Nos encontramos en unos momentos conflictivos tanto a nivel político como ideológico, pero por suerte ciertos colectivos como el feminismo hemos decidido pasar del “Calladita estás más guapa” que decía Neruda a “vivas y rebeldes”, y con mucha honra.
Lo cierto es que hemos decidido que calladitas no estamos más guapas, hemos decidido, que, cuanto más compartamos más nos hermanaremos, más sororas seremos, y por supuesto más nos cuidaremos. Y de aquí han nacido grandes y loables movimientos como el #metoo, el #yotambè, el #yotecreo, la huelga feminista mundial del 8 de marzo…
Estamos GRITANDO contra el Patriarcado, su arraigo en el sistema judicial, en el institucional, en el político y en muchos otros ámbitos, y lo que es más, estamos luchando contra el androcentrismo del sistema. Pero, creo que aún seguimos hablando con la boca pequeña de algunos aspectos, algunos ámbitos como el sanitario interfieren en nuestra vida de forma homogénea, pero desde el punto de vista del hombre, y ello sin que nos demos cuenta.
Me explico, resulta curioso, que en pleno siglo XXI aún la mayoría de la población desconozca que en la mujer el síntoma de un infarto es diferente del síntoma que tiene un hombre, y que hasta hace bien poco era el estandarizado. Es curioso también que cuando se habla de enfermedades coronarias, enseguida pensemos en masculino, cuando en la mujer tiene peor pronóstico y provoca un mayor número de decesos. Lo mismo sucede con la Salud mental, pero a la inversa, la mujer es la histérica, la que según antiquísimos tratados de medicina se describía como de capacidades histriónicas, de capacidades intelectuales volátiles, la mentalmente inestable. Freud, por ejemplo, consideraba que la falta de pene en la mujer además de ser una inferioridad orgánica, representaba una inferioridad en el plano psicológico, cultural y moral, sin embargo reconocía que algunas mujeres “gracias a que tenían tendencias masculinas en ellas” podían tener un intelecto similar al de los hombres.
Aunque la salud mental por desgracia sigue siendo un tabú en nuestro país, lo cierto es que es un mal que afecta tanto a hombres como a mujeres, pero para desmitificar esa inestabilidad estan las estadísticas y he de decir que en hombres hay mayor tasa de suicidios que en las mujeres.
Según datos de la OMS el suicidio tiene una tasa 3 veces más elevada en hombres que en mujeres y es la principal causa de muerte en hombres entre los 20 y los 40 años. Según datos del INE, en España, en 2015 hubo una tasa de suicidio de 12 hombres cada 100.000 habitantes, de mujeres la tasa se reduce a 4 de cada 100.000 hab. Sin embargo, en las películas, las series y la publicidad el suicidio siempre es cuestión de mujeres.
Como mujer, me he sentido muchas veces cuestionada, otras veces ignorada y otras incluso coaccionada por nuestro sistema de salud. Como mujer, hay altas probabilidades que si voy a urgencias con ciertos síntomas me diagnostiquen antes un ataque de ansiedad que un infarto, lo sé porque ha pasado en innumerables veces, aunque por suerte en estos tiempos ya no es lo “habitual”. Como mujer he de decir que siempre tienes la sensación que cuando dices que tienes dolor, parece que te examinan si estás exagerando, ves la cara de evaluación del dolor por el facultativo, no debe ser tan doloroso, pero claro, como somos unas histéricas. Así sucede con la regla, la menstruación… En lugares como la India se llega a expulsar a la mujer de la vivienda común porque en ese periodo es “impura” y se la destierra de la vivienda a su suerte hasta que desaparece, y cada mes igual, algunas mueren porque en pleno invierno no tienen donde cobijarse. En nuestro país simplemente ignoran que tenemos la regla, ignoran la endometrosis, salvo cuando estamos demasiado “airadas”, momento en el que procede por parte del sector masculino (y alguna del sector femenino, recordemos que el machismo no es sólo cosa de hombres) siempre salta la preguntita: estas en esos días, ¿no? Y depende de la edad claro debe ser la menopausia, porque la regla nos hace unas HISTERICAS y el dolor de algunas no es para tanto. Es como la luna llena y el hombre lobo, o como el hombre y sus instintos, que él no controla si viola, si toca si acecha, si acosa, o ¿no?, ¿es lo mismo?.
Cuando estás embarazada además entras en un mundo paralelo, la sensación es de que eres una ignorante, sobre todo si eres primeriza. En mi caso, en mi primer hijo siempre llevaba una lista para preguntar, y tuve suerte con la Ginecóloga que escogí, al menos eso pensé en su momento, porque en el trato era muy afable y me explicaba con suma paciencia cada pregunta a mí y a mi marido, pues el primer embarazo es una gran incógnita. Ahora pienso que no todo fue tan bonito, porque en el momento del parto, ese momento de TERROR, al menos el que teníamos nosotros, fue escogido.
