La lectura del estimulante libro “Neoliberalismo sexual” de Ana de Miguel ha inspirado esta enumeración de algunos de los mitos más extendidos sobre la violencia de género.
Primer mito: Los maltratadores son enfermos mentales, hombres traumatizados, alcohólicos o que pierden la cabeza por los celos.
Es muy habitual la idea de que los hombres que maltratan son enfermos mentales. Se piensa que sufrieron maltrato infantil, que casi siempre son alcohólicos, o que los malos tratos ocurren debido a arrebatos provocados por celos. También se habla de la violencia de género como si fuese algo del pasado o prácticas extranjeras o primitivas. En suma, como señala Ana de Miguel, “los casos se interpretan como extravíos individuales, patológicos o excepcionales que carecen de significado colectivo”. Los medios de comunicación solo visibilizan los asesinatos y producen una impresión de excepcionalidad. Se transmite la idea de que la violencia de género es una conducta “de unos pocos” que es repudiada por la mayoría de los hombres. La violencia de género es presentada como algo que no tiene que ver con la generalidad de los hombres ni con la cultura de la desigualdad.
Pero lo cierto es que vivimos en una cultura cómplice de la violencia de género que culpa a las víctimas, bien sea de permanecer en la relación o bien de exagerar o mentir cuando hablan de ello o denuncian. Cuando no se trivializa el maltrato, se acusa a las mujeres de aguantar lo inaguantable. La violencia de género no es un fenómeno aislado y patológico sino que los maltratadores son “hijos sanos del patriarcado”. Lo único que tienen en común todos los maltratadores es que son machistas que no consideran a sus parejas como iguales. De Miguel señala que si tú consideras a una persona como tu igual, por muchas peleas y desamores que vivas, no tendrás el impulso de agredirla. Es el desprecio el que produce la violencia, y ese desprecio se alimenta de ideas machistas, sean o no conscientes.
Segundo mito: No me puede pasar a mí, la violencia de género le ocurre solo a algunas desdichadas, las víctimas.
Laura Luño expone que “la violencia de género es la violación de los derechos humanos más extendida en el mundo. Cada año, entre millón y medio y tres millones de mujeres y niñas pierden de vida como consecuencia de la misma. Naciones Unidas estima que siete de cada diez mujeres sufrirá golpes, violaciones, abusos o mutilaciones a lo largo de su experiencia biográfica. Y, entre aquellas con edades entre los 15 y los 44 años, la violencia de género causa más muertes y discapacidades que el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y los conflictos armados juntos”.
Por tanto la violencia de género no es algo que le pase a “unas cuantas desgraciadas”, sino que es un problema estructural, una amenaza colectiva y un asunto de salud pública. Cuando pensamos “a mí no puede pasarme”, estamos considerando que las mujeres que la sufren son menos inteligentes que nosotras mismas, más ignorantes, ingenuas o que les ocurre por sus malas elecciones. Individualizamos entonces el problema, haciendo caer la responsabilidad sobre los hombros de quien la sufre, como si fuese consecuencia sus fallos personales, en lugar de valorar el asunto en su dimensión estructural teniendo en cuenta el perfil amplísimo de las mujeres afectadas (todas podemos ser víctimas de violencia de género) y los modos en que la sociedad estimula la violencia masculina y coacciona a las mujeres a permanecer en las relaciones.
Tercer mito: La violencia de género no afecta a las vidas de las mujeres que no la sufren.
Kate Millett señala que las mujeres vemos el uso de la fuerza como algo inusual. En el día a día, hacemos lo que se supone que tenemos que hacer (poner lavadoras, cocinar, cuidar a las criaturas…) asumimos la doble jornada, la brecha salarial y las relaciones de pareja sin reciprocidad. ¿Por qué asumimos tanta desigualdad?, ¿qué nos ocurre cuando desafiamos las normas patriarcales? El sistema de socialización del patriarcado es tan perfecto, que actuamos cómo se espera de nosotras pero pensamos que eso sale de nosotras mismas, de nuestra forma de ser o de nuestras preferencias. Apenas es necesario el respaldo de la fuerza para hacernos cumplir.
Pero no nos engañemos, la violencia de género es imprescindible para que el sistema funcione. Cuando las mujeres no responden a las expectativas, puede sorprendernos lo cercano que se encuentra el uso de la fuerza, que hasta entonces era invisible, pero aparece presto a actuar cuando se trata de restablecer nuestro comportamiento genérico. Lejos de ser un suceso, la violencia constituye un elemento de intimidación constante. Un elemento de peso para la permanencia suele ser un temor, más o menos explícito, a represalias en caso de separación.
La violencia de género tiene además importantes consecuencias en la educación y la psique de todas las mujeres. No se trata de un problema personal entre agresor y víctima, sino que constituye violencia estructural contra la clase sexual de las mujeres, por eso las feministas la denominamos “terrorismo machista”. La amenaza doblega la voluntad de las mujeres y corta nuestros deseos de autonomía.
