Parte II: Los hombres en el activismo feminista

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UNA EXPERIENCIA DE ACTIVISMO FEMINISTA. DIFICULTADES, CONTRADICCIONES Y POSICIONES INCÓMODAS
PARTE II: OTROS SITIOS INCÓMODOS. OTRAS TENSIONES NO RESUELTAS: Los hombres en el activismo feminista
Si de algo estamos orgullosas las personas que formamos parte de Polamiúda es de que, sin conocimientos ni formación previa en asociacionismo, en gestión de organizaciones ni en herramientas de comunicación, hemos conseguido sacar adelante unos cuantos proyectos porque la comunicación fluye, hay cuidados y hay respeto; no trabajados, no premeditados (que sería lo suyo), pero concurren.
Yo, por supuesto, tengo mi quiniela de factores que posibilitan este buen ambiente de trabajo. Apuesto por una -no azarosa- especial sensibilidad de las personas que componemos Polamiúda, como primer factor.
Aún a riesgo de resultar cochinamente vanidosa, puedo afirmar que en esta asociación se da un equilibrio cuasi perfecto entre asertividad, transigencia, autoexigencia, flexibilidad, afectividad… acompañado de un rebajadísimo nivel de egolatría. Falta en ocasiones liderazgo, organización, bases teóricas más sólidas… pero hay fraternidad a diestro y siniestro. Sororidad incluso para quien desconoce el término. Y tampoco vamos a negar que nos hemos marcado objetivos asumibles y hemos optado por la no acción cuando intuíamos que podría conllevar un desgaste que nos pasara factura.
Cuando se creó el grupo se unieron a él varios hombres, dos en concreto los más activos: Javi y André (aunque sea totalmente irrelevante, tengo ganas de citarlos). Nadie cuestionaba su presencia en el grupo. Nadie cuestionaba que ellos eran esenciales en la lucha feminista, y que sería muy útil, muy visual y, por ende, muy didáctico para nuestro entorno, que se les identificara con nuestra asociación.
Más adelantes surgieron las discrepancias -no respecto de ellos en concreto (como personas son sencillamente incuestionables) sino del papel de los hombres en el feminismo a colación de la comparecencia en un medio de comunicación- entre las que consideraban que el feminismo debía ser un movimiento que acogiera por igual a hombres y mujeres, que unos y otras debían de tener la misma presencia e importancia; y las que considerábamos que el feminismo es un movimiento de las mujeres y para las mujeres, en el que los hombres tiene cabida en el reparto.
Quizás quienes estábamos en esta segunda posición no fuimos lo suficientemente didácticas a la hora de exponer nuestra opinión al respecto y de ahí mi interés por profundizar en esta cuestión. Quizás no tuvimos con ellos y con el grupo la consideración y los cuidados de los que tanto nos vanagloriamos. Quizás fue más fácil dejar aparcado el debate y huir hacia adelante, que afrontarlo.
Desde un sector del feminismo se criticaría de antemano mi inquietud por dar una explicación, por creer que debo darla, y por reprocharme incluso la falta de cuidado. Y creo que no le faltaría razón. Si algo le ha salido bien al Patriarcado conmigo es mi constante presunción de culpabilidad, que me obliga a dar constantemente explicaciones a todo el mundo, incluso cuando no me las piden (es el caso), incluso cuando no tengo la más mínima obligación (no sé si es el caso) o incluso cuando a quien se la doy no la merece (no es el caso en absoluto).
Los hombres son absolutamente necesarios para el Feminismo. Rotundamente. Son la mitad de la población y queremos vivir en armonía con el resto de seres vivos que habitan nuestro planeta. Amamos -o yo amo- profundamente a los hombres. A muchos. Incluso a muchos hombres machistas a los que no se me ha pasado por la cabeza dejar de amar porque sean machistas (hay grados, claro…) porque yo también lo soy y no hace tanto que comencé a reflexionar sobre ello. No sólo amo, sino que agradezco enormemente la implicación de tantos hombres a los que admiro por tomar partido con el movimiento feminista y con tantos otros que visibilizan cualquier forma de opresión. Por eso creo, sin ningún género de dudas, que los hombres ni pueden ni deben quedar al margen de la lucha por la igualdad.
