La revolución más importante y la más silenciada

Cruz Leal
Cruz Leal
Abolicionista, porque el abolicionismo es la revolución del feminismo como último ideal universalista.
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Ser mujer no implica ser feminista, cualquier opinión expresada por una mujer no merece el calificativo de feminista per se, de la misma manera que la opinión de una trabajadora no lleva siempre implícita la conciencia de clase, de identidad y pertenencia a un grupo social determinado y tampoco es garantía de un análisis crítico sobre la situación general de la clase social trabajadora o de defensa de sus derechos. Partir de esta premisa errónea solo sirve como simplificación del propio movimiento feminista, de sus logros y de la complejidad teórica sobre la que se sostiene, solo sirve para despojarlo de su autoridad conceptual y desvirtuar sus méritos.

El intento de desterrar la sociedad patriarcal por otra igualitaria, implica la denuncia y la reivindicación, tanto como el conocimiento de las causas que la originan y las estructuras que la sostienen, conocer los mecanismos de reproducción y la función que tienen todos sus imaginarios con respecto al papel que debe representar la mujer en la sociedad. No basta la denuncia, es necesario conocer cuáles son las estrategias y políticas que llevan al cambio social. Denunciar no cambia la sociedad, la aplicación del conocimiento a las políticas guiadas por un ideal igualitario sí puede cambiarla.

Cualquiera puede decir o hacer una barbaridad contra las mujeres por la mañana y declararse ferviente feminista por la tarde, de manera justificativa o exculpatoria.

El feminismo está de moda, aunque resulte una frivolidad. El más cerril de los machistas puede declararse feminista sin sonrojo. Cualquiera puede decir o hacer una barbaridad contra las mujeres por la mañana y declararse ferviente feminista por la tarde, de manera justificativa o exculpatoria.

Es la estrategia del sistema dominante, que en estos momentos es un cóctel duro de patriarcado (como sistema de dominación, explotación y exclusión) y de neoliberalismo, con su conocido mantra de sagrada libertad individual y consumo de deseos.

Devaluar y vaciar  un sistema de pensamiento es la estrategia que utiliza el patriarcado para transformar una revolución en una camiseta del Che Guevara. La otra estrategia es la del divide y vencerás, todo un clásico, por eso, escuchamos de forma permanente que hay muchos feminismos…. que el verdadero problema de las mujeres es el feminismo… y que la culpa es de las feministas que siempre se están peleando…. Dando por hecho que los gobiernos de los hombres a lo largo de la historia han sido un nido de amor, que entre ellos ni tan siquiera se discuten y que todos sus muertos lo han sido porque se les atragantaron los besos.

 El feminismo es un modo de vida de mujeres y hombres que creen en la igualdad, valoran sus beneficios, intentan preservarla y defenderla como sistema social.

Explicar qué es el feminismo obliga a partir desde el convencimiento más íntimo y personal para ir ganando altura, porque es desde el propio yo desde donde se gestan las verdaderas revoluciones, y el feminismo es la mayor revolución gestada hasta el momento. El feminismo es un modo de vida de mujeres y hombres que creen en la igualdad, valoran sus beneficios, intentan preservarla y defenderla como sistema social. Su creencia es  legítima,  no es una quimera. La sociedad ha progresado gracias a la igualdad, implementada de una u otra manera pero aún quedan muchas cuestiones pendientes.

El feminismo es una toma de conciencia. Hombres y mujeres nacemos en un sistema que nos envenena por igual con el sexismo y la misoginia. El patriarcado nos marca a todos y el machismo, también.

Las mujeres empezamos hace siglos a tomar conciencia de nuestra situación y a luchar por nuestros derechos. Pero desde mediados  del siglo XX hemos gestado la revolución más importante de todas, hemos transformado por completo la sociedad. Decir esto duele, porque no hay reconocimiento alguno a nuestra labor, y porque además en dicha revolución nosotras mismas nos hemos cuestionado, hemos plantado cara a nuestros miedos, nos hemos enfrentado con nosotras mismas. Ha sido muy duro quitarnos el caparazón de la sumisión, la culpa, la inseguridad y arriesgarnos a la soledad, a la mayoría de edad sin asideros, en unos entornos que nos desacreditan, nos temen y nos odian.

Hemos sido capaces de reconocer que nuestro enemigo es un sistema injusto y abusador, el sistema patriarcal, que da privilegios a unos pocos y engaña con una falsa superioridad a los hombres.

Nos ha costado mucho sufrimiento personal confiar en nosotras mismas, reconocernos en otras mujeres y defender nuestros intereses sin revanchismo ni venganzas.

Hemos realizado una revolución de lo personal a lo social y hemos tendido la mano a todas las causas afines, a veces con cierta ingenuidad. Y, sobre todo, hemos sido capaces de reconocer que nuestro enemigo es un sistema injusto y abusador, el sistema patriarcal, que da privilegios a unos pocos y engaña con una falsa superioridad a los hombres.

Hemos hecho todo esto sin abandonar nuestra responsabilidad social y cargando en una mano toda la crianza y en la otra toda la dependencia. Porque todo lo que corresponde a la infancia y la dependencia se nos ha adscrito de forma naturalizada. Por eso sabemos que no somos la mitad, somos las dos terceras partes de la humanidad. Porque toda política pública para la infancia, mayores o dependencia que no nos tenga en cuenta está condenada al fracaso.

Confiando en esa humanidad, tan solo les hemos pedido a los hombres que nos acompañaran en nuestra causa, porque era la de todos. Y después de mucho batallar, ahora algunos están viendo la luz y son capaces de reconocer que el patriarcado también les aprieta.