La violencia contra las mujeres tiene importantes consecuencias en nuestra socialización. Como expone De Miguel: “la socialización de la niña implica inocularle una cierta dosis de miedo en el cuerpo. Miedo a los hombres como personas que a través del engaño o la violencia pueden abusar de ellas”. Nos dicen “cuidado con los hombres, no andes sola por la calle”. Y limitamos considerablemente nuestra autonomía en el espacio público. Procuramos no salir de noche ni caminar por lugares solitarios, no volver tarde del trabajo, no abrir la puerta a desconocidos, no entrar con un hombre en el ascensor, si vivimos solas no escribir el nombre en el buzón. También hay miedo a los hombres como depredadores sexuales. A las chicas también pueden robarles la cartera o darles una paliza, pero el miedo que genera la auto-restricción en las mujeres no es de este tipo. Es un miedo confuso a ser atacadas por un hombre o un grupo de hombres con intenciones sexuales.
Explica De Miguel: “pero además es posible que una mujer realice tranquilamente todas esas actividades siempre que esté acompañada de un hombre. Una mujer “sola” está en peligro, ese es el mensaje de la violencia”. Como ha señalado Amorós, en una sociedad patriarcal la mujer que no pertenece a ningún hombre en particular, pertenece potencialmente a todos. Sin embargo, los datos de la violencia machista muestran que la mujer “privada” tampoco carece peligros. Las mujeres tenemos más posibilidades de ser asesinadas por nuestra pareja que por cualquier otra persona, y la mitad de las violaciones tienen lugar por parte de personas del entorno de la victima.
Cuarto mito: Si ella no abandona la relación es porque en realidad le gusta como la trata. Yo estoy soltero y me siento genial.
Suele sostenerse que si las mujeres no abandonamos las relaciones violentas es porque nos gusta que nos maltraten, porque somos un poco masoquistas, porque nos excitan los hombres malos. Este es un reproche habitual de los hombres auto-percibidos como “buenos”: que las mujeres siempre elegimos a los canallas que nos tratan mal. También se nos reprocha la dependencia amorosa, como si la violencia de género ocurriese en mujeres con poca personalidad que son incapaces de construir un proyecto vital propio e independiente. La personalidad débil, de algún modo, explicaría y justificaría lo ocurrido.
Esta perspectiva convierte en un problema individual un asunto colectivo. Si el problema es de personalidad individual ¿por qué las víctimas son las mujeres?, ¿hay un defecto natural en las mujeres? La pieza que falta para comprender la violencia de género es el papel del miedo, de la amenaza que nos conduce a cumplir las normas patriarcales. Y no solo está el miedo a la violencia, expuesto en el punto anterior, sino que también está el miedo a fracasar como mujer, miedo “a quedarse sola”, a no casarnos o tener hijos, a no encontrar el amor. El miedo a que ningún hombre nos quiera es realmente aterrador y nos conduce a satisfacer unos moldes de comportamiento. Por ejemplo, el contagio del VPH y del VIH en mujeres se produce casi siempre en relaciones heterosexuales en las que la mujer no tiene poder para exigir el uso del preservativo porque él parece “sentir menos gusto”. Por otra parte las mujeres casi nunca alcanzan el orgasmo en las relaciones coitales, de modo que la sexualidad hegemónica para las mujeres es proyectiva: gozan a través del placer de él, al sentirse queridas y deseadas, más que por el placer de su clítoris casi siempre ignorado.
Por tanto no solo tenemos miedo a los hombres, sino sobretodo tenemos miedo a quedarnos sin uno. Este miedo está alimentado por las comedias románticas, la música, la novela, los juegos y juguetes de las niñas. La cultura alimenta la idea del amor romántico: el sentido de la vida consiste en encontrar un hombre que nos ame, proteja y que dará sentido a nuestra vida. Podemos alcanzar mucha felicidad con otros proyectos vitales, pero la sociedad nos hace sentir que no estaremos completas hasta encontrar a nuestra media naranja.
Las mujeres tememos que los hombres no se comprometan, que nos abandonen. Tras vivir experiencias de violencia, aparece el miedo a que los hombres se enfaden, a molestarles, a sus golpes, a que hagan daño a los hijos comunes, a que nos humillen y nos insulten. Pero incluso cuando muchas mujeres desarrollan miedo a los hombres debido a experiencias, es difícil que este miedo logre superar el miedo a quedarse sola. Cuando estás soltera más allá de la veintena, no solo sientes que te estás apartando de tus sueños románticos infantiles, sino que además la sociedad te sanciona con habladurías, preguntas impertinentes e incluso con actitudes compasivas. Si no tenemos hijos además se nos recuerda constantemente el peligro de que “se nos pase el arroz”.
Ana de Miguel señala con sarcasmo la falta de asimetría de esta idea del arroz: “como si engendrar bebés a partir de los cincuenta fuera deporte nacional de los hombres”. Un hombre soltero no es percibido como un desgraciado y un fracasado; de hecho a ellos se les alienta a tener una vida promiscua y sentar la cabeza cerca de los cuarenta. A ellos se les dice que no se dejen pescar. Los hombres tienen que realizarse antes de “sentar cabeza”: primero los estudios, el trabajo, los amigos. Luego ya llegará el compromiso, idealmente al lado de una chica joven (la belleza femenina es joven, según los cánones patriarcales) que pueda darle varios hijos si él lo desea. Las diferencias de estatus profesional, de madurez y de simetría, derivadas de la edad, no son un problema para los hombres: el papel de él en la vida es liderarse a sí mismo, liderar su familia y liderar la sociedad (si no se logra liderar la sociedad, siempre queda el reino privado de la familia). Hay que procurar no apresurarse al compromiso, y por eso hay que tener cuidado con las mujeres: detrás de cada alegre, sexy y lúbrica joven, hay una madre gruñona escondida que puede “cortarte las alas” y convertirle en un hombre gris con una vida desprovista de aventuras y con una sexualidad monótona.
