Exteriores se propone aumentar la proporción de diplomáticas y de embajadoras, que son solo un 15% del total
La subsecretaria del Ministerio de Exteriores, UE y Cooperación, Ángeles Moreno, ha afirmado este jueves que, si bien en España se ha avanzado mucho en políticas de igualdad, y en la política exterior estos conceptos se han ido insertando de manera transversal, el Servicio Exterior es «todavía un reducto de viejas prácticas y un reducto de machismo».
Durante el acto ‘Integrando la diversidad de género en la política exterior’, organizado por la Asociación de Diplomáticos Extranjeros y Women Forward en la Escuela Diplomática, Moreno ha esbozado algunas de las ideas de Exteriores para alentar la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad, que pasan, en parte, por facilitar las políticas de conciliación de la vida laboral y familiar y combatir una cultura «presentista» del trabajo.
Tanto ella como el ministro, Josep Borrell, han apostado por aumentar el número de mujeres diplomáticas, que actualmente son solo un 25 por ciento del total de la carrera y, en concreto, el número de embajadoras, ya que solo un 15 por ciento de los jefes de misión son mujeres.
El motivo de fondo no es solo conseguir una situación más justa, sino tener en cuenta que, según estudios sobre el funcionamiento de las organizaciones mencionados en la jornada, se toman mejores decisiones cuando quienes participan en ellas reflejan la diversidad de la sociedad.
En sus respectivas intervenciones, ambos han incidido en que España puntúa por encima de la media en los indicadores de igualdad de género. España, ha dicho, Borrell, ha sido un país pionero «en la lucha contra la violencia de género», dentro y fuera del país. Recordando la Ley integral contra la violencia de género, ha opinado que el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero «pasará a la historia de la política española como uno de los grandes promotores de las políticas de igualdad».
Borrell ha recalcado que la promoción de la igualdad de género es cada vez más, una seña de identidad de la política exterior española y que ahora se busca promoverla en ámbitos donde las mujeres se integraron más tarde, como la seguridad y la defensa. Por su parte, la subsecretaria ha sido más crítica en el diagnóstico: «Es una pena que lo que promovemos fuera no nos lo apliquemos dentro».
NINGUNA EMBAJADORA ESPAÑOLA EN UE, ONU, EEUU O FRANCIA
Moreno cree que el «techo de cristal -o de «cemento»– para las mujeres en la Carrera Diplomática se ve con claridad cuando se comprueba que no ha habido ninguna mujer embajadora de España en puestos clave como Londres, París, Washington, Pekín, la UE o la ONU.
A su modo de ver, junto a los condicionamientos inconscientes –«una mujer no se presenta a un puesto si no se siente preparada al 120 por ciento, a un hombre le basta con el 80 por ciento»– hay que afrontar cambios organizativos en organizaciones que han sido «masculinas».
Eso pasa por políticas de conciliación que, según ha dicho, se incluirán en el nuevo Reglamento de la Carrera Diplomática. El nuevo equipo de Exteriores lleva meses trabajando en él y no renuncia a aprobarlo «en los próximos meses». También ha apostado por implantar programas de teletrabajo, dirección por objetivos y evaluación del desempeño, todo ello para acabar con la cultura del «presentismo».
ASOCIACIÓN DE DIPLOMÁTICAS
Durante la jornada se ha presentado la Asociación de Mujeres Diplomáticas Españolas, a la que se han sumado 161 de las 236 mujeres miembros de la Carrera, que pretende trabajar, precisamente, para acabar con un techo de cristal que a veces es «sutil», según ha dicho su representante, María Eugenia Menéndez.
Menéndez ha avisado de que, aunque España cuenta con instrumentos legales avanzados en materia de igualdad, en la práctica su aplicación depende, no del Gobierno de turno, cosa que tendría cierta lógica, sino «de la discrecionalidad de los altos cargos».
El acto ha contado con embajadoras extranjeras acreditadas en España que han relatado las experiencias de sus países. Así, la australiana Julie-Ann Guivarra -que es además la primera embajadora indígena de su país– ha expuesto cómo la estrategia australiana de fijar objetivos -que no cuotas–, trabajar con mentorías y redes de apoyo e incorporar a hombres para que ejerzan de «campeones del cambio» ha servido para elevar el porcentaje de embajadoras desde el 27% hasta el 40%.
Eso si, Guivarra ha admitido que aún existen los sesgos inconscientes: «Cuando voy a una reunión, con frecuencia creen que el embajador es mi adjunto, porque es un hombre».