Sentado lo anterior, falta responder ¿cómo?, ¿de qué modo? ¿Cómo una más? ¿Somos todas y todos iguales y de la misma condición en el activismo?
Si respondemos a esta última cuestión que sí, que todos y todas somos iguales y de la misma condición, creo que entonces debemos luchar todas y todos en la misma línea, sin distinción. Pero si respondemos que no (y yo sólo encuentro argumentos en este sentido) la consecuencia ha de ser que las luchas o las posiciones en ellas han de ser distintas.
Primero, porque el Feminismo pretende desbancar al Heteropatriarcado y al Androcentrismo. A una estructura social, económica, política y cultural. A la concepción holística de la vida, de las relaciones humanas y de éstas con el medio, desde una visión única construida a partir de una realidad también única que es el ser humano hombre, a cuya merced viven el resto de seres vivos del planeta. Y eso, en esencia y por definición, nos pone en distintos puntos de partida y distintas formas de afectación a unas y a otros.
 El aspecto cuantitativo:
Las mujeres hemos sido espoliadas históricamente. Hemos sido excluidas de los espacios públicos. Hemos sido borradas de la Historia. Por ello, uno de los principales objetivos del Feminismo es visibilizarnos, tomar espacios, ocuparlos y evidenciar que estamos aquí, que somos la mitad del planeta y que también queremos ser y estar. Es imprescindible, pues, contrarrestar la ausencia histórica de las mujeres propiciando que ocupen todo el espacio posible de todos los espacios posibles. Y no, no hablo de un mundo en que las mujeres “ocupen” más que los hombres y los arrinconen. Eso está muy lejos de ocurrir.
Si urge potenciar la presencia de mujeres en la vida pública, el Feminismo ha de ser el primer espacio que ocupen, y en él tenemos que ver mujeres. Tradicionalmente han existido más espacios públicos no mixtos -sólo de hombres- que mixtos. Espacios públicos exclusivos de mujeres son prácticamente inexistentes, anecdóticos, y los que existen son absolutamente irrelevantes, cualitativa y cuantitativamente. ¿Cuál es el problema entonces en que se exijan ahora espacios no mixtos para las mujeres cuando hemos sido privadas de ellos por los siglos de los siglos? ¿Por qué se busca presentar como peligroso o sectario? ¿Acaso esa erradicación de la Historia de la Humanidad no nos convierte en damnificadas? ¿Acaso las víctimas de una injusticia no están unidas por ésta y no tienen derecho a luchar juntas contra la misma?
 El aspecto cualitativo:
El Feminismo, además de visibilizar cuantitativamente a las mujeres, debe visibilizarnos también cualitativamente; empoderarnos, dignificarnos. Al Feminismo le corresponde hacer ver que el género es una construcción; que mujeres y hombres podemos ser distintas, diversas y estar atravesadas por múltiples condiciones, factores, capacidades, vivencias… que son las que conforman lo que cada persona es; pero que nada tienen que ver los genitales con las capacidades, ni con las querencias, ni con las tendencias. Sólo la educación y la socialización sesgada y sexista propicia que una niña quiera ser princesa y un niño Batman; o que una niña tenga mayor predisposición a hacer ballet y un niño a jugar al fútbol; o que un hombre tenga mayor predisposición a ser ingeniero informático y una mujer a dedicarse a los cuidados.
El Feminismo se encarga de recordar cada segundo que las mujeres podemos hacer exactamente las mismas cosas que los hombres. Que en la “Historia del Hombre” también había mujeres, y si no había más es porque les estaba vetada la entrada.
Esta reivindicación cualitativa, esta autocapacitación, tiene que ver con que una forma de activismo sea evidenciar que somos tan capaces de hacer cualquier cosa solas, sin un solo hombre de por medio. Al igual que han hecho ellos históricamente. Y no hay revanchismo en esa exclusión, sólo activismo. Es, una vez más, evidenciar que nosotras también podemos.
De ahí que cuando organizamos un evento feminista de cualquier tipo, queremos ser nosotras las que organicemos, trabajemos y decidamos cada coma, cada intervención, cada actuación y cada toma de corriente que se va a precisar. Porque si un hombre “tiene” que intervenir, estamos asumiendo, en cierta medida –incluso simbólicamente- que ellos sí se bastan, pero nosotras, para una cosa u otra, los acabamos precisando. Por eso debemos ser nosotras. Y ellos que vengan, que intervengan, que aplaudan, difundan y celebren.