Quinto mito: El feminismo presenta una imagen victimista de las mujeres y demoniza a los hombres. Las mujeres no son esos seres débiles y sin poder que se empeña en presentar el feminismo.
Desde ideologías negacionistas de la violencia de género, se argumenta que el feminismo es llorica y victimista, que presenta una falsa imagen de las mujeres como seres débiles y sin poder. Desde este negacionismo las mujeres tienen una fuerza portentosa que emana de su capacidad natural de sacrificio: la madre coraje, la mamá leona. Se trata de heroínas capaces de hacer cualquier cosa por los suyos. Sin embargo, como señala De Miguel, “la imagen de la mujer como un ser poderoso choca brutalmente con la evidencia de tantas mujeres que no pueden poner límites a los hombres como el de la corresponsabilidad en las tareas domésticas”. Desde luego eso de sacar a toda la familia adelante soportando con una sonrisa la falta de reconocimiento y vejaciones, no parece precisamente “poder”.
Resulta indignante que las reivindicaciones de las mujeres se describan como “discurso victimista” y “eterna queja femenina” (pero qué pesadas son estas mujeres). En primer lugar, la acusación de “victimizarse” es inapropiada cuando existe una opresión ante la que es preciso desarrollar una estrategia de resistencia. Las mujeres que se quejan no “se victimizan”, sino que protestan porque son maltratadas por hombres. Es decir, no es que las mujeres seamos lloronas ni quejicas, sino que nos quejamos y sufrimos cuando se nos daña, como es lógico. Y las mujeres que alzan la voz contra la violencia de género que sufren, no están mostrando pasividad sino fuerza.
Es curioso que se culpe a las mujeres de ser muy quejicas, cuando somos nosotras las que sufrimos la doble jornada y la brecha salarial, las que tenemos la sensación de ir corriendo a todos lados y de no llegar bien a nada, las que nos sentimos desbordadas y sin autoestima ante unos hombres educados en la falta de intimidad relacional, en la distancia emocional y en la imposición del silencio para evitar la crítica, la autocrítica y la negociación que, como explica Ana de Miguel, son las claves de una relación igualitaria. Es la educación en la masculinidad la que legitima las falsas promesas y el victimismo del “me han hecho así”.
Sexto mito: Ella sabrá qué beneficio obtiene de ese matrimonio ¿quién soy yo para meterme en lo que pasa en su casa y en lo que ella elige?
Existe la idea de que las mujeres “eligen” permanecer en la violencia de género para obtener algún tipo de beneficio. Desde esta perspectiva, la vida es muy dura y difícil, de modo que muchas consideran que les compensa aguantar veinte años de malos tratos, porque disfrutan del nivel de vida del marido. Se nos explica que las mujeres viven más cómodas así que limpiando casas. Si una mujer y un hombre conviven, algún motivo tendrán (ya habrá visto cada cual el beneficio que obtiene). El matrimonio es como un contrato en el que cada parte satisface su interés. En todos los códigos penales españoles hasta el de 1983 se consideraba un atenuante el matrimonio en los malos tratos de los hombres hacia las mujeres.
En esta línea de pensamiento, si la mujer se separa, que no se le vaya a ocurrir intentar “sacar nada”, que ya ha vivido durante mucho tiempo la vida regalada. Estas ideas parten de la consideración de la mujer como parásito aprovechado que está en permanente deuda con su esposo. Desde este prisma se legitima que, si se divorcian, el hombre se desentienda de sus obligaciones con su descendencia (y ya ni hablar de compensar a la mujer por el trabajo invisible cuya misma existencia suele ser infravalorada y negada, ¡qué mujer tan vaga e inútil!). La tesis machista concluye que si la mujer “elige” permanecer en la relación, qué apechugue con lo que le ha tocado, y si “elige” irse, que se busque la vida con sus hijos o hijas. Estas ideas legitiman la utilización de la violencia de género de tipo económico e ignoran la feminización del paro y la precariedad, la invisibilidad del trabajo doméstico y la existencia de la doble jornada. Si hay una clase sexual que “parasita” en términos estadísticos el trabajo de la otra, esa clase no es la de las mujeres.
Séptimo mito: Un hombre tiene que saber poner a las mujeres en su sitio.
La violencia de género está legitimada por la cultura. Los hombres aprenden que para no ser “nenazas” tienen que aprender a usar la violencia y a ejercer su dominio sobre las mujeres. Así se les enseña en juegos, películas, canciones, videojuegos y pornografía. No hay nada peor que convertirse en una nena y la diferencia con las chicas se marca mediante la violencia. La tradición religiosa y también la alta cultura, con la “literatura seria”, la filosofía y la ciencia (Aristóteles, Hipócrates, Galeno, Darwin, Freud, etc.) construyen el edificio del machismo cultural. Luisa Posada explica que en filosofía encontramos que tanto los contractualistas como Locke, Rousseau y Kant, como los subversivos como Sade y Nietzsche, coinciden en su opinión sobre las mujeres. El machismo parece capaz de suscitar alianzas impensables entre hombres. Dice Nietzsche en Así habló Zaratustra: “¿vas con mujeres? ¡no olvides el látigo!”
