¿Compensaciones de muerte?

Susana Gisbert Grifo
Susana Gisbert Grifo
Fiscal de violencia sobre la mujer. Escritora.
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Desde donde me alcanza la memoria, o mejor dicho, la memoria virtual, recuerdo un lugar común utilizado por aquellos que se empeñan no solo en criticar la ley integral contra la violencia de género –cosa absolutamente respetable- sino también en atacar y desprestigiar a quienes hemos hecho bandera de la lucha contra la violencia machista. Además, por supuesto, del consabido y nada respetable “feminazi”, que, por tan usado, ya ni duele.

Se trata de un curioso fenómeno que llamaré, por llamarlo de algún modo, “compensación de muertes”, y que todavía me sigue dejando ojiplática cada vez que alguien lo utiliza.

A buen seguro que hay mucha gente que sabe a qué me refiero, sobre todo si son navegantes de las redes sociales o los medios de comunicación y reman en el mismo barco. Pero, por si acaso, me explicaré mejor, no vaya a creerse alguien que estoy tratando de justificar lo injustificable.

Resulta que cada vez que alguien hace un tuit, cuelga una imagen o un mensaje, o escribe un artículo laméntadose de la enésima víctima de violencia de género o animando a no desfallecer en la lucha contra ésta, aparece una contestación enlazando alguna noticia de una mujer que ha matado a un hombre o a sus hijos, en bastantes casos de fecha antigua además. Y, aunque no me gusta alimentar a los trols, alguna vez he preguntado qué quieren decir con eso, si es que la mujer asesinada no merece reivindicación porque otra mujer con la que no tiene relación ninguna cometió un asesinato igual de reprochable. Por supuesto, no he obtenido respuesta. Y si interpreto, según el refranero, que el que calla otorga, me quedo de una pieza, por no decir algo peor.

Lo bien cierto es que éste es el único delito que es contestado con esa agresividad y falta de empatía. Jamás he visto reprochar a alguien que luche contra la corrupción que por eso deje de hacerlo contra el terrorismo, ni que si una persona se queja del incremento de las muertes de tráfico le digan que los muertos por accidentes laborales son más.

La ignorancia es muy osada, desde luego. Si no lo fuera, tal vez alguien de los que me ha respondido poniéndome ese enlace se hubiera molestado en averiguar que la fiscal que llevó ese caso era la que suscribe –alguna vez me ha pasado-, precisamente a quien se lo están estampando en la cara como queriéndome decir que de eso no me preocupo o no lo persigo. Con toda mi carga de supuesto feminazismo, que no se diga. Pero, más allá de implicaciones personales, la cosa es para preocuparse, y mucho.

Me vino a la cabeza el nombre de “compensación de muertes” por relacionarlo con una figura que se usa en Derecho para atemperar la responsabilidad del autor de un hecho cuando la víctima tiene una parte de responsabilidad en su producción, como ocurre con los accidentes de tráfico. Si el conductor circulaba a velocidad excesiva, por ejemplo, pero la víctima atropellada cruzaba con el semáforo para peatones en rojo. Pero esto no es aplicable cuando se trata de un delito doloso y menos si especialmente reprochable como un asesinato. Y lo que es absolutamente marciano es hacerlo cuando entre uno y otro supuesto no existe ninguna relación.

Estimados señores trols: si toda su argumentación cada vez que asesinan a una mujer es ésa, dice mucho de ustedes, y nada bueno. Porque parece que están afirmando algo así como que lo merecía. Es decir, que como hay mujeres que matan a sus hijos, pues no pasa nada porque otras sean asesinadas por sus parejas. Un argumento perverso, pero es la única explicación que se me ocurre al hecho de que respondan a un asesinato con la más absoluta falta de empatía y espetando un “y tú más”, con el que nada tiene que ver la mujer muerta ni quienes la reivindican.

Y les diré más. Si no se trataba de eso, sino de echarnos en cara que nos quejemos de una cosa y no de otra, también yerran. Que una luche contra la violencia de género no la vuelve insensible ni le incapacita para condenar cualquier otro delito. Pero con su argumento lo que si dejan claro es una cosa: que a ustedes cada mujer muerta les importa un ardite, porque ni siquiera son capaces de reivindicar su memoria. Es más, la utilizan para su particular batalla contra eso que llaman la “ideología de género”, un término que se han sacado de la manga y pretender vender como construcción doctrinal o poco menos.