Pero son ellos quienes deben forjar y liderar su propia revolución y romper sus cadenas. Su revolución está pendiente, hasta ahora su mundo de valores se ha sostenido sobre nuestra degradación.

El feminismo es también un movimiento social, una lucha política, y como tal siempre será colectiva. Es una falacia ese feminismo de opinión en el que solo cuenta el interés individual.

El feminismo es también un movimiento social, una lucha política, y como tal siempre será colectiva. Es una falacia ese feminismo de opinión en el que solo cuenta el interés individual. El feminismo es la lucha colectiva, de mujeres que se reconocen en una misma situación de servidumbre, exclusión y desigualdad, y hacen valer sus derechos para todas, no solo para algunas.

Dado que los contextos no son idénticos, las reivindicaciones son diferentes y mientras aquí peleamos por la paridad o el reconocimiento, en otros lugares luchan por poder tener acceso a la educación, la sanidad, poder trabajar, o la seguridad de la propia vida… Porque un hecho común es que nos matan, en algunos puntos del planeta nuestros asesinatos son una auténtica pandemia y en todos nos toca todavía reivindicar nuestro derecho a la  existencia. En cambio la lucha feminista siempre ha sido demonizada, pero podemos decir con voz alta y clara que nuestra causa no guarda ni un solo muerto en el armario.

El feminismo es una teoría crítica del poder y de sus consecuencias para todos los seres humanos.

El feminismo es una teoría crítica del poder y de sus consecuencias para todos los seres humanos. Es una filosofía política que parte de la Modernidad inaugurada por la Ilustración, igualitaria y democrática, que mantiene que ningún ser humano debe ser excluido de cualquier bien o derecho a causa de su sexo. Esta filosofía política tiene más de trescientos años de teoría a sus espaldas, no es cualquier cosa. Desde la teoría feminista somos  muy conscientes que todas las jerarquías sociales se han puesto en duda en la historia política (realezas, aristocracias, liderazgos diversos…), pero la jerarquía entre hombres y mujeres permanece incuestionable. La Modernidad, la Ilustración, nos pertenecen por derecho de autoría. Las mujeres estuvimos allí en los salones que engendraron  ideales e ideas, nosotras contribuimos al parto de los derechos de las personas y fue otra mujer, siglos más tarde, la que los rescató como Derechos Humanos, de toda la humanidad. Tenemos que difundir la memoria y declarar bien alto “lo que el feminismo ha hecho por toda la sociedad” por toda la humanidad, el cambio de valores, leyes, costumbres, cultura política y civil. En nuestra cotidianeidad, el encuentro para la convivencia, el descubrimiento de la alteridad y el placer que conlleva, provienen del hacer feminista.

En la agenda global los grandes temas, los que producen los debates más vivos, comprometidos o innovadores son los que tienen que ver con el papel otorgado a las mujeres y sus derechos. Son las políticas feministas las que marcarán las agendas futuras.

El feminismo ha sido uno de los mayores motores de cambio social y lo ha hecho desde la reivindicación de derechos pero también desde la intimidad, desde la revolución de la propia sexualidad de las mujeres.

El feminismo ha sido uno de los mayores motores de cambio social y lo ha hecho desde la reivindicación de derechos pero también desde la intimidad, desde la revolución de la propia sexualidad de las mujeres. El feminismo recuperó para las mujeres el sexo con placer. Y desde sus orígenes planto cara al patriarcado sobre el uso y expropiación de nuestros cuerpos y se declaró abolicionista.  Porque para el patriarcado las mujeres solo podemos ser santas o putas. Para ser santa antes hay que ser mártir, y expiar nuestro pecado original, con el sometimiento. El pecado que nos achaca es ser putas de origen. Sobre este dogma de fe patriarcal se  fundamenta la razón por la cual siempre se persiguen nuestros cuerpos como el mejor de sus negocios. El patriarcado los aprovecha absolutamente para todo.

El feminismo es también una mirada de dignidad, extensible a todo ser humano.

El feminismo es también una mirada de dignidad, extensible a todo ser humano. La dignidad, ese valor que nos interroga y es tan difícil de definir y tan fácil de reconocer en su ausencia. Esa dignidad es una mirada orgullosa y desafiante del hecho evidente que nadie es más que nadie. Esa dignidad que nos repugna en su atropello y que envilece a todo aquel que la pisotea. En su carencia, la injusticia nos hiere en la propia carne y nos lleva a identificarnos con las víctimas en una causa común, una razón universalista, que afecta a toda la sociedad.

El feminismo es el último ideal universalista, la última causa común, que nos queda frente al neoliberalismo salvaje.

Los principios fundacionales del feminismo recogen los ideales universalistas y humanistas, y nos sentimos legitimadas al cuestionamiento ético de todo aquello que nos afecta. Creemos en la igualdad y en la necesidad de la acción para conseguirla, con todas las mujeres y con aquellos hombres que quieran ser aliados a nuestro lado. El feminismo es político sin ambigüedades, porque todo lo personal es político. El feminismo es laico, porque la espiritualidad es un hecho privado que las religiones han transformado en arma arrojadiza contra las mujeres. Y es abolicionista, porque la esclavitud en sus muy diversas formas, incluidas aquellas que el neoliberalismo nos tiene reservadas para este momento, es contraria a los derechos humanos.

El feminismo es el último ideal universalista, la última causa común, que nos queda frente al neoliberalismo salvaje.

 

 

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