Octavo mito: Los hombres somos como niños grandes, traviesos pero noblotes; pero ellas son muy retorcidas. En realidad las más malas somos las mujeres.
Está muy extendida la idea de que los hombres son como niños grandes, brutos pero noblotes, juguetones pero casi nunca malos. En cambio las mujeres son muy retorcidas y malas. Ana de Miguel expone que para la cultura popular ni siquiera es necesario que las mujeres sean sujetos activos de ese mal, sino que basta con que esté ahí su cuerpo, su carne, su pelo que incita a los hombres a pecar. En ocasiones el mal es consecuencia de la idiotez natural de las mujeres. Amelia Valcárcel expone que Eva, en una mañana un poco desocupada condenó a la humanidad fuera del paraíso. Pandora, en un arranque de curiosidad abrió la caja en la que estaban encerrados todos los males del mundo. Ana de Miguel expone esta ideología de la maldad femenina: “no queda claro si estas mujeres son más tontas que malas, pero sí las consecuencias. Las mujeres son seres que hay que temer, a los que hay que dominar y, si parecen buenas, hay que utilizar la violencia preventiva”. La filósofa nos recuerda el refrán que dice: “golpea a tu mujer de vez en cuando, que aunque tú no sepas por qué lo haces, ella sí lo sabe”.
Noveno mito: la violencia de género ocurre porque los hombres tienen miedo al feminismo.
A veces nos dicen que la violencia de género aumenta por el temor de los hombres a las mujeres autónomas y al feminismo. Se argumenta que el feminismo genera un resentimiento que da lugar tanto a explosiones individuales de violencia como a violencia organizada contra nuestro sexo. Nos dicen que ese resentimiento es incluso la causa del incremento del voto a la ultraderecha. Tras estos argumentos suele subyacer la idea de que el feminismo ha ido demasiado lejos, porque al parecer la igualdad ya se ha alcanzado y lo que pedimos ahora son privilegios, o bien porque los métodos que usamos son “radicales” (¿las manifestaciones?) o porque estamos motivadas por el odio contra los hombres. De acuerdo con esta argumentación, la violencia quedaría justificada porque los hombres reaccionan al comportamiento violento de las mujeres, que se han vuelto más irracionales y vengativas que nunca (siempre han considerado que somos irracionales y vengativas, pero desde que nos hemos unido al feminismo “malo”, les hemos dado más razones que nunca para matarnos, humillarnos y explotarnos).
Una variación algo menos extrema de esta argumentación es la de que las feministas obtenemos demasiada atención mediática, que tanta exposición de los problemas de las mujeres ya cansa, e incluso que el feminismo es una cortina de humo que oculta los asuntos realmente importantes (como la precariedad laboral, que por lo visto según algunos es un problema ajeno al feminismo), que nuestras reivindicaciones se centran en cambios puramente cosméticos fáciles de satisfacer para los poderes fácticos (que nos llamen juezas, fiscalas y médicas es una de estas reivindicaciones que les indigna) y que las personas realmente explotadas (por lo visto son los hombres) se desesperan al ver que sus asuntos son ignorados mientras el feminismo está “hasta en la sopa”, de modo que se deciden a votar a la ultraderecha, que al parecer se preocupa mucho por los hombres trabajadores.
Dentro del feminismo a veces también se interpreta la violencia de género como fruto del miedo de algunos hombres a la autonomía de las mujeres. Los hombres temen perder sus privilegios ilegítimos, como su exceso de credibilidad intelectual, sus trabajos creativos, su propiedad sobre los bienes materiales y simbólicos, y su dejación de la crianza y el cuidado. Nos ven decididas a arrebatarles los escaños, los puestos de poder político, los mejores puestos de trabajo y todos esos cuidados domésticos que tan agradable les hace el regreso del trabajo. Como señala Ana de Miguel, “se extiende ese tópico de que los hombres temen a las mujeres nuevas y por eso actúan violentamente contra ellas. Se ha llegado a afirmar que ese miedo es la causa del aumento de la prostitución e incluso de la pederastia”.
Pero no debemos olvidar, señala la filósofa, que la violencia contra las mujeres es mucho mayor en los países en los que las mujeres están más sometidas y en los que el feminismo permanece silenciado. En numerosos países se comete eugenesia de niñas o infanticidio, se vende a las niñas para prostituirlas, se viola a niñas y mujeres en una mayor frecuencia estadística, se las lapida como adúlteras, se les echa ácido en la cara para vengar un orgullo herido, las ajustician incluso sus propios hermanos y los feminicidios son mucho más frecuentes.
Además, por mucho que algunos hombres tengan miedo, eso no explica la violencia y mucho menos la justifica. Miedo tenemos todas las personas, de modo que el indefinido y poco creíble “miedo a perder privilegios” no puede utilizarse para justificar el miedo que experimentan cada día las mujeres que sufren violencia machista.
El género, un invento perverso de odio sexista y gravisima discriminación colectiva tal como podía serlo hacer una ley que segregara por el color de la piel o por la orientación sexual contra sexos o razas, dirigido en exclusiva contra el varón heterosexual en las leyes y el invento del género. Nadie debería ser culpable y perseguido por los delitos cometidos por algunos de su mismo sexo, su misma raza,o con su mismo color de piel.
