Hoy, el esquivo presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy se va a reunir en La Moncloa con las representantes de un colectivo que lleva años luchando por sus derechos laborales. Las camareras de pisos han visto deterioradas sus condiciones de trabajo en el contexto de una crisis que se ha intentado resolver con la llamada devaluación interna, esto es, bajando salarios y precarizando las condiciones de trabajo. La externalización de “servicios” y las llamadas ETT (empresas de trabajo temporal) han servido para que los hoteles, grandes y pequeños, subcontraten la tarea imprescindible de la limpieza de las habitaciones con el fin de obtener pingües beneficios, en un periodo de boom turístico, han devaluado los salarios y endurecido las condiciones laborales de las mujeres que preparan y dejan listas y aseadas las habitaciones para recibir a las nutridas oleadas de visitantes foráneos, de turistas. Suelen tener unos 15 minutos por habitación y baño, y se supone que al menos tienen que hacer en torno a 40-42 habitaciones al día como media. Pónganse ustedes en su lugar. Imaginen por un momento acometer tal heroicidad laboral cada día.
Recuerdo que cuando empezó a tener eco el problema que han voceado las Kellys nos sorprendíamos de que muchas de ellas fueran a trabajar auto-medicándose con analgésicos y relajantes musculares para soportar la jornada de trabajo. El ritmo furioso para asegurar su “productividad” ha causado además que el stress y la ansiedad se hayan convertido en epidemia. Su representante Myriam Barros[2] explica con detalle el deterioro de un sector feminizado y, además, castigado con la brecha salarial de la que Rajoy, al principio, no quería ni mentar.
Las Kellys es el caso prototípico que desmonta toda la retórica mentirosa de la llamada “flexibilidad laboral”. Los empresarios hoteleros, externalizando la limpieza de las habitaciones, una actividad central a su negocio, si no la más importante, para asegurar la calidad y acogida de los turistas, ha entregado a las camareras de pisos a ETTs que han hecho de la sobreexplotación su leitmotiv. Los sindicatos mayoritarios no han sabido estar a la altura y las Kellys han tenido que organizarse por sus propios medios. Canarias es uno de sus focos más activos y pioneros – se calcula que hay 15.000 camareras de piso- y aquí han trabajado con diferentes partidos y con sectores del movimiento feminista –hay que señalar la intervención de la Senadora de Nueva Canarias, López Santana[3] que llamó la atención de Rajoy al sólo describir la pesada carga laboral que sufren y mostrarle que cada día de trabajo es, de hecho, una huelga a la japonesa-.
El caso es que el colectivo de Las Kellys desafía las viejas y masculinizadas estructuras sindicales que, como se comprobó el 8 de marzo pasado, no entienden que los fenómenos de la precarización de la vida impactan con mayor fuerza dañando, literalmente, la vida de las mujeres. No han llegado a entender que una economía de servicios, esto es, nuestro deficiente modelo de desarrollo económico, implica la “feminización del trabajo” y que la precariedad golpea más fuerte si eres mujer trabajadora en condiciones de sobre-explotación y precariedad. Baste comentar que la brecha salarial consignada en los convenios laborales la han, en muchos casos, suscrito algunos sindicatos que hoy se muestran molestos porque las Kellys, tras un trabajo político intenso, hayan logrado, aupadas por el éxito del 8M, poder dar a conocer sus reivindicaciones al más alto nivel.
Al hablar de sus reivindicaciones voy a señalar las que tienen mayor calado porque debe ser asumida en todos los ámbitos: una empresa no debe poder externalizar, subcontratando a otras empresas o trabajadores, su actividad principal. Este principio debe actuar como muro de contención a la irresponsabilidad empresarial y a la búsqueda desenfrenada del abaratamiento de costes que no respeta los mínimos derechos laborales. Es un principio que debe generalizarse. Es de cajón que un hotel no funciona sin la limpieza y aseo de sus habitaciones, pero esta saludable prescripción se puede generalizar a otros ámbitos donde la temporalidad y la contratación “basura” están haciendo su agosto. Para las actividades esenciales de una empresa debe haber un pool de trabajadores/as con estabilidad y para los que operen los convenios sectoriales. Hay que poner ya un freno a la erosión de los derechos laborales y hacerlo desde una óptica feminista que acabe con la insidiosa brecha salarial.
Las Kellys, unas doscientas mil en España, han sido uno de los colectivos más activos que han encarnado las nuevas filosofías feministas de lucha contra la precarización de la vida
Las Kellys, además, denuncian, en un sector absolutamente feminizado, que se contemplen como enfermedades profesionales las musculo-esqueléticas porque se derivan de la dureza de un trabajo exigente y agotador en lo físico y que los ritmos laborales se humanicen para que desaparezcan las secuelas de enfermedad mental como el stress y la ansiedad. Asimismo que para ellas, y otros sectores con igual dureza laboral, se adelante la edad de jubilación.
Las Kellys, unas doscientas mil en España, han sido uno de los colectivos más activos que han encarnado las nuevas filosofías feministas de lucha contra la precarización de la vida que están a la base de las ideas fuerza del pasado 8M. Las Kellys defienden la dignidad de un trabajo absolutamente necesario para la principal industria de este país. Sin la Kellys, los hoteles no serían viables. Representan un poderoso toque de atención para que valoremos lo secularmente desvalorizado, el trabajo de las mujeres. Denuncian la sobre-explotación, en la que el trabajo muta en esclavitud, y la precariedad laboral que hace que grandes colectivos de este país sean más y más vulnerables. La reforma laboral y la “flexibilidad” de estrategias empresariales, especialmente la subcontratación y externalización de las actividades principales de cada sector económico, son dos de los caballos de batalla a enfrentar con decisión para devolver dignidad al trabajo.
Yo estoy con las Kellys, a las que admiro y aplaudo, porque nos han dado una gran lección para entender cómo el sistema económico está construido sobre la destrucción de la vida y de la salud de las mujeres. Como personas amantes de la igualdad y la dignidad y como movimiento feminista debemos mostrar nuestro más decidido apoyo a la lucha de nuestras compañeras Kellys y gritar “No más precariedad”.
[1] María José Guerra Palmero es Investigadora Principal, junto a Eva Darias, del proyecto “Justicia, ciudadanía y vulnerabilidad. Narrativas de la precariedad y enfoques interseccionales” (FFI2015-63895-C2-R-1) del MINECO.
[2] https://www.cuartopoder.es/economia/2016/12/08/myriam-barros-nos-partimos-la-espalda-y-estamos-enfermando/
[3] http://www.lasexta.com/noticias/sociedad/asi-fue-el-discurso-de-lopez-santana-senadora-de-nueva-canarias-que-consiguio-que-rajoy-se-comprometa-a-reunirse-con-las-kellys_201803075a9fb4e60cf20b9f264f8717.html