Estos días todo el mundo seguimos con expectación el desarrollo del juicio contra los acusados por la “supuesta violación en grupo a una chica en Pamplona en los San Fermines del 2016, y escucho horrorizada que, los familiares de uno de los acusados, ordenó a unos detectives el seguimiento de la denunciante, durante los meses siguientes a los hechos denunciados, y cuyo informe, el Tribunal, que conoce del asunto, ha admitido como prueba. ¿Qué mensaje nos trasladan actos como estos? Pues que las víctimas de actos terroríficos como estos, mienten o exageran, con lo que, se busca claramente, disminuir la gravedad de lo que ocurrió, reinterpretándolo como un simple acto propio de una noche de diversión, en la que se mezcló el alcohol y las sanas ganas de, simplemente, pasarlo bien.
Creíamos pasadas las épocas en las que la identidad femenina se describía como “voracidad sexual femenina, proveniente de su carácter húmedo y frío que la empuja, como quien dice, a una necesidad de coito permanente” (recogido por Ana Caballé en su obra sobre la imagen de la mujer en la literatura (Caballé, 2006), palabras de Iñigo de Mendoza, un clérigo de la corte de la Reina Isabel de Castilla), o en las que se nos describía, por Alfonso X EL SABIO, como “qué es la mujer? Confundimiento del hombre, bestia que nunca se harta, cuidado que no tiene fin, guerra que nunca queda, peligro del hombre que no tiene en sí mesura”, también recogidas en la citada obra. Más adelante el escritor Francisco Umbral, premio Cervantes 2000, en una columna de El Mundo, en 2001 nos ilustraba diciendo que le parecía que la violación era el estado natural/sexual del hombre.. “…la hembra violada parece que tiene otro sabor, como la liebre de monte”
No veo muy desfasadas estas palabras al comprobar cada día, cómo se integra el sexo en las nuevas formas de diversión de los jóvenes varones del S. XXI. Estos hechos que hoy refiere esta noticia, no me asustan solo por el hecho de que a las mujeres víctimas de una violación se las convierta en los objetos y sujetos investigados, sino que, esto redunda en la realidad de que los jóvenes de hoy eligen practicar sexo como un simple modo más de diversión como lo puede ser, ir a un bar, o jugar unas partidas de villar, y que buscan ejecutarlo mediante mujeres que se encuentran en una posición de evidente vulnerabilidad con relación a ellos.
Esto es, una relación sexual deja de ser una práctica a realizar por dos personas, en el perfecto ejercicio de su libertad, a ser un juego para una de las partes, que en ningún momento piensa en la otra persona, ni si lo está pasando igual de bien que quien tanto se está divirtiendo. Se banalizan las relaciones sexuales, convirtiéndolas en un juego más, pero un juego solo para uno o unos, con la gravedad de las consecuencias que tiene, no solo penales, que es lo que ahora más está removiendo las estrategias procesales de la defensa, porque no les cabe, ni por un momento que, lo que hayan hecho esté mal y que pueda tener como consecuencia un ingreso en prisión de hasta diez años, sino por el desgarrador impacto emocional y físico que pueda tener en las mujeres utilizadas como el objeto con el que se divierten unos chicos que solo han salido a pasarlo bien, pero que en ningún momento pensaron si esta chica lo estaba pasando igual de bien que ellos, si estaba disfrutando tanto como ellos. Por la que no sintieron, ya no empatía alguna, sino a la que percibieron como una muñeca con la que disfrutar.
Me niego a aceptar que sea un hecho incuestionable, que una chica de 20 años se encuentra segura y en igualdad de condiciones frente a 5 hombres que la superan en edad, que son amigos, que vienen juntos y que la rodean en la puerta de un portal con claros indicios de estar “de fiesta” y con probablemente claros síntomas de haber bebido varias copas. No lo creo. Si esto se produjera en una sociedad en la que hombres y mujeres hayamos compartido una larga historia de igualdad, y no de discriminación y desigualdad, violencia, asesinatos y abusos, podría pensar que ella se siente segura con 5 chicos con esas actitudes de los que pensar que la van a respetar y cuidar, pero en una sociedad como la nuestra, no, no lo puedo creer.
España es el primer país de la UE en consumo de prostitución, una sociedad en la que cada vez se rebaja más la edad de los hombres que la consumen, mueve una media de 18.000 millones de euros al año en nuestro país, una sociedad en la que, según cifras de las asociaciones de mujeres, en este año 2017 han sido asesinadas 68 mujeres y 10 criaturas víctimas de los asesinatos machistas, en la que las mujeres siguen siendo el rostro de los contratos a tiempo parcial, siguen siendo el rostro de las excedencias por cuidados familiares, siguen siendo el rostro de la pobreza….
Qué jóvenes estamos construyendo que se divierten manteniendo relaciones (pero en realidad violando) a una chica que está sola, grabando lo que hacen para compartirlo con sus amistades? Es esto ocio? Pues sí, lo es, porque así es como hay muchos varones se divierten, unas veces en la forma de una violación, tal y como viene tipificada en el código penal, y otras veces marginando a las chicas del grupo que no quieren hacer lo que se les pide, “eres una estrecha, todas lo hacen”, o, consumiendo mujeres en los lugares donde se paga prostitución, o criticando a quienes denuncian conductas de acoso y abuso sexual en el trabajo, (véase los casos Weinstein que hora se destapan en muchos ámbitos. En Orense, también hemos conocido uno recientemente, y en el que la mujer estuvo a punto de ser ella la denunciada, la Fiscalía de Ourense solicitó continuar las diligencias contra ella por posibles coacciones). Ahora, el sexo es, en sí mismo, un acto más de diversión para los varones que se ejerce a costa de quien sea.
A fin de proteger la libertad de divertirse como uno quiere, se olvida que, la sexualidad es otra faceta más del desarrollo de la personalidad, y que una mala experiencia sexual puede tener un impacto devastador en según qué persona. La sexualidad es también un acto de responsabilidad, porque en su disfrute vamos a involucrar a otra persona, ante la que debemos garantizar que se encuentra a gusto y cómoda, y en absoluto cohibida y que responde por simple vergüenza, temor. Es obligación, sobre todo de los varones, asegurarse de que la persona está tan cómoda y disfruta tanto como él, es un acto de dos, y no un juego o diversión de varios frente a una.
Por eso, estas noticias me asustan tanto, porque compruebo que aunque queramos pensar que vivimos en una sociedad del primer mundo, hay una tendencia que promueve conductas violentas y abusivas como esta, y que refleja lo que esconde el cerebro de un gran número de varones, arrojando así la realidad de una sociedad que sigue construyendo las relaciones entre hombres y mujeres sobre parámetros de poder, abuso y violencia, al abrigo de una legítima diversión, ante la que si la mujer se revela y denuncia, se la acusa de deshonesta, mentirosa, de vida alegre y que no demuestra estar tan triste y apesadumbrada como se espera de ella, porque al fin y al cabo una defensa es alegar que no fue para tanto, o que quizá a ella también le gustó el juego, o no cerró las piernas lo suficiente, o no se defendió como debía.
Los acusados de los que hablamos debieron ver en esa chica la mujer de la que hablaban esas referencias literarias.