Una ley que supone gravísimas violaciones de derechos humanos como es la ley de violencia de género, el pacto de Estado el decreto 3 de agosto y cientos de medidas terribles de gravísima discriminación persecución y demonización contra el varón heterosexual jamás es justificable y produce el efecto contrario por su terrible injusticia y sin razón. Las leyes de género jamás tendrán justificación pues representan un ataque sexista racista igual al que ya sufrieron los judíos los negros los homosexuales en la aberrante historia de la humanidad. No existe feminismo bueno ni malo toda vez que permitió traspasar el estado de derecho y convertirlo en una inquisición que persigue al varón y a la heterosexualidad con leyes odio y tribunales de excepción institucionalizado. Violación de derechos humanos fundamentales al hombre convertido en un negocio que por su injusticia está en el origen del problema del que se retroalimenta.
En España no existe feminismo justificable, ni muchísimo menos igualitario puesto que no hay discriminación a la mujer sino discriminación terrible genocida contra el hombre en derechos humanos fundamentales,que es tratado como si el hombre heterosexual fuera la peste a exterminar de la faz de la tierra.
El machismo y el patriarcado son dos conceptos de criminalización dirigidos en exclusiva contra el varón heterosexual, falacias que están sirviendo para cometer el mayor genocidio de odio discriminación y psicosis jamas imaginable en un supuesto país constitucionalidad derecho en pleno siglo 21.
Con solo dos palabras del pasado machismo y patriarcado y una sola frase «por el hecho de serlo» se pretende justificar la mayor barbarie de odio psicosis persecución demonizacion contra el varón heterosexual. En tiempos de la Inquisición se quemaba en la hoguera por la acusación de brujería. Ahora la acusación es de «machismo» y nada podrá salvarte si eres señalado por la inquisición de género. Como antes se utilizaba la acusación de brujería para cometer atrocidades, ahora se utiliza la palabra machismo sin mayor explicación. Las leyes de género son la Inquisición del presente «justificadas» en auténticas falacias.Aberraciones que en el pasado cometió la santa Inquisición en nombre de la iglesia.Ahora en el presente cometidas por la santa Igualdad del feminismo.La historia se repite. Y hay quienes se lucran con el dolor y la sangre que ellos,el mismos provocan. Lejos de buscar conciliación y respeto entre sexos y orientaciones sexuales,el
feminismo radical provocó la guerra de sexos. Lo hizo instrumentalizando casos terribles que solo deberían haber representado el despreciable ser que cometió tales actos y jamás a todo el sexo masculino heterosexual.Ocultando la violencia psicológica y también física sufrida identicamente por el hombre por sus parejas femeninas o por cualquier otra pareja indistintamente del sexo la raza el género el color de la piel al que pertenezca.
Odio psicosis tribunales de excepción y cientos de medidas terribles generando bombardeo y odio institucional en todos los medios para intentar justificar y encubrir un ataque contra el varón y contra la heterosexualidad sin precedentes.
La última medida terrible es la especialización obligatoria en perspectiva de género contra el varón encaminada a hacer desaparecer las denuncias falsas pues cualquier hombre señalado será condenado no por sus actos sino por el sexo al que pertenece. Donde no hay Estado de Derecho no puede haber denuncias falsas.
https://www.cuatro.com/cuatroaldia/sociedad/detenida-apunalar-pareja-incendio-coruna_0_2728950014.html
«Un nuevo caso de terrorismo hembrista y ya van tres en las últimas semanas»
Sin embargo este caso y otros cuando la víctima es un hombre y la victimaria una mujer no saldrá en los medios de comunicación importantes.El titular entre comillas sería impensable y una barbaridad y una injusticia contra las mujeres pues es un término despectivo contra la mujer en general, y el delito solo representa y debe representar siempre a la persona aislada que lo comete.
El titular entre comillas sería impensable y una barbaridad,como lo son los términos de violencia machista, terrorismo machista, lacra machista contra los hombres heterosexuales utilizados una y mil veces cuando es un hombre quien comete el delito, y especialmente grave cuando es contra el hombre en general contra quien se han creado leyes de gravísima discriminación colectiva, tribunales de excepción y odio institucional fomentado desde todos los ámbitos, a todas horas, en todos los medios por todos los políticos y por todos los poderes del Estado.
Nadie debería hablar de violencia machista, terrorismo machista..,como tampoco se debería hablar de violencia hembrista, terrorismo hembrista..
pues son términos sexistas que hacen referencia a hombres o a mujeres. Y ni los hombres ni las mujeres son malos. Son malas las personas que lo son porque cometen actos terribles, indistintamente de su raza,su sexo,su género o el color de su piel o el mayor o menor número de sus delitos. El resto de individuos siguen siendo inocentes y no han de pagar la más mínima discriminación por lo que hacen otros de su mismo sexo o con su misma raza.