Fui a la última revisión ginecológica un lunes y me dijo mi doctora (mi gurú en ese momento) que parecía que lo tendría pronto, por como tenía el cuello del útero, pero que podía ser a finales de semana como mañana, que no se sabía, pero que ella no me podría atender el parto si era a final de semana. Como según ella estaba en proceso me aconsejó programar el parto para el día siguiente, un martes de abril de 2013, que además era mi cumpleaños, pero como era mi gurú, acepté. Al día Siguiente me “enchufaron oxitocina” y venga a acelerar el parto, ¿resultado?
Tras 7 horas de parto, mi hijo no bajaba, me aconsejaron CESAREA, con la llorera que te llevas porque NO ES TU PARTO, no es lo que tu habías idealizado, y además lo tenía que hacer sola, sin mi marido, sin poder abrazar eternamente a mi bebé y en una situación que literalmente TE ARRANCAN A TU BEBÉ (o así lo sentí yo). Luego vino la recuperación de la cesárea, me separaron de mi bebé dos horas ( que se me hicieron eternas) y que encima estuvo solo, sin mí ni su padre. Ahora se me antoja que ese parto, que no era el mío, se decidió por mi gurú, mi ginecóloga, en connivencia con las formas en las que se procede habitualmente por el sistema, el que como he dicho se centra en el hombre, el parto para cuando me va bien y como me va bien, tranquila que el sistema androcentrista, nuevamente, decide por ti. España, está siendo advertida por la OMS por el alto índice de CESAREAS INNECESARIAS que está llevando a cabo, yo HOY decidiría otra cosa, hoy, no me dejaría llevar, hoy esperaria.
Con mi segundo embarazo, no cambiaron las cosas, pero sí mi percepción, estaba segura de lo que quería y lo que no aceptaría bajo ningún concepto. Iba a tener mi hijo en una clínica privada, la Ginecóloga muy afable y paciente durante todo el embarazado, no tengo nada que objetar de ella. La Comadrona, a la que no conocí hasta el final del embarazo, bastante desagradable. Teniendo en cuenta que mi hijo era muy grande, y que tenía una cesárea previa, tenía muchos números de una nueva Cesárea, por lo que para mí era indispensable saber: si se hacía Cesárea si mi marido podría entrar a quirófano, y si me dejarían hacer piel con piel con mi hijo (algo para mi innegociable). La respuesta de la Comadrona: “Hija todos idealizamos cosas (refiriéndose a mis demandas del parto), como los hombres, que no son príncipes azules, cagan y mean como todos” así que no, no podrás hacer piel con piel y tu marido no entrará. Me sentí humillada e infantilizada, salí de la Clínica en la semana 38, llamé a mi marido y le dije que no tendríamos a nuestro hijo allí, que iríamos a otro Hospital donde respetaran nuestros derechos (los de nuestro hijo y los nuestros).
En la semana 41 me hicieron el primer reconocimiento en un Hospital público, con todas las pruebas anteriores, el niño era grande (pesó 4.580KG) y estaban seguros que no podría tener un parto natural, estaba en posición oblicua, vamos todo muy complicado… Tocaba CESAREA, otra llorera, pero acepto. Aceptaron poder hacer el piel con piel con mi hijo un rato y luego se lo llevarían a mi marido para hacer el piel con piel y no estaría solo, la verdad que bastante respetuosos.
Eso sí, desde la primera visita, de 41 semanas, hasta la CESAREA PROGRAMADA pasaron unos días, en esa primera visita me recomendaron unas tres veces que aprovechando las circunstancias me sometiera además a una ligadura de trompas, total no quería tener más hijos y con dos cesáreas no recomendaban un tercer parto que debería ser necesariamente por cesárea. Las tres me negué, con la reprimenda y triple explicación extensa de la profesional del porque sí debía hacerlo. El día del parto la comadrona insistió, deberías someterte a una ligadura de trompas, total si no quieres tener ¿más hijos? Seguirás teniendo la regla ( de la forma que lo dijo era: tranquila que no serás menos mujer, “tendrás la regla”)
Me volví a negar, y entonces conocí al Ginecólogo, que advirtiéndome de que su compañera ya le había avisado que yo no quería, me repitió hasta en dos ocasiones que debía hacerme una ligadura de trompas, me sentí coaccionada. A todas las preguntas respondí igual, que NO. Yo, tenía 35 años, toda una vida por delante y no podía evitar pensar que la reproducción es cosa de dos, pero claro, la que se ha de ligar las trompas soy yo, ¿no?. Mi marido por supuesto me apoyó, pero me sentí nuevamente infantilizada por el sistema sanitario, en el que resulta que la reproducción sólo es cosa de la mujer, y sólo es nuestra responsabilidad. Yo ya tenía un hijo, ya sabía que quería, ya me había sentido maltratada por el sistema y DIJE NO hasta el máximo cabreo, hasta el histerismo, y ellos debieron pensar: otra histérica más. Estoy segura que alguna mujer habrá callado y habrá aceptado a regañadientes, una ligadura de trompas, una Cesárea, un punto de más…, porque el médico es quien entiende, en ese momento está en una situación de superioridad, y nosotras estamos en una vulnerabilidad máxima. Me atrevo a decir que nunca me he sentido más vulnerable, además, siempre nos han enseñado a que calladitas estamos más guapas. Esto no sucedió el siglo pasado, esto sucedió en enero de 2017, por si alguien dice que lo saco de contexto.
