Gitanas representándonos y denunciando por todas nosotras: las protagonistas de Fuenteovejuna

Aroa Padrino
Aroa Padrino
Graduada en Historia por la UCM y Máster Universitario en Estudios Feministas del Instituto de Investigaciones Feministas de la UCM
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El pasado 8 de diciembre se pudo disfrutar en el auditorio Monserrat Caballé, en la localidad madrileña de Arganda del Rey, de la obra de teatro “Fuenteovejuna”, de Lope de Vega, dirigida por Pepa Gamboa. La obra se enmarca en el Programa Imarginado, del Centro Internacional de Investigación TNT, en un proyecto que se lleva desarrollando desde hace diez años con El Vacie, el poblado chabolista más antiguo de Europa y al lado del cual el Centro TNT decidió establecerse.

Lo destacable de esta obra son sus protagonistas, seis mujeres gitanas ágrafas vecinas de El Vacie (Rocío Montero Maya, Carina Ramírez Montero, Sandra Ramírez Montero, Lole del Campo Díaz, Ana Jiménez García y Rocío Rivas Flores), que junto a dos compañeras payas profesionales del teatro (Bea Ortega Chamorro y David Montero) han alzado sus voces en los escenarios españoles con la que es su segunda obra teatral. Todo comenzó con los talleres de teatro comunitario que el Centro TNT llevó a cabo con l@s vecin@s de El Vacie, a través de los cuales las protagonistas decidieron que querían hacer teatro. Su trayectoria teatral inició con la interpretación de “La Casa de Bernarda Alba” -estrenada en noviembre de 2009 en la II Muestra Internacional de Teatro de Investigación-, también bajo la dirección de Pepa Gamboa. CanalSur les otorgó el Premio El Público por ser el acontecimiento revelación del año, seguido por el Premio Europeo Cultura Gitana a la Concordia 2010, el Premio Protagonistas Giralda Televisión 2010 y el Premio Macareno del Año al Mejor Proyecto, concedido por el ayuntamiento de Sevilla.

Como decía, estas mujeres merecen ser destacadas por diversos motivos que pusieron de relieve en el coloquio que se organizó con el público al terminar la obra. El primero de ellos es el trabajo y el esfuerzo con el que han conseguido demostrar que hay otras formas posibles de hacer teatro, un teatro con el que a pesar de carecer de formación artística, e incluso de formación escolar básica, se pueden despertar emociones en quien te está escuchando y observando, gracias a la pasión y las ganas de quien interpreta. Nos contaron que algunas de ellas, al no saber leer ni escribir, se habían estudiado sus papeles tras serles repetidos constantemente, una forma de trabajar que sin duda añade mérito a su compromiso y sacrificio. Otra razón que las hace admirables es el paso al frente que decidieron dar embarcándose en este proyecto y difuminando así parte de las barreras establecidas con el resto de vecin@s de la zona e incluso las fronteras existentes en su vida familiar. Compartieron con nosotras cómo anteriormente se habían estado dedicando en exclusiva al hogar y a la familia y que gracias al teatro ahora tenían tiempo para ellas, para una ocupación propia, así salían del poblado, conocían otros lugares y han accedido, de alguna manera, a la cultura. Con este proyecto han conseguido que vecin@s se relacionen mejor con ellas eliminando sus prejuicios y que dueñ@s de establecimientos que les tenían vetado el acceso, hayan puesto fin a estas discriminaciones. Las protagonistas han recogido frutos a nivel personal, demostrándose a sí mismas y al resto de la sociedad, que son gitanas crecidas en un asentamiento chabolista y no por eso tienen que vivir privadas de ser actrices, de ocupar escenarios y el espacio público, y, por supuesto, de representarnos a la mayoría -al pueblo- a través de sus papeles, poniendo sus voces en un mensaje de contenido revolucionario como el de Fuenteovejuna, de actuar por y para todas nosotras contra la injusticia. Están ejerciendo su derecho a ser sujetas y a hacer política a escala micro, a la vez que están visibilizando los pasos que todavía nos queda por dar para superar las tensiones sociales existentes con la etnia gitana, tanto a nivel social como institucional. Los frutos los está recogiendo también su entorno más próximo ya que a través de este contacto con el teatro está habiendo una mayor sensibilidad por la formación y la educación de las generaciones más jóvenes, así como por su integración. Esposos e hij@s también quieren participar en este tipo de proyectos, aunque ellas ya nos lo dejaron claro: que realicen ellos lo suyo que ellas están muy a gusto interpretando juntas a su aire, sin duda esta iniciativa tiene que ser un espacio de crecimiento y empoderamiento entre mujeres que espero que les ocupe muchos años.

Sin duda Fuenteovejuna es muy recomendable, verlas actuar es realmente sorprendente por la fuerza que transmiten siendo un grupo amateur, lanzan toda su potencia en cada diálogo, tanto en castellano como en calé; te contagian la alegría de sus cantos, sus risas y sus bailes y te hielan los silencios y las escenas oscuras en las que se reproducen la violencia machista y los abusos de poder. Me quedo con la escena final, reinterpretándola a mi manera: siete mujeres unidas que han puesto fin a una dominación ilegítima. Sororidad.

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