Hablar de violencia machista, terrorismo hembrista, o lacra negrista etcétera son términos de señalamiento colectivo que incitan al odio sexista o racista contra sexos géneros razas.. Contra el hombre heterosexual se utiliza siempre por todos y cada uno de los políticos, por todos y cada uno de los medios de comunicación, por la señora Carmena,por Fernández Vara,etcétera indicando no culpable a las personas sino a los sexos. Esto se llama delito de odio sexista o racista, gravísimo cuándo se han creado leyes tribunales de excepción y cientos de medidas de odio psicosis y discriminación colectiva,lo que se llama derecho penal de autor, utilizado por los regímenes del terror contra sexos razas religiones o contra adversarios políticos.Ahora utilizado en las leyes de género contra el varón disfrazado en el insulto de llamar a este ataque sexista leyes de la igualdad.
Gravísimo que esto se esté haciendo contra el sexo masculino heterosexual fomentado,financiado por la totalidad de los políticos e instituciones y aún más grave cuando se hace por quienes tienen en sus manos la responsabilidad de no fomentar el odio, sino la paz y la conciliación entre las personas por los cargos que ostentan.Y aún más grave que no quieran verlo.
No podrán esconder gravísimas violaciones de derechos humanos fundamentales diciendo que ellos solo se ponían de parte de las víctimas.De parte de las víctimas estamos todos,pero sean mujeres hombres blancos negros o amarillos, indistintamente de su sexo, su raza, su «género» o cualquier otra circunstancia personal o social tal como establece nuestra Constitución y la lógica de la defensa de los derechos humanos fundamentales a los que debería tener derecho en igualdad toda persona sobre la faz de la tierra, incluidos los varones heterosexuales.
Discriminar derechos humanos fundamentales a personas por su pertenencia a un sexo, a una raza, o a una orientación sexual no tiene absolutamente nada que ver con ningún tipo de igualdad, sino que es una gravísima violación y discriminación sexista o racista de derechos humanos fundamentales disfrazado de igualdad.
Pretender enseñar desde las aulas valores de igualdad y no discriminación sexista o racista o de cualquier índole, y a la vez permitir ignorar la realidad de las leyes de género es una gravísima contradicción que destruye los principios de la lógica, la coherencia y los valores que se intentan transmitir, y que únicamente responde a los enormes intereses ideológicos de género que no se basan en la igualdad, sino es la discriminación, la persecución, la criminalización y la demonización contra el varón heterosexual.
Esta realidad está escrita en las leyes de género y en lo que se hace que no está escrito en estas leyes desde que fueron avaladas por el Tribunal Constitucional como un cheque en blanco firmado en que posteriormente se han ido escribiendo gravísimas nuevas discriminaciones contra todos los varones heterosexuales.
Las leyes las tienen que hacer los expertos juristas respetando estricta y escrupulosamente el sagrado precepto constitucional de igualdad y no discriminación ni positiva ni negativa, pues es exáctamente el mismo concepto, por el sexo la raza el género el color de la piel o por cualquier otra circunstancia personal o social de las personas.
Nunca a golpe de populismo, ni por la presión del 8m, ni ningún colectivo que sale a la calle hiper empoderado por el propio gobierno para responder a sus intereses ideológicos de género cuya manifestación de la mayor injusticia está en las leyes de género contra el varón heterosexual. Leyes y discriminaciones convertido en una industria estéril e inútil que cada vez avanza a más injusticia y discriminación sobre la violación de los derechos humanos de igualdad ante la ley, y sobre el que tendrán que asumir responsabilidades políticas o penales quienes pusieron en marcha una ley terrible inútil y contraproducente que jamás tendría que haber existido.
Las leyes de género se retroalimentan de la injusticia que provocan generando el problema.
Jamás violar derechos humanos fundamentales presunción de inocencia ejercer odio y psicosis institucional contra sexos razas o colectivos por delitos individuales puede estar en la solución sino en la creación y generación del problema. Esta es la realidad de las leyes de género.
Viene bien recordar que la persecución antijudía de Alemania y hasta el Apartheid de Sudáfrica eran legales, algún día pasará al olvido esta nefasta ley española que ha llegado a crear juzgados de excepción.
Una de las consignas en principio razonables del feminismo político del 8m coreada ha sido pedir «igualdad de derechos entre hombres y mujeres,los mismos,ni más ni menos.»
Lo cual es un insulto y un desprecio a la realidad y a la verdad toda vez que en España actual la mujer no es discriminada.Mientras que el hombre heterosexual sufre gravísima discriminación y en el sagrado derecho humano fundamental de igualdad ante la ley, derecho humano fundamental a la presunción de inocencia, derecho a un juicio justo e imparcial,derecho humano fundamental a la no discriminación persecución o criminalización institucional por tu pertenencia a cualquier sexo raza u orientación sexual tal como establece nuestra Constitución.
La realidad es que el varón heterosexual es terriblemente perseguido por el Estado en las leyes de género, y objeto de continuo odio y psicosis institucional y mediático que abarca desde las consignas del 8m hasta todos y cada uno de los espacios públicos medios de comunicación «ministerios de la igualdad» presidente de gobierno,gobierno en general,políticos,sindicatos.. Desde todos y cada uno de los poderes del Estado y todas y cada una de las instituciones.
Con leyes de culpabilidad colectiva en la infinita barbaridad de aplicar castigos colectivos y gravísimas discriminaciones sexistas como se ha hecho en las leyes de género contra el varón. Utilizar millones de veces términos de criminalización señalamiento estigmatización odio y psicosis como «violencia machista» «terrorismo machista» «lacra machista» es una barbaridad infinita de criminalización demonización ni tan siquiera comparable al odio genocida que ya sufrieron los negros los judíos o los homosexuales en la terrible historia de la humanidad,con la agravante de producirse en un supuesto país constitucional democrático y de derecho en pleno siglo XXI.
