“El rapto de Europa”: empoderamiento de mujeres y política actual

EstherTauroni Bernabeu
EstherTauroni Bernabeu
Doctoranda en Políticas de Igualdad, Licenciada en Historia del Arte, Técnica en Igualdad, Activista, Ingobernable, Investigadora y Mujer.
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Según narra la leyenda narrada por Ovidio en el libro II de  “Las metamorfosis”, Europa era una joven hermosa hija del rey de Tiro. Cuando Zeus la divisó desde el Olimpo quedó prendado de ella. Al no saber cómo acercarse a la muchacha se mezcló entre las reses que tenía su padre transformándose en un toro blanco  que fue a rendirse a los pies de la doncella y al que Europa  acarició hasta terminar subiendo a su manso lomo. Zeus, que esperaba ésta acción, inmediatamente se levantó y partió hacia el mar. Víctima del engaño Europa gritaba y se aferraba a los curvados cuernos para no caer, mientras la bestia se adentraba en las olas y se alejaba de la tierra hasta llegar a Creta dónde la retuvo el resto de su vida. Mientras los hermanos y la madre de Europa desesperados la buscaron sin hallarla. En Creta Zeus le reveló su identidad y la poseyó. De las incesantes violaciones Europa tuvo tres hijos: Minos, Ramadantis y Sarpedón.
Otra abominable historia enmascarada en la seducción y el engaño previo a la violación y que ha sido fuente de inspiración de artistas que han interpretado el mito.

