Los socialistas españoles y la ejecución de Edith Cavell

Eduardo Montagut
Eduardo Montagut
Doctor en Historia, profesor de Educación Secundaria, secretario de Educación y Cultura de Chamartín del PSOE-M, y colaborador en diversos medios digitales en el área de Historia y Memoria Histórica.
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Edith Cavell (1865-1915) fue una enfermera británica de la Cruz Roja en la Gran Guerra en Bélgica. Ha pasado a la historia porque fue ejecutada por los alemanes a pesar del revuelo internacional que este hecho generó. Al parecer, Cavell no sólo era una eficiente enfermera (antes de la guerra fue una destacada matrona y creó una revista de enfermería), sino que, además, ayudaba a los soldados a escapar. Fue detenida a primeros de agosto de 1915 y fue confinada en condiciones de aislamiento. Cavell no negó los cargos contra ella. Había ayudado a cientos de soldados británicos, franceses y belgas a huir. Su ejecución provocó la indignación de los aliados, pero también desencadenó una campaña a su favor en los países aliados, especialmente en Estados Unidos, y en la propia España. El argumento en su defensa se basaba en la inviolabilidad del personal sanitario. Fue ejecutada el 12 de octubre de 1915. Su muerte fue contraproducente para la causa de los Imperios Centrales porque Edith Cavell se convirtió en un símbolo de valentía y de esfuerzo abnegado, y fue aprovechado en la guerra de propaganda aliada al poner su ejecución como un ejemplo de la barbarie alemana.
Pues bien, en este breve trabajo nos hacemos eco de la repercusión de este hecho en España, entre los socialistas.
En el número del viernes 29 de octubre de 1915, producida ya la ejecución de nuestra protagonista, El Socialista dedicó al hecho una columna con el título de “Otra víctima del kaiserismo”. El socialismo español, fiel a los ideales internacionalistas era contrario a la guerra, pero, en realidad, con algunas excepciones personales que siempre fueron radicalmente contrarias al conflicto, tendió hacia la causa aliada, al considerar que estaba más cercana a los ideales democráticos que el autoritarismo alemán o austriaco, aunque había fustigado siempre al zarismo.
El artículo comenzaba refiriéndose a la repercusión internacional de la detención y ejecución de Miss Cavell. Se explicaba cómo la enfermera en Bélgica dio asilo a soldados aliados, facilitando que pasaran a Holanda. Recordemos que Bélgica fue ocupada por los alemanes al comienzo de la contienda. Cuando se descubrió este hecho fue detenida y enviada a la cárcel de Saint-Gilles de Bruselas. No tuvo derecho a un abogado. Miss Cavell confesó lo que había hecho y manifestó que no se arrepentía de nada en el consejo de guerra al que fue sometida el 11 de octubre. Ese mismo día fue condenada a muerte.
Para los socialistas españoles el delito de la enfermera británica fue el de auxiliar a unos soldados para que pudieran huir. El movimiento de compasión que se generó no hizo más que ser un “excitante para la hiena que ansiaba la muerte de aquella heroína”.
El diario socialista calificaba el hecho de crimen odioso, cobarde y cruel.  Terminaba el artículo con una pregunta sobre si defenderían también este asesinato los que proclamaban a Alemania como modelo de virtudes y centro de cultura y civilización.

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