Para que se entienda solo tendríamos que pensar que se crearan tribunales de excepción contra negros contra homosexuales,o contra blancos,como así se ha hecho contra los hombres en las leyes de género.Leyes nacionales de género, leyes autonómicas.Policías,comisarías, jurisprudencia,como la reciente del Tribunal Supremo de pena distinta ante exáctamente el mismo delito con agravante dependiendo del sexo heterosexual de la persona.Cribados en los centros de salud,farmacias, puntos lilas en cualquier evento, detención inminente sin más prueba que la palabra de la mujer,decreto 3 de agosto, pacto de Estado, revisión en perspectiva ideológica de género de la LECrim. El «solo si es sí», «hay que creer a la mujer siempre sí o sí».Creación de especialidad jurídica de género en la discriminación al varón heterosexual, «formación» obligatoria de jueces en perspectiva de género en los tribunales de excepción o «especializados».Políticas de género inculcadas desde las aulas que realmente fomentan odio psicosis y discriminación contra el varón y contra la heterosexualidad y que minan la mente de los niños.Ideología política que nada tiene que ver con la igualdad ni con el respeto y la tolerancia entre sexos y orientaciones sexuales.Uno de los ejemplos de criminalización contra el varón es la historia de Pepa y Pepe en las que Pepe siempre aparece como machista opresor cuando la realidad de la violencia o el control del otro cuando se ejerce es multidireccional y puede afectar a cualquier persona de cualquier sexo o de cualquier orientación sexual incluido el varón heterosexual,exáctamente en el mismo porcentaje por sus parejas femeninas.La maldad humana y el control del otro no tiene absolutamente nada que ver con el sexo la raza el género o el color de la piel de las personas.
Cientos de medidas terribles discriminatorias que se crean cada día contra el varón heterosexual.Hay que recordar que solo el pacto de Estado contiene más de 200 medidas, todas desarrolladas específicamente contra el hombre,que se olvida que es quién está en la otra cara de la moneda de las leyes y de la discriminación de género.
Porque negros, blancos,homosexuales cometieran más o
menos delitos,nada justifica que se creen leyes y conceptos de criminalización y señalamiento colectivo como «violencia negrista», «terrorismo hembrista» etc.,que señalen,razas, géneros, sexos o colectivos
Estos mismos políticos medios instituciones cada vez que ocurre un atentado rápidamente hacen llamamientos a la calma y a la razón para dejar muy claro que los demás musulmanes,cristianos negros o blancos no tienen la culpa de este delito haciendo lógicos llamamientos a la calma y a la razón.En el perverso invento del género no sólo señalan sino que estigmatizan demonizan piden cada vez más leyes dinero y más odio de forma implícita contra quiénes están en la otra cara de la moneda de las leyes de género.
Difícil entender que no se hayan dado cuenta o no sean consciente de ello. Difícil entender que algunos incluso hablan de discriminación positiva o negativa cuando son conceptos engaño que significan absolutamente lo mismo y una barbaridad cuando se aplica en el sagrado derecho humano fundamental a la presunción de inocencia a la cual debería tener derecho toda persona sobre la faz de la tierra.Indistintamente de su sexo su credo o cualquier otra circunstancia personal o social.A que solo se te juzga por tu delito y no por la raza o el grupo sexo género u orientación sexual al que perteneces.
Cuándo escuchas consignas de acabar con patriarcado y muerte al macho y otras,no puedes pensar más que todo es una broma macabra o que estás viviendo la peor de las pesadillas de la que no puedes despertar es una triste realidad.
La igualdad actual del feminismo actual en España es un machismo hembrista de venganza y odio demoníaco instigado apoyado y financiado por el Estado.
Todos condenamos la violencia y la sufrimos como lo más ruín inhumano y despreciable del ser pero ello no nos ha de permitir volvernos locos y cometer masacres o violaciones derechos humanos contra sexos géneros razas o colectivos que no son culpables de los delitos cometidos por algunos de su mismo sexo o si lo fueron sus antepasados machistas o patriarcales.
Te dicen que si tú no eres machista maltratador no tienes nada que temer. Pero no.Todos hombres y mujeres tenemos muchísimo que temer.
Las leyes que utilizan el derecho penal de autor y la discriminación colectiva no solo persiguen a los malos, sino que acaban convirtiéndose en un genocidio de odio y persecución contra el sexo la raza el género la religión o el adversario político contra quienes se dirigen. Ya fueron utilizadas contra los judíos o por los regímenes del terror contra razas,religiones o contra adversarios políticos con un resultado que hace que nos avergoncemos de la raza humana en general.