Este es un planteamiento que, insisto, tiene que ver desde mi punto de vista con el activismo, la reivindicación y la visibilización; y que admite en su implementación una amplia escala de grises (v. gr. si en un recital feminista hay cinco hombres decorando el auditorio, o apoyando en otras cuestiones logísticas a las organizadoras, resultaría inocuo, anecdótico e incluso positivo a mi entender; pero si hay un solo hombre dirigiendo, o encargándose de la instalación técnica, o siendo la imagen mediática, es una incoherencia y un fracaso en sí mismo).
El objetivo final es que llegue el día en que estos planteamientos no sean necesarios y no haya mujeres ni hombres, sólo personas diversas, y el trabajo se distribuya exclusivamente en función de habilidades y apetencias. Eso es lo que queremos las feministas. Ansiamos ese día. Pero para llegar a ese día en que los dos platos de la balanza estén alineados, las mujeres tenemos que saltar más, gritar más y meter más piedras en nuestros bolsillos.
 El sujeto del Feminismo:
Abundando en lo anterior, las mujeres deben ser las que ocupen el espacio del feminismo, porque las mujeres son el sujeto del feminismo. Somos las únicas conocedoras de nuestra situación de opresión y somos el grupo social que procura su emancipación.
Ningún hombre puede sentirse interpelado como sujeto activo del Feminismo, sería absurdo. Los hombres, aún los más maravillosos y sensibles, forman parte del grupo opresor. Por mucho que yo me empeñe, por mucho que me sensibilice con la causa, por mucho que desee la igualdad de las personas negras, yo no soy sujeto activo de los Movimientos de Liberación de las personas negras, de su emancipación. Y no lo soy porque soy blanca.
Ningún hombre, por sensible que sea, puede conocer las circunstancias que nos atraviesan a las mujeres en cualquier parte del mundo por el mero hecho de ser mujeres. Ningún hombre de mi entorno sabe lo que es estar pendiente desde la más tierna infancia de lo que los demás opinaban de él, de su físico, de si les gustaba a las niñas y a las no tan niñas; de si se casaría.
Ningún hombre de mi entorno ha tenido conflictos internos y un profundo malestar durante la adolescencia pensando si era demasiado puta o demasiado poco puta; si su falda sería demasiado corta o demasiado poco corta; si en el fondo era culpa suya los sobes a los que lo sometieron en la discoteca, o el morreo que no tenía ganas de recibir, o el polvo que no tenía ganas de echar; si era simplemente amable o extrovertido o si era un “calientacoños”.
Ningún hombre de mi entorno ha acelerado el paso en cientos de ocasiones cuando caminaba por la calle y varias mujeres verbalizaban a gritos que estaban dispuestos a penetrarlo por cada orificio de su cuerpo; ni tiene diversas tácticas preparadas desde niño (la conversación imaginaria por teléfono, meterse en el primer bar, tener a mano un objeto punzante…) para cuando, en el caso anterior, además comienzan a caminar detrás de él. A ningún hombre de mi entorno se “le pasa el arroz”, ni le dan la enhorabuena si tiene una pareja que “también” cuida de su hija. A ningún hombre de mi entorno le preguntan si tiene la regla, ni le llaman histérico, ni cuestionan su equilibrio mental cuando se enfada o cuando defiende sus argumentos con vehemencia.
Por tanto, pueden ser sensibles, pueden tener la honrosa y digna convicción de que la desigualdad es reprobable y que debemos erradicarla, pero no pueden defender una posición que desconocen porque no han tenido ni tendrán jamás determinados sentimientos que nosotras conocemos a la perfección y que forman parte de lo que somos.
 Emancipación:
Y, por último, porque emanciparse, así, en su forma reflexiva, significa liberarse por sí misma y a una misma. Las mujeres no queremos que nos emancipen, sino emanciparnos. Liberarnos nosotras de las cadenas que el Heteropatriarcado nos puso y que no siempre son fáciles de ver (ni siquiera por las encadenadas). Consensuar nosotras cómo las serramos para que la liberación sea lo menos cruenta posible y decidir nosotras cómo y cuándo empezamos a caminar.

