo”, se universaliza la masculinidad, cuando esta idea ha sido una batalla que el feminismo viene librando desde hace décadas.

2. Su ilustración de la anatomía del cuerpo de la mujer no incluye el clítoris cuando sabemos que, en términos de placer sexual, el equivalente al pene no es el canal vaginal sino el clítoris. Cabe destacar que en la ilustración del cuerpo de los hombres sí dibujaron y señalaron el pene (con todo y glande) pero la revista no se molestó en señalar el órgano más importante para la sexualidad de las mujeres… ¿será que piensa que es irrelevante para la sexualidad?

3. El artículo no menciona que, en las relaciones heterosexuales y en especial entre adolescentes, existe un clima de coerción y manipulación con respecto al sexo anal. Las feministas que estudiamos la sexualidad hemos visto con preocupación cómo chicas adolescentes describen la presión que reciben por parte de sus compañeros para participar en un acto sexual que describen como “constreñido, doloroso y peligroso” para ellas.

4. Estudios revelan que las adolescentes explican que, para los jóvenes, el deseo de tener sexo anal va relacionado la prevalencia de la pornografía y el deseo de los varones de ufanar con sus amigos sobre el mismo. En las conversaciones tanto de los adolescentes como de las adolescentes, la idea de la exploración mutual de la sexualidad estuvo ausente… Teen Vogue no mencionó absolutamente nada sobre este tema.

5. Y finalmente, ante las quejas de las feministas por todo lo mencionado anteriormente, el editor de Contenido Digital de Teen Vogue, un hombre llamado Phillip Picardi, acuso a las feministas de homofobia y las mando a la mierda.

¿Qué dicen las adolescentes sobre el sexo anal? Que sus novios las asedian, insistiéndoles que querían sexo anal y demandándolo. Un estudio en la materia describe que “los varones querían copiar lo que veían en la pornografía” y para conseguirlo demostraban una falta de consideración hacia temas como el consentimiento y los niveles de dolor de las adolescentes. “Si la gente lo hace, debe de ser porque le gusta” dicen ellos, sin duda educados por el porno donde a las mujeres se les paga para fingir y pretender que todo acto es placentero, no importa lo doloroso o degradante que se lo encuentren en realidad. Algunos chicos confesaron en el estudio que penetraban a sus novias analmente y pretendían que había sido “un accidente”.

Un estudio en la materia describe que “los varones querían copiar lo que veían en la pornografía” y para conseguirlo demostraban una falta de consideración hacia temas como el consentimiento y los niveles de dolor de las adolescentes.

Nada de lo anteriormente mencionado apareció en el artículo de Teen Vogue. De hecho, el artículo no menciona ni una sola vez el orgasmo femenino ni el clítoris.

¿Nos sorprende que esta revista no solo haya comisionado un artículo sobre sexo para chicas adolescentes sin mencionar en ningún momento el orgasmo femenino ni el clítoris? ¿Nos sorprende saber que no solo el Editor de Contenido Digital que comisionó el artículo es un hombre, sino también que la revista Teen Vogue tiene una junta directiva compuesta por hombres?

Como dice la escritora feminista Victoria Smith, artículos como el de Teen Vogue lo que hacen es adoctrinar a las adolescentes que su rol es pretender que disfrutan de sexo no gratificante y que, ante la coerción que reciben de los varones, ellas solo tienen “el derecho” a decir que si.

En el 1949 Simone de Beauvoir publicaba ‘El Segundo Sexo’ y escribió: “La humanidad es masculina y el hombre define a la mujer, no por sí misma, sino en relación a él; ella no es considerada como un ser autónomo”. En el 2017, Teen Vogue, una revista para adolescentes, les enseña a las chicas exactamente lo mismo.

Escribe JJ Barnes para The Independent sobre la controversia: “¿Qué les está enseñando a su audiencia de chicas adolescentes? Les enseña que su identidad no es ser ‘mujeres’ sino ‘no-hombres’. Les enseña que ellas deberían consentir al sexo anal, ya que su cuerpo es solo un orificio para ser penetrado por hombres y que el órgano de su cuerpo que es más sensible y a su vez mas consistente para garantizar el orgasmo femenino es tan irrelevante que ni siquiera amerita ser mencionado. Les dice que consentir al sexo anal no es algo que tenga que ver con su placer, sino con el placer de su compañero”.

En palabras reducidas: les enseña sexo sin deseo.

Pensando yo en este nuevo concepto que he aprendido, me di cuenta que ya existe una industria donde esta terminología es la norma. Esta industria tiene un apoyo consensuado: a los capitalistas les encanta porque mercantiliza el cuerpo de la mujer, a los conservadores porque mantiene a la mujer, como clase social, en un lugar subordinado, y a los supuestamente progresistas porque alegan que eso no es cosificación sino ‘empoderamiento’. Estamos hablando, obviamente, de la prostitución.

En su libro ‘El Ser y la Mercancía’, la periodista sueca Kajsa Ekis Ekman escribe que para entender la prostitución, hay que analizar la ideología política que la sustenta. Para Ekis Ekman, la narrativa del benevolentemente llamado “trabajo sexual” es una simbiosis de la derecha neoliberal y la izquierda posmodernista. Yo escribí para Feminist Current, en una reseña del argumento de Ekis Ekman que “después de la Guerra Fría y la caída del comunismo, la izquierda respondió a la casi-global dominación del capitalismo, según explica Ekis Ekman, “disfrazando su pérdida como un triunfo”. En vez de tener que batallar contra las injusticias, algunas ramas dentro de la izquierda (incluyendo dentro del feminismo) decidieron redefinir el estatus quo como subversivo y marginado”.

En la prostitución, donde el sexo sin deseo es la piedra angular de la transacción para la mujer prostituida, “la izquierda posmoderna y la derecha neoliberal han entrado en un pacto tácito».

En la prostitución, donde el sexo sin deseo es la piedra angular de la transacción para la mujer prostituida, “la izquierda posmoderna y la derecha neoliberal han entrado en un pacto tácito. La derecha obtiene poder, mientras que, a cambio, la izquierda esconde su derrota” dentro del lenguaje. Explica Ekis Ekman:

“…la derecha neoliberal utiliza el lenguaje que explica la prostitución como una libre elección dentro del mercado libre. La izquierda posmoderna, a la que le encantan los juegos discursivos y rehúye a las acciones políticas, ha encontrado una excusa para no tener que pelear la industria del sexo alegando que escuchan las voces de las marginadas (las llamadas trabajadoras sexuales)”.

Y es así como un panfleto que le aconseja a mujeres embarazadas que tengan relaciones sexuales siempre y cuando no sientan ningún tipo de deseo sexual, y una revista pseudofeminista para adolescentes que les recomienda que tengan sexo anal sin mencionar en ningún momento el orgasmo femenino ni el clítoris, se compaginan alrededor del concepto del sexo sin deseo.

Pensándolo bien, sí conocía ese concepto, es solo que lo conocía con otros nombres. El sexo sin deseo no es nada nuevo… son solo piruetas que se juegan con el lenguaje con la esperanza de que nosotras, despistadas, no nos demos cuenta. Qué bueno que ya yo entendí la trama, camaradas: ahora vayan y avisen a las demás, por favor. Díganles que por ahí anda el patriarcado, jodiendo como siempre, disfrazando como “sexo sin deseo” lo que no es más que subyugación.

 

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