Se podría afirmar que el acto político del 8m ha sido un acto politizado e interesado hasta tal punto que ha utilizado el sagrado Día Internacional de la Mujer y utilizado a gran cantidad de personas que de forma inconsciente se han prestado a servir a intereses políticos de criminalización que están detrás de la creación de las leyes y de la ideología de género y en un negocio que se sustenta en la guerra de sexos.Cuando realmente el poder político solo y únicamente debería instigar y fomentar hacia la conciliación entre sexos y entre todas y cada una de las orientaciones sexuales y el respeto por las distintas opciones políticas pues su responsabilidad es gobernar para todos sin discriminación incluso para aquellos quienes no les han votado.Esto se llama democracia y no oportunismo político y no utilizar el estado de derecho de quien se encuentra en el poder como una maquinaria terrible contra la democracia y la diversidad política.Ello se entiende en que la manera eficaz de acabar con la violencia es la concienciación en igualdad de derechos y obligaciones, para lo cual es estrictamente necesario partir con leyes en que la propia ley jamás suponga discriminación de ningún tipo estando en el origen de la violencia por su injusticia y evitando esta concienciación tan necesaria.
Jamás seremos iguales cuando se discrimina gravemente en lo más sagrado y esencial que es el derecho a la igualdad ante la ley y a que no se te penalice en lo más mínimo por tu pertenencia a un sexo a una raza o una religión o a una condición personal o social. Y esta es la barbaridad infinita de las leyes de género desarrolladas con derecho penal de autor y tribunales de excepción y cientos de medidas más terribles y discriminatorias contra todo varón heterosexual olvidando algo tan sencillo y vital como que culpable de un delito solamente es aquel que lo comete jamás todos los hombres,o las mujeres los blancos los negros o todos los que tengan su mismo color de piel o su misma altura.
Los demás hombres no tienen la culpa de los delitos cometidos por algunos de su mismo sexo ni de lo que pudieron hacer en el pasado sus antepasados machistas o patriarcales para tener que soportar este estigma de odio actual y discriminación,criminalización y demonización en las leyes de género, en la sociedad, en el discurso público, político e institucional todos los días a todas horas en todos los medios como pecado original heredado.
La palabra machismo supone la acusación de brujería de los tiempos de la Inquisición traído al presente para quemar en la hoguera y cometer el mayor atentado sexista o racista disfrazado en ley de la igualdad contra todo el sexo masculino heterosexual de igual barbarie,sin razón vergüenza que ya sufrieron los negros los judíos o los homosexuales en la triste historia de la humanidad.
«La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo»
La violencia y la maldad humana no tiene género,sexo raza ni color de piel y existen exactamente el mismo maltrato psicológico de la mujer hacia el hombre y viceversa.Así como de cualquier pareja de cualquier sexo y de cualquier orientación sexual. Y también maltrato físico con resultado de muerte,ocultado,silenciado para continuar y perpetuar lo que se ha convertido en el más terrible negocio sobre la injusticia y la discriminación sexista de las leyes de género que acaba convirtiendo en ley de la igualdad el mayor atentado contra la igualdad la Constitución los derechos humanos la lógica universal la razón y el derecho a la vida y la dignidad de todo ser humano, indistintamente del sexo la raza el género o la orientación sexual con el que has nacido o con el que te identificas.
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Estas personas representan sólo las víctimas del año 2018 de hombres asesinados por mujeres, que por ser de sexo varón el estado de género ni tan siquiera las contabiliza, sino que las oculta para no poner en riesgo lo que se ha convertido en el perverso negocio del género que quiere evitar la más mínima reflexión sobre el hecho de que la violencia y la maldad humana no tiene género raza sexo o color de piel.
No hay tanta diferencia numérica a pesar de que esta recopilación se ha de obtener por algunos medios que dan tímidamente la noticia y solo es posible saberla cuando la dan, pues para el hombre no existe cómputo oficial, ni condena,ni minutos de silencio…solo odio ataque y discriminación institucional desde todos los poderes del Estado.
Personas que son tratadas con absoluto desprecio y ocultación solo porque son de sexo varón.
confilegal.com/20180430-sobre-los-102-ninos-asesinados-en-espana-en-los-ultimos-cinco-anos/
Otro dato que oculta el estado de género es que se producen más asesinatos de niños por mujeres que por hombres.Para todos aquellos que intentan justificar las terribles leyes de género contra los hombres en que se producen más casos de asesinatos de hombres sobre mujeres,decirles que a pesar de la inmensa gravedad de que haya más mujeres que atentan contra criaturas absolutamente inocentes, a nadie en su sano juicio se les ocurriría violarles a todas las mujeres sus derechos humanos fundamentales y crear tribunales de excepción solo para mujeres, generando a la vez odio y psicosis con todos los poderes del Estado contra todas las mujeres por mucho dinero que sustentase este crimen. No, jamás. Porque todas las mujeres, todos los hombres todos, los blancos, o todos los negros, no son culpables de los delitos cometidos por algunos de su mismo sexo o su mismo color de piel, y sufren idéntica e igualmente por tan repugnantes y abominables crímenes.
El precio de las personas el «valor» de sus vidas depende de su raza, de su género, de su sexo o del color de su piel así quedó establecido en las perversas leyes de género de 2004 donde no vale lo mismo la vida de un hombre que la vida de una mujer. Leyes que en su absoluta y tremenda discriminación incluso discriminan a los absolutamente inocentes de toda esta sinrazón, los niños, que tendrán derecho o no a la consideración de género» dependiendo si quien maltrata es un hombre o es una mujer. Así pues cuando la maltratadora o asesina es una mujer estos niños no tendrán los mismos derechos a ser protegidos y derecho a las mismas ayudas