A vosotros, los hombres, os queda mucho campo que labrar. Tenéis todo lo demás: un extenso y aún frondoso Heteropatriarcado que fulminar desde dentro.

Cuando leí la biografía de Angela Davis me sentí constantemente atacada, interpelada, cuestionada. Incómoda. Si la Sra. Davis me conociera sabría que yo no soy la personificación del racismo ni de la ideología anti-negra. Pero lo cierto es que soy blanca ¡¿qué le voy a hacer?! Y sólo tengo una opción responsable: saber, ser consciente, de todo lo que yo gano a costa de lo que una negra pierde; de que mi compañera negra siempre va a ser más sospechosa que yo; de que yo voy a tener 100 veces más posibilidades de conseguir un trabajo digno que ella; de que ella va a tener 100 veces más posibilidades que yo de ser victimizada, revictimizada y triplemente victimizada. En la raza yo estoy en el grupo opresor. Ella en el oprimido. Debo movilizarme dentro de mi grupo para autodestruirlo, pero su emancipación, su lucha por el espacio, por equipararse en derechos, debe liderarla ella, deben liderarla ellas.
A vosotros, los hombres, os queda mucho campo que labrar. Tenéis todo lo demás: un extenso y aún frondoso Heteropatriarcado que fulminar desde dentro. Os queda miraros a vosotros, estudiaros, analizaros, repensaros, deconstruiros y reconstruiros. Os queda identificar vuestros privilegios –de los que disfrutáis a costa de nuestros quebrantos- y rechazarlos. En la intimidad y públicamente. Os queda formar parte de la reparación de esta desigualdad tan lejana y de raíces tan profundas. Casi nada.
Yo sé que sois muchos los que no habéis elegido al Heteropatriarcado. Sé que ningún hombre vivo ha sido el artífice de este complejo entramado androcéntrico. Sé que no tenéis la culpa de que el mundo sea así. Pero seréis culpables de perpetuarlo. Y perpetuarlo es no hacer todo lo que esté en vuestra mano para cambiarlo.
Yo he leído, he procurado informarme, no sólo de Feminismo, sino de nuevas masculinidades; y quizás esto último no me compete a mí, sino a vosotros.
(Nota: a Javi y a André nadie ha tenido que explicarles esto. Ni siquiera antes de que se abriera el debate. Ellos, sin saberlo, sin premeditarlo, ya estaban en esta actitud. Intuyo que porque ellos son así, en su vida, en sus relaciones interpersonales. Ellos tienen que deconstruirse y reconstruirse en términos feministas, pero de serie ya tienen un largo recorrido. Ellos representan entre poco y nada al varón heteropatriarcal. Son sensibles, amables. Adoran a sus amigas, admiran a sus amigas. No necesitan figurar, ni liderar. Sus egos están sobradamente alimentados facilitando el Feminismo. Se ofrecen. Escuchan. Aprenden. Apoyan. Están con nosotras sin pretender ser nosotras. Sólo les falta multiplicarse. Ser víricos y no bacterianos. A ellos sí los necesitamos.)


REFERENCIAS Y FUENTES BIBLIOGRÁFICAS CONSULTADAS:
http://www.codajic.org/sites/www.codajic.org/files/Los%20hombres%20en%20el%20Feminismo.pdf (Capítulo: “Hombres en el feminismo”, Imelda Whelehan (1995) “Modern feminist thought: From the second wave to “Post-feminism””.Edimburgh University Press. 1995. (Traducción: José María Espada Calpe. 1998).
http://ctxt.es/es/20171122/Firmas/16348/feminismo-patriarcado-hombres-machismo-sociedad.htm
https://www.playgroundmag.net/life/Jokin-Azpiazu-hombres-patriarcado-victimas_22606351.html

El mundo rural, la asignatura pendiente del feminismo


https://es.wikipedia.org/wiki/Convenci%C3%B3n_de_Seneca_Falls
https://es.wikipedia.org/wiki/Emancipaci%C3%B3n
https://es.wikipedia.org/wiki/Emancipaci%C3%B3n_de_la_mujer
http://blogs.elpais.com/tormenta-de-ideas/2012/05/historia-del-feminismo-emancipaci%C3%B3n-de-las-mujeres.html
https://es.scribd.com/document/61529392/Movimiento-de-Conciencia-Negra-Sudafrica (sobre la oportunidad de que sea el propio grupo de personas oprimidas el que lidere su emancipación)
https://afrofeminas.com/2018/04/10/guia-afrofeminista-de-frases-racistas-que-muchas-feministas-blancas-dicen/ (las feministas negras también nos han pedido que las feministas blancas nos deconstruyamos de nuestro racismo)
http://www.mujeresenred.net/IMG/article_PDF/article_a1311.pdf (Feminismos a través de la historia, Ana de Miguel, cap. III)

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