Imprescindibles hermanas radicales

Natalia Salvo Casaus
Natalia Salvo Casaus
Ex-Directora del Instituto Aragonés de la Mujer. Licenciada en Historia, especialidad en Historia de las Mujeres y estudios feministas.
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Hace unos días nos dejaba una de las figuras más representativas del feminismo: Kate Millett. Incansable, vivaz y resiliente. Una de las teóricas más representativas del feminismo radical. Aquella que desarrolló teóricamente una de las frases más recurrentes del feminismo de los años 70, “Lo personal es político”.
Uno de los eternos debates en el seno del feminismo es acordar si éste debemos abordarlo desde el punto de vista de la consecución de objetivos o desde el punto de vista de la articulación de un conjunto de teorías emanadas de un discurso crítico de la sociedad a través de diferentes categorías de análisis feminista. La realidad es que el feminismo radical tuvo una vigencia relativamente corta en términos cronológicos, pero impulsó una teoría novedosa, fundamentalmente en el terreno de la sexualidad, que sirvió indudablemente de referencia para teorías y teóricas feministas posteriores, como Judith Butler.
Millet y las compañeras radicales inauguraron no sólo una nueva y novedosa teoría, que bebía de fuentes anteriores como Beauvoir o Friedan, y que situaba el problema en su raíz, sino nuevas formas de hacer y entender el feminismo. Los grupos de autoconciencia de mujeres, que hoy encontrarían su acomodo en las ‘vocerías’ que se impulsan en algunos países de América Latina, permitieron vislumbrar realidades y problemáticas comunes al conjunto de las mujeres, y no sólo a una subjetividad concreta, como hacía el feminismo liberal, desde la creación de redes de mujeres. Lo personal, los problemas íntimos de las mujeres, pasaban a ser políticos, a estar en el centro de la acción pública.
Creo que el feminismo debe ser, ante todo, generoso. Escapar de las formas relacionales patriarcales basadas en la camaradería e impulsar unas nuevas maneras de relacionarnos, basadas necesariamente en la sororidad. Poner en valor a las compañeras feministas, a todas ellas, con independencia de aquel feminismo o teoría feminista que más se ajuste a sus anhelos, necesidades o aspiraciones humanas. El feminismo, une. Recordar a Kate, ponerla en valor, a ella y a su contribución teórica, es un deber del feminismo.
“El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban”– Kate Millet.

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