Seguimos con el país con el nivel de CESAREAS más elevado de Europa (rondamos el 25%, la OMS, ya nos ha recriminado por estas prácticas, pues recomienda que esta tasa no supere el 10-15%). También existe una práctica, que yo por suerte no he conocido, el denominado punto del marido. Desconozco si se sigue produciendo o no en España, pero en el pasado y en algunos países era y es habitual. Este punto es el que se da por el ginecólogo/a o la comadrona de más a los puntos necesarios para cerrar la epistonomia ( el corte que se da en el parto para facilitar la salida del bebé) o para coser el desgarro vaginal producido en el parto. Este punto se da para que el marido pueda disfrutar más durante las relaciones sexuales al ser el orificio vaginal más pequeño, aunque a la mujer le pueda provocar molestias o incluso más dolor, así que nuevamente nuestro cuerpo no es nuestro y la medicina no nos trata a todos/todas iguales.
Mi última decepción con el sistema, en este caso no fue tanto el sanitario como el asistencial, fue en abril de 2018, hace dos meses. Tuve un accidente grave de coche en una autovía, llegaba pronto al trabajo, estaba lloviznando, y me propuse adelantar a un camión por la autovía, cuando lo estaba sobrepasando algo me golpeó en el parabrisas y me arrancó un trozo de limpiaparabrisas de cuajo, pegué volantazo y me golpeé contra todo lo que me podía golpear, cruzando ambos carriles y sin que por suerte me embistiera el camión que acababa de adelantar. Cuando paró el coche y vi que el camión me había esquivado, que no tenía ningún daño físico excepto dolor en el cuello y un golpe en la cabeza me dio un ataque de ansiedad. Pensé que allí se acababa todo pero por suerte no. No podía parar de llorar, temblar, no podía respirar, por supuesto no pude llamar al 112… Llegaron Mossos d’Esquadra, me vieron con el cinturón puesto que no podía hablar, llorando y debieron pensar OTRA HISTÈRICA MÀS, y me dejaron sola, iba uno y venia, estas bien y yo como buena hija del patriarcado asentía llorando. Tenían que regular el tráfico, los dos agentes, y yo esperar a los sanitarios ( se me hizo eterno). Hubo un momento que pensé que o me controlaba o acabaría muy mal y comencé a hacer respiraciones ( tal y como nos enseñaron en el trabajo, gracias compañeras). Más tarde, llegó una ciudadana que era Médica y me reconoció físicamente a la vez que me ayudó a acabar de controlarme mientras venían los servicios de asistencia médicos ( he de decir que la estoy muy agradecida por hacer una labor como la que hace y con ese compromiso). Los servicios médicos impecables, la médica que no estaba de servicio, impecable, pero creo que Mossos sólo vieron a OTRA HISTERICA, seguramente sintieron pavor de asistirme, y decidieron que debían regular el tráfico los dos.
Resultado, en el parte de accidente que redactó Mossos: el accidente había sido por una maniobra errónea de la conductora (“mujer tenía que ser”, evidentemente esto no lo ponía, sólo faltaría), sin recoger que me faltaba el limpiaparabrisas, sin recoger que yo dije que algo se me tiró encima y arrancó el limpiaparabrisas… Aún no sé, ni sabré nunca que me cayó encima, si algo del camión, si con las ruedas el camión, éste me tiró basura de la autovía, lo que sé es que no recogieron lo que sucedió, que les dio pavor estar con una HISTÉRICA y que sobreviví para contarlo.
Lo que esta HISTERICA cree es que nos falta formación en todos los ámbitos a nivel de perspectiva de género, que el sistema intencionadamente es androcentrista y que evidentemente el sanitario no es una excepción. Necesitamos urgentemente formación a nivel psicológico para las personas que atienden a personas, no creo en un mundo en el que la empatía y la psicología no sean el motor, ni en uno que gire únicamente alrededor del hombre, somos el 51% de la población, merecemos nuestro lugar y lo exigimos.