 
Un mito que ha evolucionado en su representación pictórica durante mas de 500 años desde una mujer aterrorizada secuestrada hasta una mujer empoderada que domina a la bestia. Un mito desde Cousin hasta Botero pasando por grandes maestros de la pintura.
En 1550 Jean Cousin, representante del renacimiento francés se recreó en la escena que hoy forma parte de una colección particular. El momento elegido es el cruce del rio abandonando el hogar de la muchacha secuestrada, agarrándose ella con firmeza a los cuernos del animal, que porta una corona triunfal en su cuello, mientras observa a unos cupidillos que la acompañan en el viaje a lomos de unos grifos alados. De nuevo estos símbolos del amor enmascaran una traición. La figura de Europa nítida y expresiva viste con un ligero atuendo.
En la Italia renacentista la interpretación de la leyenda es similar. En 1560 Tiziano Vecellio captó el mismo momento de la historia, pero en una versión más dramática y verosímil. Europa, luciendo indumentaria de la época clásica, aunque desgarrada  por la lucha de mantenerse montada en el lomo del toro, patalea y grita ante la indiferente mirada de la bestia. En ésta ocasión dos cupidos lanzan flechas desde el cielo pretendiendo convertir esta en una escena de amor y pasión. La obra se encuentra en el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston.
El manierista italiano Paolo Veronés, en 1580 realiza una interpretación más intimista del tema y situando la escena en el momento del engaño, cuando Zeus con su disfraz capta la atención de Europa que lo acaricia y se sienta en su lomo, aprovechando la bestia para lamer su pie. A la víctima la acompañan sus amigas que, engañadas también,  atavían a la joven cegadas por los cupidos que aparecen en la parte superior del lienzo. En la composición, como si de un relato se tratara, aparece al fondo derecho la siguiente secuencia en la que sus familiares la buscan mientras el monstruo desaparece con ella tierra adentro. Esta maravilla manierista se puede contemplar en el Museo Capitolino en Roma.
En su admiración por Tiziano, Peter Paul Rubens realizó una copia de la misma obra aprovechando su estancia en España y que la misma formara parte de la colección real española. La firmada por Rubens en 1628 se encuentra en el Museo del Prado.
El barroco flamenco también representó el tema de la mano de Rembrandt Harmenszoon van Rijn en 1632, que pintó un cuadro de mediano formato (66,2x77cm.) que actualmente se encuentra en el Museo J. Paul Getty en Los Ängeles, Estados Unidos. A diferencia de las anteriores composiciones Rembrandt descontextualiza la escena de su momento histórico y la plantea como un suceso de mediados del S. XVII, vistiendo a las damas con atuendos y ornamentos de la época. En su cuadro no hay cupidos, ni justificaciones a la atrocidad. La bestia abandona tierra firme con Europa a sus lomos aterrorizada, mientras dos muchachas despavoridas e impotentes presencian el secuestro quedando en el margen del rio.
También el barroco italiano hizo eco de la escena. En 1720 Giambattista Tiepolo represento el secuestro que en la actualidad se expone en la Galleria dell´Academia de Venecia. A diferencia de otras interpretaciones la del italiano propone a Europa con una severa túnica sin ornamentos. Pese al gesto cálido del animal la mujer se mantiene hierática, hermética, presa de la realidad que sobreviene pese a los cupidos amorosos que tratan de dulcificar la escena. Las amigas de Europa, aterrorizadas, parecen saber en medio de la tormenta que se acerca el futuro inmediato de la joven.
En su época juvenil y de formación en Italia, nuestro genio  Francisco de Goya, en 1772, también representó la leyenda de la violación de Europa y que hoy forma parte de una colección privada. Se trata de un lienzo de mediano formato (47×68 cm.) en el que lejos de parecer una  escena bucólica representa con gran dramatismo el momento en que el toro, esta vez negro y bravo, cabalga veloz raptando a la joven quedando otras tres jóvenes gritando y alzando sus brazos presas del pánico, a la vez que Europa las mira desconsolada. La imagen, envuelta en un paisaje tenebrista, dónde la gama cromática de terrosos confunden  el cielo y la tierra augurando la catástrofe.  No hay justificaciones ni elementos ornamentales que impidan pensar en algo diferente al violento rapto de la joven por la bestia.
La carga dramática y verosímil que hemos visto en anteriores obras del mismo tema, desaparece en la acuarela  que el simbolista francés Gustave Moreau realizó en 1869 y que se encuentra en Wadswort Atheneum Museum Hardford en Conecticut, Estados Unidos. En ésta ocasión las actitudes se invierten siendo la bestia la que reciente raptada a Europa manifiesta todo su furia  y brutalidad mientras la joven sentada en el lomo cabalga desnuda, aunque tapando sus senos con el brazo y con unas telas su sexo, pero sin demostrar otro sentimiento más que pasividad, incluso felicidad puesto que el Cupido que la acompaña  pudiera hacerle creer que es un acto de amor.
En un estilo personalísimo el colombiano Fernando Botero, dentro del estilo figurativo y en la década de los 70 del S.XX,  en la que recurriendo a sus figuras monumentales y orondas de atractivos volúmenes curvos y formas suavemente redondeadas. En éste caso la voluptuosa, relajada, desnuda y segura Europa se muestra sonriente sentada sobre el lomo de la bestia inmóvil en medio del mar, insinuando el triunfo de ella y  la aceptación de la bestia de no poder culminar el plan trazado. Una versión diferente que incita a pensar en la igualdad entre ambos sexos. Con éste mismo formato el artista realizó tres esculturas en bronce, una de las cuales se encuentra en el aeropuerto Madrid-Barajas en España y las otras dos en Medellín y Chicago.
En la evolución de este mito legendario podemos adivinar la evolución de la mujer en el panorama político actual que ha pasado en las últimas décadas desde la total invisibilidad hasta alcanzar cierta presencia pública, por supuesto bajo súplicas y peticiones para obtener asiento en algún rincón.
Las mujeres representamos el 52% de la población española y, como máximo logro representativo hemos conseguido en momentos gloriosos tener un ministerio que atendiera nuestros intereses y reivindicaciones. Las grandes agrupaciones políticas han recabado nuestros votos a cambio de poco y, por sus corrupciones y mala gestión estamos próximas a perder una ley que siglos de lucha nos ha costado conseguir: La ley de igualdad.
Al igual que el mito de Europa ha evolucionado en la historia es hora de que las mujeres tomemos conciencia de nuestra condición y, con sororidad, nos unamos y empoderemos.
Intentar hacernos un hueco entre los “grandes” ha servido de poco. Quizá sea el momento definitivo de que el feminismo tenga fuerza en las urnas, de que votemos por quienes realmente nos representen, de que tomemos conciencia de grupo, de género, de sexo y condición.
Quizá en eso consista la cuarta ola feminista, en tener espacio propio y público, político y defensor de nuestros intereses.
Unámonos para ello.

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