Lo bien cierto es que éste es el único delito que es contestado con esa agresividad y falta de empatía. Jamás he visto reprochar a alguien que luche contra la corrupción que por eso deje de hacerlo contra el terrorismo, ni que si una persona se queja del incremento de las muertes de tráfico le digan que los muertos por accidentes laborales son más. Pero no hace falta ir a ningún supuesto jurídico. ¿Alguien imagina que a un científico que investiga contra el cáncer infantil le reprochen que no lo haga contra el Alzheimer o la esclerosis múltiple? ¿Osarían argumentar al lamento por una muerte por cáncer que hay une epidemia de Ebola? ¿Verdad que suena absurdo? Pues eso.

Y luego están sus temas estrella. El de los famosos treinta hombres asesinados, una cifra que repiten una y otra vez sin más estadística que sus propias publicaciones. Y ojo, que año tras año son treinta, no veintinueve ni treinta y uno. Junto a esta, otra estadística apoyada en la nada: la de los tropemil suicidios masculinos por causa de un divorcio injusto, como si existiera algún modo de saber por qué alguien se suicidó o alguna medición estadística mínimamente fiable que los agrupe. Por supuesto, la posibilidad de que una mujer se suicide por causa de los malos tratos ni la contemplan. Y puede que hasta incluyan en estos casos a todos aquellos que se suicidan despues de haber asesinado a su pareja y hasta a sus hijos. Pero ahí siguen, reproduciendo la misma imagen de esa supuesta estadística año tras año.

Pero no podía acabar este repaso sn aludir a su tema preferido: las denuncias falsas. Un tema que se exacerba si se tiene en cuenta la incidencia mínima según la estadística oficial de la Fiscalía General del estado y del Observatorio del Consejo General del Poder Judicial. También es pintoresco que a ello respondan que esa estadística no es válida, sin más. Volviendo a los ejemplos ¿alguien se imagina que, ante el recuento de víctimas de accidentes de tráfico por la Dirección General alguien dijera que ese organismo las inventa o las manipula sin más argumentos? Porque esto es, ni más ni menos, lo que hacen, hasta el punto de que si buscamos en google “denuncia falsa”, 1 de cada 10 entradas se refieren a la violencia de género. Y de ahí, por supuesto, a la generalización hay un paso: todas las mujeres somos unas mentirosas, y las denunciantes más. Acabáramos.

Lo he dicho una y mil veces. Si por decir que hay muchas denuncias falsas resucitara a una mujer, lo diría cuantas veces hiciera falta, por más que no lo crea. El año pasado, sin ir más lejos, lo hubiera dicho hasta cuarenta y nueve veces como mínimo. Que San Pedro a mi lado negando a Cristo quedaría en un aprendiz. Y también diría las veces que fuera preciso lo de los suicidios, los treinta hombres muertos y enlazaría noticias de mujeres asesinas, con tal de que volvieran las que se fueron para siempre. Pero como yo no soy San Pedro, no hay resurrección que valga. Las mujeres seguirán estando muertas.

Perdonen el desahogo, pero cada vez que veo esas respuestas, se me abren las carnes. Búsquense otro argumento, si es que lo tienen. Pero no insistan con  enlazarme noticias de delitos que me resultan igual de repugnantes. A diferencia de algunos, mi capacidad de reproche no está limitada a un solo delito. Y que me repugne y luche contra la violencia de género no me impide hacerlo contra ninguna otra injusticia, sean asesinatos de menores, corrupción, maltrato de animales, siniestralidad laboral o el cambio climático, sin ir más lejos.

Una muerte nunca se compensa con otra, como no se compensa la injusticia con otra injusticia. Aunque algunos parece que no lo comprenden. O que no lo quieren comprender.


Fondo de fotografía creado por Benzoix – Freepik.com

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Comentarios

  1. Sencillo, mientras no haya igualdad ante la ley, no puedes esperar buena voluntad o empatía. Mientras te afanas en sobrevisibilizar cierto tipo de delitos, no puede sorprenderte que otros frivolicen lo que a ti te importa y sobrevisibilicen lo que a ellos les importa. Una ley que discrimina al hombre tarde o temprano va a terminar en una guerra.

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